Para comprender este término es necesario definir primero la palabra “negligencia”. Negligencia significa descuido o abandono, entre otras cosas. Negligencia, también es sinónimo de desinterés, desidia, apatía, dejadez, desgano e indolencia.
Con frecuencia, en una familia disfuncional, el abuso emocional por parte de uno de los padres suele generar la negligencia emocional del otro, especialmente con respecto a los hijos. Esto se debe a un error de criterio al establecer las prioridades emocionales de los miembros de la familia, por un lado, y la necesidad de preservar la unidad familiar, por el otro.
Cuando uno de los padres (la madre o el padre, indistintamente) maltrata psicológicamente al otro cónyuge (o a los hijos), y dicho cónyuge no protege la salud emocional de los niños (o la propia), entonces está cometiendo negligencia emocional.
Es común ver, que en el afán por preservar la unidad familiar, un cónyuge (hombre o mujer), que es víctima de abuso emocional por parte de su pareja, no logre separarse de ésta, aun cuando está en juego el bienestar emocional de los hijos.
El apego enfermizo de una víctima con un abusador se conoce también como Síndrome de Estocolmo. Cabe destacar que tanto víctimas como abusadores pueden ser tanto hombres como mujeres. Cuando hablamos de una víctima de abuso emocional, no nos referimos específicamente a una mujer. Las víctimas pueden ser mujeres, hombres, (adultos, niños, adolescentes, ancianos), y lo mismo ocurre cuando hablamos de un(a) abusador(a). El abusador no es, específicamente, un hombre; puede ser también una mujer. De hecho, cada vez hay más hombres que denuncian el maltrato emocional por parte de “abusadoras” mujeres (parejas, jefas, madres, etc.)
Es bastante común, también, que una madre o un padre decida soportar cualquier tipo de abuso con tal de no perder a su pareja. El impacto del maltrato emocional o la violencia física sobre los hijos, suele ser devastador. Los niños que viven en un ambiente familiar dónde el abuso emocional es moneda corriente, sufren un estrés permanente que se traduce en distintos trastornos y problemas de conducta. Algunos de estos problemas que surgen en los niños como consecuencia del abuso y la negligencia emocional son: depresión o apatía permanentes, falta de voluntad, introversión, problemas de relación con sus pares, trastornos alimenticios, problemas para dormir o necesidad dormir excesivamente, enuresis, problemas de conducta (berrinches, morder a los compañeros de escuela o a los hermanos), etc.
El padre (padre o madre) que permite que el abuso emocional continúe ocurriendo, sin ponerle un límite a la situación, está cometiendo negligencia contra sus propios hijos, ya que los obliga a ellos también a tolerar esos abusos. Hay muchos padres y madres que sacrifican el bienestar emocional de sus hijos (y el propio) en un intento por conservar a su pareja o de preservar la unidad familiar.
Lamentablemente, a veces hay que tomar la dura decisión de separase de un abusador porque la salud emocional de los niños es mucho más importante y tiene una prioridad más alta que el hecho de retener a una pareja o de preservar una unidad familiar, cuando esa unidad familiar es altamente nociva o negativa para la formación de los menores.
Además de descuidar las necesidades emocionales de los niños, el padre (padre o madre) que tolera el abuso emocional, establece un modelo de conducta muy negativo ya que les enseña a los niños a tolerar abusos, humillaciones, maltrato, etc. Un padre o una madre que no se respeta a sí mismo, enseña a sus hijos a no ser respetados.
Sacrificar la salud emocional de los hijos, a cambio de mantener una familia o una pareja, es pagar un precio muy alto por lo que se desea conservar. A veces, una buena terapia familiar y/o de pareja puede solucionar el problema. Pero, en casos extremos, es de suma importancia que las víctimas de abuso emocional, logren separarse del abusador.
rsonas se vuelven egoístas con sus hijos y priorizan sus propias necesidades antes de priorizar las necesidades emocionales de los hijos. La función de los padres (padre y madre) es la de proteger y velar por la salud emocional de los hijos. Los hijos no piden venir al mundo, los adultos los traen, y esto implica un compromiso profundo de por vida.
Se comete negligencia emocional cada vez que se descuidan las necesidades emocionales de los hijos. También se comete negligencia emocional cuando se obliga a los hijos a mentir o a cubrir hechos inadecuados o delictivos. La negligencia emocional también es una forma de abuso, ya que también deteriora profundamente la autoestima y el sentido de valor personal de un niño.
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