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Ceremonia de 4 tabacos


Ceremonia de cuatro tabacos

La ceremonia de cuatro tabacos tiene su origen en Norteamérica y en la parte norte de México, la practicaban diferentes tribus indígenas de las praderas, y dependiendo del lugar se utilizaban diferentes plantas, cantos y rezos, pero en esencia el ritual se conserva, siendo un espacio de conexión con el cosmos, para orar, liberarse, sanar, pedir fuerza y agradecer al gran espíritu.

La ceremonia se realiza exclusivamente en la noche porque es en este momento cuando el misterio se cierne sobre la tierra y los espíritus están más propensos a manifestarse. El ritual se inicia más o menos a las 9 pm y se extiende hasta las 7 de la mañana”.
El hombre del fuego se encarga de mantener toda la noche encendida la hoguera ceremonial, las llamas deben estar elevadas hasta el amanecer y a lo largo del ritual con las brasas que deja el fuego se arman diseños, se dibuja primero una media luna junto al tabaco del propósito, luego un corazón con el tabaco del agua, después un águila con el tabaco del poder y finalmente un sol con 7 rayos en el tabaco de los alimentos.

EL hombre medicina es el encargado de dirigir la ceremonia encendiendo el primer tabaco, y también comparte la medicina con la que se va a trabajar en el ritual, está acompañado por la mujer cedro que guarda los sahumerios y esencias para avivar y ofrendar al fuego, además tiene amuletos como plumas de águilas ,cuarzos y piedras sagradas para proteger y dar fuerza; las demás personas ayudan con cantos y oraciones y algunos tocan un instrumento para que la conexión sea más fuerte.

El tabaco del propósito
Chichan, el hombre medicina enciende el primer tabaco y se dispone a rotarlo en las dirección en que giran la manecillas del tiempo, mientras eleva el rezo y pide por los danzantes del sol que en una ceremonia en Ecuador ofrendaran su pellejo al árbol de la vida, también alza su voz para pedir protección y cubrir de buena energía toda la ceremonia.
El tabaco está preparado especialmente con salvia y otras plantas que ayudan a potenciar el elemental, crean una energía distinta a la que se siente cuando solo se fuma un cigarrillo normal, finalmente se envuelve la picadura en capacho de maíz; se arman cuatro tabacos de este tipo, cada uno conserva una energía diferente para encender en la hora precisa y convocar la magia que encierra.
El primer tabaco empieza a pasar por cada una de las personas que están sentadas escuchando los rezos, entre bocanada y bocanada de humo cada uno habla en voz alta y pide por el propósito que lo ha llevado a la ceremonia, cuando todos han terminado las oraciones, Chichan pasa la medicina que puede ser san Pedro o un poco de yagé para conectar con el astral.

El tabaco del agua
El hombre fuego dibuja un corazón en las brasas que indica el paso hacia el tabaco del agua, la mujer cedro que ha estado frente a la media luna, entonando algunos cantos Lakota, se para y se acerca a las brasas para esparcir un poco de osha, que es un sahumerio oriental también conocido como polvo de estrellas; en la oscuridad de la maloka sobre el corazón destellan fragmentos minúsculos que aviva el naranja de las brasas y encantan las miradas, algunas desorbitadas por el efecto del yagé y otras adormecidas. Esteban, uno de los compañeros del ritual, se sienta frente al fuego y saca su violín, entonces una ráfaga de melodías nórdicas vibra en el viento y se sienten los duendes y hadas de bosques escandinavos danzando alrededor, al tiempo una ligera lluvia aparece, se mezclan los sonidos del agua tintineante en el techo de paja y cada tono del violín mágico. El tabaco del propósito lo fuman todos, pero el del agua solo La mujer cedro y el hombre fuego, canalizan la energía en una jarra con agua que se comparte, cada persona le sirve al compañero de al lado un poco del liquido sagrado y de nuevo se entonan oraciones o si se quiere cantos alusivos al agua: “Manantial de agua viva, manantial que me curo, que me sano, agua viva pinta, amor y vida… Selva, tierra, monte canto y vida, un azul que me curo, que me pinto y me ilumino….”
El agua simboliza la limpieza, la purificación, es en este momento en el que la concentración debe girar en torno a sacar todo lo que ata y contamina. La mujer cedro dice que se debe fluir como las corrientes del agua, fluir para renacer, fluir para no morir.

