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La importancia de la "Intencion"

La intención desde una nueva perspectiva "Hay en el universo una fuerza inconmensurable, indescriptible, que los chamanes llaman «propósito», y absolutamente todo lo que existe en el cosmos está ligado al propósito por un vínculo de conexión". Carlos Castañeda


 Durante los últimos años me he sentido atraído de tal manera por el estudio de la intención que he leído centenares de libros de psicólogos, sociólogos y escritores espirituales, de eruditos antiguos y actuales, de investigadores. En mi investigación desarrollo una definición bastante corriente de la intención, en el sentido de un firme propósito u objetivo unido a la decisión de alcanzar el resultado deseado. Se caracteriza a las personas impulsadas por la intención por una fuerza de voluntad que no permite que nada se interponga en la consecución de su deseo íntimo. Yo me imagino una decisión o determinación inquebrantables. Si eres una de esas personas con la actitud de “nunca me voy a rendir” y además con una visión interna que te empuja a hacer tus sueños realidad, encajas en la descripción de una persona con intención. Lo más probable es que seas un super-triunfador, y también que te sientas orgulloso de tu capacidad para reconocer y aprovecharte de las oportunidades que se te presentan. Yo he mantenido una creencia semejante sobre la intención durante muchos años. Aún más; he escrito muchas cosas y hablado muchas veces sobre la fuerza de la intención, tal y como he dicho anteriormente. Sin embargo, durante los últimos veinticinco años he notado un cambio en mi pensamiento, que ha pasado de lo puramente psicológico o de desarrollo personal a una orientación espiritual, en la que existen verdaderas posibilidades de curación, de obrar milagros, de manifestar y establecer contacto con la inteligencia divina. No se trata de un esfuerzo deliberado por librarme de mi pasado académico y profesional, sino de una evolución natural que se ha desarrollado al tiempo que empezaba a tomar contacto consciente con el Espíritu. Mis escritos hacen hincapié en la convicción de que podemos encontrar soluciones espirituales a los problemas viviendo en niveles superiores y recurriendo a energías más rápidas. Mentalmente, la intención es un concepto mucho más amplio que la decisión del ego o la voluntad individual. Es casi justo lo contrario. Quizá se deba a que me he despojado de muchos niveles del ego en mi propia vida, pero también noto la fuerte influencia de dos frases que leí en un libro de Carlos Castañeda. En mi vída de escritor, me topo con frecuencia con algo en un libro que provoca la germinación de un pensamiento que al final me impulsa a escribir otro libro. El caso es que leí esas dos frases en el último libro de Castañeda, “El lado activo del infinito”** (**lV Trnd, cast., Ediciones B, Barcelona, 1999.), mientras esperaba una intervención quirúrgica para abrir una arteria obstruida que me había provocado un ataque cardíaco no demasiado grave. Las palabras de Castañeda eran las siguientes: «El propósito es una fuerza que existe en el universo. Cuando los hechiceros (los que viven de la Fuente) llaman al propósito, él acude y señala el camino de la realización, lo que significa que los hechiceros siempre consiguen lo que se proponen». Al leer esas frases me quedé estupefacto por la claridad que me aportaban sobre la fuerza de la intención. ¡La intención no es algo que la persona hace, sino una fuerza que existe en el universo como campo de energía invisible! Nunca había pensado en la intención en esos términos hasta leer las palabras de Castañeda. Anoté esas frases, y después me las imprimieron en una tarjeta plastificada. Me llevé la tarjeta a la sala en la que me iba a someter a la pequeña intervención quirúrgica, y en cuanto pude empecé a hablar sobre la fuerza de la intención a quien estuviera dispuesto a hacerme caso. La intención pasó a formar parte de todas mis conversaciones. Me sumergí en esta idea, no solo para mi propia curación, sino para ayudar a otros a utilizar la fuerza de la intención para llevarlos hasta donde estaban completamente equipados para ir. Había experimentado el satori, o despertar .. instantáneo, y estaba empeñado en transmitir esa idea a los demás. Veía claramente que tener acceso a la energía de la intención aliviaba gran parte de la tarea, en apariencia imposible, de luchar por cumplir los deseos con la simple fuerza de voluntad. Desde aquel momento decisivo pienso en la fuerza de la intención prácticamente durante todo el tiempo que permanezco despierto, y los libros, los artículos, las conversaciones, las llamadas telefónicas, lo que me llega al buzón de correos y cualquier obra que busque en una librería parecen contribuir a mantenerme en ese camino. Y este es el resultado: El poder de la intención. Espero que este libro te ayude a pensar en la intención de una forma distinta y a emplearla de modo que llegues a definirte como proponía Patanjali hace más de veinte siglos: «Se abren a la vida las fuerzas, las facultades y las posibilidades durmientes, y descubres que eres una persona mucho mejor de lo que jamás te habías considerado». Esas dos palabras de Patanjali, «fuerzas durmientes», me dieron el impulso para escribir sobre la intención. Patanjali se refería a las fuerzas que parecen inexistentes o muertas, y también se refería a la poderosa energía que siente una persona cuando está