Es indispensable y urgente tratar, el trastorno bipolar
La tristeza es un estado de ánimo natural cuando las circunstancias de la vida así lo justifican.
El dolor por la pérdida de un ser querido, el disgusto y la inseguridad que producen la pérdida del trabajo, las frustraciones, los accidentes, las enfermedades, las guerras, la inseguridad, la violencia y las catástrofes, pueden provocar un estado de tristeza, que con el transcurso del tiempo una persona normal puede por lo general superar adecuadamente. Porque la naturaleza posee los mecanismos adecuados para que las personas puedan recuperar el equilibrio ante cualquier situación de crisis.
Sin embargo, en la actualidad, cada vez más, el trastorno bipolar impide a las personas la elaboración de los duelos, que comprometen su vida normal, y los hace sentir incapaces de mantener una relación estable, cumplir con eficiencia con su trabajo y hasta de continuar viviendo sus vidas.
El trastorno bipolar denominada también psicosis maníaco depresiva, exige un tratamiento combinado, tanto psicoterapéutico como farmacológico.
Las causas de esta enfermedad, cuando es diagnosticada correctamente, se atribuyen principalmente a factores hereditarios, que se desencadenan a partir de situaciones de conflicto o experiencias de pérdidas vividas.
Desde el punto de vista orgánico la depresión se produce por un desequilibrio químico a nivel de neurotransmisores que afecta el estado de ánimo.
El enfoque psicoanalítico considera la causa de la depresión como un estancamiento de la libido o instinto de vida, sobre el si mismo, energía que las personas normales orientan hacia los objetos del mundo externos, sean éstas, personas, intereses o cosas.
A este proceso de retiro de la catexis de los objetos significativos y de retorno sobre el sujeto, Freud lo denomina narcisismo.
Freud diferencia el narcisismo primario del secundario. El primario es el anterior a las relaciones de objeto, cuando, según él, todavía no existe diferenciación entre el yo y el ello (instancia del aparato psíquico que representa los instintos). Y denomina narcisismo secundario cuando la libido afluye al yo y la retira de los objetos, por las identificaciones con los objetos externos.
El narcisismo indica estados extremos de regresión a etapas muy tempranas del desarrollo psicosexual y se convertirá en una estructura permanente del sujeto y del ideal del yo.
Según Melanie Klein, sólo corresponde hablar del narcisismo secundario que se caracteriza por el retorno de la libido hacia objetos interiorizados, porque desde su origen el hombre establece relaciones objetales y no puede existir previamente un narcisismo sin objeto.
De modo que en la depresión endógena llamada también psicosis maníaco depresiva o trastorno bipolar, al retirar la catexis de los objetos externos, el sujeto concentra toda la libido en si mismo y pierde el interés por el mundo externo.
Freud atribuye a un trauma la fijación de la libido a una etapa del desarrollo psicosexual, y afirma que más arcaica sea esta fijación más difícil de superar será el trauma.
El trauma se produce como resultado de un exceso de frustración o de un exceso de gratificación en una etapa temprana.
Melanie Klein desarrolla este concepto relacionándolo con la depresión. Si el bebé, cuyo objeto de placer es un pecho materno que le produce frustración, se traga simbólicamente el pecho materno para hacerlo desaparecer y recobrar el equilibrio; en las etapas posteriores hará lo mismo, o sea adquiriendo una adicción relacionada con la boca para calmar su ansiedad, ya sea comida, drogas, alcohol, dulces, etc., debido a su fijación oral.
Si en cambio por el mismo motivo rechaza al pecho materno y lo vomita, podrá manifestarse esta fijación más adelante como anorexia y bulimia.
El peligro más grave del trastorno bipolar es el suicidio, por esta razón, es indispensable consultar al médico cuando se experimentan síntomas reiterados de depresión, para que sea evaluada la condición del enfermo y se pueda realizar un diagnóstico diferencial.
Los síntomas más específicos del trastorno bipolar, en su fase depresiva, son el insomnio, el desinterés, la apatía, no poder levantarse por la mañana, la falta de higiene personal, el desaliño, el abandono, la lentitud de los movimientos y de todo el metabolismo en general. La fase maníaca, se suele manifestar periodicamente, en forma alternativa, con hiperactividad, euforia y dinamismo, contrastando singularmente con su estado anterior.
En la fase depresiva en algunos casos, es común la aparición de alucinaciones visuales o auditivas que expresan delirios persecutorios que recriminan al sujeto supuestas culpas.
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