El tabaco del poder
“En el tercer tabaco se llama a la fuerza nativa, de los animales guardianes, como el águila, para que nos ayude a continuar con el vigor de la tradición.”

Este tabaco solo lo fuma el hombre medicina que es el que invoca y pide fortaleza para todos los demás. El cielo aun esta oscuro y ha parado la lluvia pero hace frío, el hombre fuego saca la guitarra y canta para abrigar la madrugada y llamar al sol: “Creo en mis dioses, creo en mi padre, creo en la dicha y en la bondad, en Viracocha, creo en el Inti Pachacamac…Grita conmigo, grita taky ongoy que nuestra raza resurja en la voz, grita conmigo, grita taky ongoy, que nuestra América es india y del sol…”

Después de la canción todos guardan silencio y las reflexiones o peticiones se meditan sin hablar; la mujer cedro esparce hierba dulce y copal en las alas del águila que el hombre fuego dibujó, el humo se eleva hasta el techo de la maloka y el olor dulce y a la vez amargo penetra en la nariz; con el yagé los sentidos se intensifican y la más suave brisa se convierte en ráfaga, un sonido tenue es una orquesta, cantan los grillos y los azulejos, el cielo comienza a encenderse y se presiente la mañana sanadora.

El tabaco de los alimentos
La claridad penetra por las fisuras del techo y las personas comienzan a despertarse, la mujer cedro toca la guitarra y una melodía suave conjugada con su voz que canta en portugués, va sacando del adormecimiento e invitando a las mujeres a preparar la ofrenda de comida.
El último tabaco es fumado solo por las mujeres, que ofrecen un regalo para agradecer a la madre tierra y al abuelo fuego: agua, maíz cocinado, frutas y mermelada de mora (dicen que a Pacha mama le agradan mucho los dulces) todo se coloca en platos de barro y se decora con flores: el amarillo maíz es adornado con violetas, la mermelada morada con ramas blancas que parecen corales y las frutas naranjas con pequeñas margaritas.
Primero entra la mujer cedro que se arrodilla frente al fuego y deposita el cristal con agua fresca, luego siguen las otras que van organizando las ofrendas detrás del agua mientras entonan un canto: “Bendecid Pacha mama bendecid el agua, bendecid Pacha Mama bendecid el maíz, bendecid Pacha Mama bendecid las frutas…” luego de arrojar un poco de cada alimento al fuego y agradecerle por su compañía y sanación, se encienden el ultimo tabaco y cada una hace su oración de agradecimiento, luego se pasan los platos en el mismo orden con el que inicio todo el ritual , así se comparte la energía de los alimentos.
El hombre fuego dibuja un sol radiante con las brasas que aun arden y un último canto es tarareado por todos para cerrar el ritual: “Gran espíritu, gran abuelo, gran abuela, como soy me presento ante ti, como soy te pido bendiciones, agradezco el corazón que has puesto en mí… cuando vengo no más vengo no más vengo, ya sabrás a lo que vengo cuando vengo: a ofrecer mi corazón, mi corazón, corazón que es lo único que tengo…”
Los rostros irradian tranquilidad y a pesar de que el sueño no toco los parpados, nadie parece cansado, por el contrario el ambiente se mueve con mucha energía y todos hablan de las visiones que les regalo el yagé y de cómo sintieron el espíritu de los tabacos. Las brasas se quedan en forma de sol, mientras los pasos de las personas que salen levantan el polvo de la tierra y la maloka va quedando sola o al menos a simple vista, porque según chichan los espíritus están felices y aun festejan la ceremonia.

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