El ansioso es impaciente y el angustiado está amargado.
La ansiedad es el miedo a lo desconocido y tiene un significado interno. Más que una reacción frente a un peligro real es el producto de un estado emocional.
Se considera un síntoma de un trastorno psicológico subyacente y se caracteriza por la duda de la existencia real de una amenaza, como de la propia capacidad para enfrentarla.
Es un trastorno común de la vida moderna que somete a los habitantes de una gran ciudad a grandes presiones de toda índole. Se produce un exceso de estímulos que sobrepasa la capacidad de la gente para asimilarlos y resolverlos, con la subsecuente pérdida del equilibrio psicofísico por el afán de alcanzar lo propuesto.
La ansiedad es el estado de inquietud anticipatoria por obtener resultados y por borrar de la lista interminable de las agendas, los compromisos.
Se manifiesta como un estado de excitación e hiperactividad y por perturbaciones fisiológicas, como sudoración excesiva, palpitaciones, aceleración del pulso, trastornos gastrointestinales, etc.
La ansiedad es una característica de la personalidad fóbica. La persona ansiosa huye para adelante, se anticipa, se apura, necesita terminar rápido lo que está haciendo, atropella, porque desea deshacerse principalmente de este estado de desequilibrio nervioso que es lo que más le molesta.
El estado de ansiedad no permite la concentración y disminuye la atención, por lo que puede convertirse en un factor determinante de accidentes.
La ansiedad produce stress cuando colapsa la capacidad de tolerancia de las excitaciones tanto internas como externas.
La depresión también puede ser ansiosa presentando un cierto grado de excitabilidad que puede enmascarar el cuadro depresivo oculto.
El trastorno ansioso requiere un abordaje psicológico y también psiquiátrico según el nivel de la ansiedad y el estado general del paciente.
La actividad física es una forma operativa de combatir estos estados así como la meditación.
El paciente tiene que cambiar de cosmovisión y ver el mundo desde una perspectiva más alta, dándole la importancia objetiva que cada cosa requiere sin el agregado emocional subjetivo que él se empeña en asignar.
Abandonar el control excesivo de las cosas asumiendo sólo las responsabilidades que le competen y confiando más en los demás.
La personalidad fóbica es obsesiva, omnipotente, controladora, perfeccionista, desconfiada, e incapaz de pedir ayuda cuando la necesita.
Aprender a dejarse llevar sin oponer resistencia a las cosas, rendirse, comenzar a creer en la providencia de la naturaleza, es condición necesaria para poder disfrutar de una vida sin apuro.
La angustia es la reacción de un individuo frente a una situación traumática, cuando no puede dominar las excitaciones de origen externo o interno. Es un estado de tensión acumulada y no descargada.
Este estado emocional puede provocarse por distintos motivos, por ejemplo ante la imposibilidad de resolver un conflicto, por la dificultad para tomar una decisión que obliga a renunciar a otras opciones.
Existe un estado de angustia existencial que no se considera patológica y que por el contrario resulta necesaria para el desarrollo del potencial humano.
Esa angustia puede presentarse como sentimiento de frustración frente a las dificultades que pueden presentársele a un individuo para realizarse como persona única y distinta.
Para evitar caer en estos estados y reconocer cuál es el verdadero camino para cada uno es imprescindible el autoconocimiento.
Conocer bien cuáles son las propias aptitudes y capacidades que permiten desarrollar una tarea mejor que otras sin demandarnos grandes esfuerzos. Porque cuando uno está alineado naturalmente se logra la eficacia en lo que hace.
Cada uno nace con una cualidad diferente apta para desempeñarse con creatividad en el medio en que vive y detectar esta característica personal es tarea de todos.
La angustia también puede ser síntoma de depresión, cuando se abandona el intento por distintas razones, de ser la persona que uno es.
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