Una persona normal sólo registra el veinte por ciento de lo que ve, aunque algunas investigaciones realizadas con voluntarios en estado de hipnosis han demostrado que existe un nivel de percepción más profundo y menos accesible que lo abarca todo.
En general los testigos de un acontecimiento, aunque se trate de algo relevante, no reparan en los detalles y se centran principalmente en el núcleo de la situación, pudiendo cometer errores de apreciación considerables a medida que pasa el tiempo.
Es común que los testigos de un delito den un testimonio diferente del mismo hecho; y pocos son los que recuerdan datos relevantes como el número de la patente de un vehículo, o el color o las características del rodado que utilizaron los delincuentes.
En cuanto a la descripción de los presuntos sospechosos, las declaraciones de los testigos generalmente no coinciden, dificultando la investigación la diferencia de los testimonios.
Sin embargo, existen diferencias de percepción entre una persona y otra.
Por ejemplo, quienes tienen una personalidad extrovertida, inquietos, activos y rápidos, suelen retener de sus experiencias solamente lo que les interesa, lo demás les pasará inadvertido y no lo registrarán. En cambio, aquellos con un carácter introvertido, callados, tranquilos y de comportamiento más lento y sereno, aunque sus percepciones también son selectivas en función de sus intereses, pueden ser capaces de observar con más atención algunos detalles.
Cuando los cambios en el ambiente evolucionan o involucionan en forma lenta, o son de escasa magnitud, la gran mayoría no puede darse cuenta de ellos, siempre y cuando estos cambios no alteren en forma significativa la configuración total.
Esta incapacidad de ver detalles que se han agregado o quitado a nuestro alrededor se denomina ceguera al cambio.
Todos en alguna medida padecemos de ceguera al cambio y no podemos advertir si se han quitado, incluido o sustituido objetos en un ambiente.
La percepción es selectiva y capta totalidades con significado propio; por esta razón es muy difícil mantenerse objetivo frente a una situación, porque la tendencia es sustituir, ignorar o agregar elementos aplicando la subjetividad.
La subjetividad es la cualidad que se agrega a la experiencia, que forma parte de la cosmovisión de un sujeto, de su mundo interno y de su manera de vivir, que hace que perciba la realidad de una manera única y distinta.
La percepción trata de completar lo incompleto y tiende a agregar elementos que no se encuentran en el objeto para otorgarle una mejor forma, según el singular punto de vista del observador.
La ceguera al cambio la experimentamos con nuestro propio esquema corporal, ya que nos cuesta advertir el paso del tiempo o un aumento de peso en el espejo, principalmente porque nos observamos en forma cotidiana y además porque se trata de procesos lentos.
La ceguera al cambio puede producir una verdadera distorsión de la percepción del propio cuerpo que se puede reflejar en el test de la figura humana.
También sufrimos de ceguera al cambio de las personas que nos rodean y que vemos habitualmente.
Esta incapacidad de ver detalles nuevos en una situación conocida, es aprovechada de distintas maneras por la industria, por ejemplo utilizando la estrategia de copiar las características y los colores de los envoltorios de los mismos productos de las marcas de mayor prestigio en el mercado, para beneficiarse con los errores de percepción de las personas desprevenidas que sólo ven el conjunto y no se detienen a observar los detalles.
Otro modo de engañar al consumidor aprovechando la ceguera al cambio, es reduciendo el tamaño de los paquetes en pequeña medida para no aumentar los precios en forma visible sino subrepticia, disminuyendo las cantidades, sin que muchos lo adviertan.
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