Capitulo V
del libro de Alcoholicos Anonimos
Rara vez hemos visto fracasar a una persona que haya seguido concienzudamente nuestro camino, los únicos que no se recuperan son los individuos que no pueden o no quieren entregarse de lleno a este sencillo programa, generalmente son hombres y mujeres incapaces por su propia naturaleza de ser honrados consigo mismos hay seres desventurados como estos no son culpables, por lo que parece han nacido así, por su naturaleza son incapaces de entender y realizar un modo de vida que exige la más rigurosa honradez para estos las probabilidades de éxito son pocas, existen también los que sufren graves trastornos emocionales y mentales, aunque muchos de ellos logran recuperarse si tienen capacidad suficiente para ser honrados.
Nuestras historias expresan de un modo general como éramos lo que nos aconteció y como somos ahora, si tu has decidido que quieres lo que nosotros tenemos y estás dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para conseguirlo, estas en condiciones de dar ciertos pasos.
Nosotros nos resistíamos a algunos de ellos creíamos que podríamos encontrar un camino más fácil y cómodo pero no pudimos, es por ello que con todo el ahínco que pueda animarnos te suplicamos que seas valiente y concienzudo desde el mismísimo comienzo, algunos de nosotros tratamos de aferrarnos a nuestras viejas ideas y el resultado fue nulo hasta que nos deshicimos de ellas sin reservas.
Recuerda que tratamos con el alcohol, astuto, desconcertante y poderoso, sin ayuda resulta demasiado para nosotros, pero hay uno que tiene todo el poder DIOS ¡ojalá lo encuentres!
Las medidas parciales no nos sirvieron de nada, estábamos en el punto de cambio, entregándonos totalmente le pedimos a DIOS su protección y cuidado, he aquí los pasos que dimos y que se sugieren
como programa de recuperación.
1.- Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
2.- Llegamos al convencimiento de que un Poder Superior podía devolvernos el sano juicio. 3.- Decidimos poner nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de DIOS tal como cada cual lo conciba.
4.- Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.
5.- Admitimos ante DIOS, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros defectos.
6.- Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que DIOS eliminase todos estos defectos de carácter.
7.- Humildemente le pedimos que eliminase nuestros defectos.
8.-Hicimos una lista de todas aquellas personas a quines habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar nuestras el daño que les causamos.
9.- Reparamos directamente a cuentos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.
10.- Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
11.- Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto conciente con DIOS como nosotros lo concebimos pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.
12.- habiendo obtenido un Despertar Espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.
Muchos de nosotros exclamamos, ¡valla tarea! yo no puedo llevarla a cabo, no te desanimes, ninguno de nosotros a podido mantenerse apegado a estos principios en forma ni siquiera aproximada a la perfección, no somos santos, lo importante es que estamos dispuestos a desarrollarnos de una manera espiritual, los principios que hemos establecido son guías para nuestro curso, lo que pretendemos es el progreso espiritual y no la perfección espiritual. Nuestra descripción del alcohólico, y nuestras aventuras personales antes y después, ponen en claro tres ideas pertinentes.
a).- Que éramos alcohólicos y que no podíamos gobernar nuestras propias vidas.
b).- Que probablemente ningún poder humano hubiera podido gobernar nuestro alcoholismo.
c).- Que DIOS podía remediarlo y lo remediaría si le buscábamos. Llegados a este convencimiento estábamos en el tercer paso, lo cual quiere decir que pusimos nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de DIOS tal como cada cual lo concibe, exactamente ¿que es lo que queremos decir con esto y que es justamente lo que Haremos?
El primer requisito es el convencimiento de que una vida conducida de acuerdo con la propia voluntad e independencia raramente puede tener éxito. Sobre esta base casi siempre nos encontramos en conflicto con alguien o algo, aunque nuestros motivos sean buenos. La mayor parte de los hombres trata de vivir basándose en su propia energía personal. Cada persona es como un actor que pretende dirigir la representación total: las luces, la danza, los actores, el escenario, siguiendo sus propios gustos. Si sus órdenes se siguieran y si los otros sólo se apegaran a sus deseos, el espectáculo sería perfecto. Todos estarían satisfechos, incluso él. La vida sería magnífica. En sus esfuerzos por poner todo en orden, nuestro actor quizá pueda mostrarse a veces muy virtuoso. Puede ser afable, simpático, cortés, generoso, indulgente, modesto y altruista. Y también puede ser egoísta, deshonesto y agresivo. Como todas las personas en este mundo, es probable que tenga una personalidad con múltiples facetas.
¿Qué ocurre normalmente?
El espectáculo no se desarrolla muy bien y nuestro actor comienza a creer que el ambiente en el que vive no lo trata como él piensa que se merece. Decide hacer esfuerzos más grandes para tener éxito. Se vuelve más exigente o más amable, según sea el caso. No obstante, el espectáculo ahora no le gusta. Admite que tal vez tiene alguna culpa, pero piensa que los demás son más culpables. Se irrita, se indigna y se desprecia.
