Nuestro toque tiene poderes beneficiosos ya que, podemos incidir en su estado de ánimo y actitudes. Desgraciadamente la cultura occidental, parapetada en el miedo al contagio de alguna enfermedad o simplemente por respetar normas sociales, pierde cada vez más la memoria de lo beneficioso y necesario que es el contacto humano.
Podemos comenzar con el ámbito escolar: los estudiantes que reciben un toque de apoyo de parte de sus profesores, ya sea en el brazo o en la espalda, tienden a mostrar más interés en las clases y suelen prestarse como voluntarios el doble de veces en comparación con aquellos estudiantes que no reciben este “incentivo”. Y después seguir con la ineludible área médica: cuando las personas asisten a una consulta médica, si el doctor les brinda un toque empático los pacientes tienen la impresión de que la visita fue el doble de larga y se sienten mucho más satisfechos en comparación con aquellos pacientes a los cuales no se les brindó esta muestra de empatía. De la misma forma, el simple toque del médico puede incidir en la adhesión terapéutica como se comprobó en las investigaciones realizadas en la Universidad francesa de Bretagne-Sud.
Las personas también son más proclives a brindar su ayuda cuando sienten el toque humano. El experimento que se realizó esta vez fue un tanto diverso ya que no se pidió ayuda directamente de forma verbal sino que se evaluó simplemente cómo el toque humano podía incidir en la decisión de brindar ayuda de forma espontánea. Para ello Guéguen, el investigador, simuló que sus cosas se le habían caído al piso. Cuando no se presentó ningún toque el 63% de las personas le ayudó a recogerlas pero cuando se evidenció el contacto humano, el 90% de las personas le prestó su ayuda voluntariamente. Obviamente, en este caso el toque humano actúo comprometiendo a la otra persona con el problema del investigador, de forma que ésta se vio “obligada” a ayudarle.
Finalmente, el mismo Guéguen desarrolló otro estudio sobre el toque humano relacionándolo con las citas en el mundo amoroso. En este caso un investigador de aproximadamente unos 20 años simplemente se detenía en la calle y le pedía el número de teléfono a las mujeres. En algunos casos, totalmente al azar, ejercía una ligerísima presión en uno de sus brazos durante 1 ó 2 segundos. Como ya puede presuponerse, aquellas mujeres que sintieron el contacto humano, fueron más proclives a dejarle su número de teléfono. Guéguen, afirma que esto se debe al hecho de que las féminas aprecian la dominancia como una característica del hombre, algo que se hace aún más evidente si se produce un contacto corporal.
Vale aclarar que en todos estos experimentos se hace referencia a un toque muy sutil en el brazo de forma que la otra persona no se sienta amenazada por el contacto físico con un extraño. Igualmente, debe considerarse que no todas las personas responden por igual ante el toque humano (sobre todo si éste proviene de un desconocido) y existen culturas donde éste simple contacto físico podría dar lugar a una pelea. Así, el toque humano es una poderosísima herramienta persuasiva que hace que la otra persona se comprometa con nuestra meta y a la misma vez, puede ayudarle a sentirse mejor pero… el mismo debe ser practicado con buen juicio.
Comentarios
Publicar un comentario