¿Cuál es su problema fundamental? ¿No es verdad que trata de alabarse a sí mismo, aun cuando trata de ser gentil? ¿No es víctima de la ilusión de que se puede lograr dicha y satisfacción en este mundo con la sola condición de saber cómo hacerlo? ¿No es evidente para el resto de los actores que esto es lo que él quiere? ¿Y no es cierto que todo eso incita a los otros a vengarse, retirando lo mejor del espectáculo? Aun en sus mejores momentos, ¿no crea él más confusión que armonía? . En el fondo sabemos que la causa de nuestros problemas somos nosotros mismos. Ellos surgen de nuestro interior.
Y el alcohólico es el ejemplo típico de una voluntad sin freno, aunque la mayor parte de las veces no se dé cuenta. Antes que todo, los alcohólicos y drogadictos debemos desembarazarnos de nuestro egoísmo, si no el egoísmo nos mata.
1.- Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
2.- Llegamos al convencimiento de que un Poder Superior podía devolvernos el sano juicio. 3.- Decidimos poner nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de DIOS tal como cada cual lo conciba.
4.- Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.
5.- Admitimos ante DIOS, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros defectos.
6.- Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que DIOS eliminase todos estos defectos de carácter.
7.- Humildemente le pedimos que eliminase nuestros defectos.
8.-Hicimos una lista de todas aquellas personas a quines habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar nuestras el daño que les causamos.
9.- Reparamos directamente a cuentos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.
10.- Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
11.- Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto conciente con DIOS como nosotros lo concebimos pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.
12.- habiendo obtenido un Despertar Espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.
Muchos de nosotros exclamamos, ¡valla tarea! yo no puedo llevarla a cabo, no te desanimes, ninguno de nosotros a podido mantenerse apegado a estos principios en forma ni siquiera aproximada a la perfección, no somos santos, lo importante es que estamos dispuestos a desarrollarnos de una manera espiritual, los principios que hemos establecido son guías para nuestro curso, lo que pretendemos es el progreso espiritual y no la perfección espiritual. Nuestra descripción del alcohólico, y nuestras aventuras personales antes y después, ponen en claro tres ideas pertinentes.
a).- Que éramos alcohólicos y que no podíamos gobernar nuestras propias vidas.
b).- Que probablemente ningún poder humano hubiera podido gobernar nuestro alcoholismo.
c).- Que DIOS podía remediarlo y lo remediaría si le buscábamos. Llegados a este convencimiento estábamos en el tercer paso, lo cual quiere decir que pusimos nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de DIOS tal como cada cual lo concibe, exactamente ¿que es lo que queremos decir con esto y que es justamente lo que Haremos?
El primer requisito es el convencimiento de que una vida conducida de acuerdo con la propia voluntad e independencia raramente puede tener éxito. Sobre esta base casi siempre nos encontramos en conflicto con alguien o algo, aunque nuestros motivos sean buenos. La mayor parte de los hombres trata de vivir basándose en su propia energía personal. Cada persona es como un actor que pretende dirigir la representación total: las luces, la danza, los actores, el escenario, siguiendo sus propios gustos. Si sus órdenes se siguieran y si los otros sólo se apegaran a sus deseos, el espectáculo sería perfecto. Todos estarían satisfechos, incluso él. La vida sería magnífica. En sus esfuerzos por poner todo en orden, nuestro actor quizá pueda mostrarse a veces muy virtuoso. Puede ser afable, simpático, cortés, generoso, indulgente, modesto y altruista. Y también puede ser egoísta, deshonesto y agresivo. Como todas las personas en este mundo, es probable que tenga una personalidad con múltiples facetas.
¿Qué ocurre normalmente?
El espectáculo no se desarrolla muy bien y nuestro actor comienza a creer que el ambiente en el que vive no lo trata como él piensa que se merece. Decide hacer esfuerzos más grandes para tener éxito. Se vuelve más exigente o más amable, según sea el caso. No obstante, el espectáculo ahora no le gusta. Admite que tal vez tiene alguna culpa, pero piensa que los demás son más culpables. Se irrita, se indigna y se desprecia.
¿Cuál es su problema fundamental? ¿No es verdad que trata de alabarse a sí mismo, aun cuando trata de ser gentil? ¿No es víctima de la ilusión de que se puede lograr dicha y satisfacción en este mundo con la sola condición de saber cómo hacerlo? ¿No es evidente para el resto de los actores que esto es lo que él quiere? ¿Y no es cierto que todo eso incita a los otros a vengarse, retirando lo mejor del espectáculo? Aun en sus mejores momentos, ¿no crea él más confusión que armonía? . En el fondo sabemos que la causa de nuestros problemas somos nosotros mismos. Ellos surgen de nuestro interior.
Y el alcohólico es el ejemplo típico de una voluntad sin freno, aunque la mayor parte de las veces no se dé cuenta. Antes que todo, los alcohólicos y drogadictos debemos desembarazarnos de nuestro egoísmo, si no el egoísmo nos mata.
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