inspirada. Si te has sentido alguna vez inspirado por un objetivo o una llamada, conocerás la sensación del Espíritu actuando sobre tí. Inspirado equivale a animado interiormente. He pensado mucho sobre la idea de poder acceder a las fuerzas en apariencia durmientes con el fin de que me ayudaran en momentos clave de mi vida a hacer realidad un ardiente deseo íntimo. ¿En qué consisten esas fuerzas? ¿Dónde están situadas? ¿Quién puede emplearlas? ¿A quién se le niega el acceso a ellas? ¿Y por qué? Estas preguntas me han impulsado a investigar y a escribir este libro, después de lo cual he llegado a un perspectiva completamente nueva de la intención. En estos momentos, mientras escribo sobre mi entusiasmo al comprender una verdad largo tiempo oscurecida, sé que la intención es una fuerza que todos llevamos en nuestro interior. La intención es un campo de energía que fluye de una forma invisible, fuera del alcance de nuestros hábitos normales, cotidianos. Está ahí aun antes de que seamos concebidos. Tenemos los medios de atraer esa energía y experimentar la vida de una forma fascinante, nueva, ¿dónde se encuentra ese campo llamado «intención»? Algunos destacados investigadores creen que nuestra inteligencia, creatividad e imaginación interactúan con el campo de energía de la intención, no que sean pensamientos o elementos de nuestro cerebro. El genial científico David Bohm apunta en Wholeness and the Implicate Order [La totalidad y el orden implicado] que toda la fuerza y la información ordenadora están presentes en un terreno invisible o realidad superior y que se puede acudir a ellas en momentos de necesidad. He encontrado miles de ejemplos de esta ciase de conclusiones en mis investigaciones y lecturas. Sí al lector le atraen las pruebas científicas, le recomiendo la lectura de The Field: The Quest for the Secret Force of the Universe [El campo: búsqueda de la fuerza secreta del universo], de Lynne McTaggart. Su libro presenta numerosos estudios que corroboran la existencia de una dimensión de energía más alta y más rápida o campo de la intención al que cualquiera puede conectarse. La respuesta a dónde está ese campo es la siguiente: no existe ningún lugar en el que no esté, porque en el universo todo lleva una intención intrínseca. Esto se aplica a todas las formas de vida, ya sea un ñu, un rosal o una montaña. Un mosquito tiene un propósito intrínseco en su propia creación y su experiencia vital. Una bellota, que aparentemente no tiene capacidad para pensar ni hacer planes de futuro, contiene la intención del campo invisible. Sí abres la bellota, no verás un enorme alcornoque, pero sabrá:; que está ahí. Una flor de manzano en primavera parece simplemente una florecita preciosa, pero tiene un proposito intrínseco y en verano se manifestará como una manzana. La intención no yerra. La bellota no se transformará en calabaza, ni la flor del manzano en una naranja. Todo aspecto de la naturaleza, sin excepción, tiene una intención intrínseca y, que nosotros sepamos, nada en la naturaleza cuestiona el camino que ha de seguir para hacerla realidad. La naturaleza se limita a desarrollarse armónicamente a partir del campo de la intención. La energía de este campo también dispuso esa intención en nosotros. Existe lo que algunos llaman el tirón del futuro del ADN, presente en la concepción de todo ser humano. En el momento de la concepción, cuando una gota infinitesimal de protoplasma humano se combina con un óvulo, comienza la vida en su forma física, y ía intención dirige el proceso de crecimiento. La estructura del cuerpo, los rasgos físicos, el desarrollo, incluyendo el envejecimiento, ya están dispuestos en el momento mismo de la concepción. La piel flácida, las arrugas, incluso la muerte: todo está incluido allí. Pero ¿qué ocurre exactamente en el momento de la concepción? ¿Dónde empieza esa vida, nacida de la intención? Al examinar la danza de la semilla y el óvulo para intentar descubrir su origen, retrocediendo hacia la Creación, al principio encontramos moléculas, después átomos, electrones, partículas atómicas y partículas sub subatómicas. En última instancia, si pusiéramos esas minúsculas partículas subatómicas cuánticas en un acelerador de partículas y las hiciéramos colisionar para intentar dar con la clave del origen de la vida, descubriríamos lo que ya habían descubierto Einstein y sus colegas: que no existe una partícula en la Fuente; las partículas no crean más partículas. La Fuente, que es intención, es energía pura, ilimitada, con unas vibraciones tan rápidas que desafían toda medición y observación. Es invisible, sin forma ni límites. De modo que, en nuestra Fuente, somos energía amorfa, y en ese campo espiritual de la energía, informe y vibrante, reside la intención. En tono más desenfadado, sé que está ahí, puesto que de alguna forma logró entrar en una gota de esperma y un óvulo y determinar que no me seguirá creciendo el pelo de la cabeza después de los veinticinco años y que a los cincuenta me crecerá en la nariz y las orejas, y que lo único que yo (el observador) puedo hacer es verlo y quitármelo. El campo de la intención no se puede describir con palabras, porque las palabras emanan de ese campo, al igual que las preguntas. Ese lugar que no ocupa lugar es la intención, que es lo que decide todo por nosotros. Es lo que hace que me crezcan las uñas, que lata mi corazón, que digiera los alimentos, que escriba mis libros, y hace otro tanto para todo y todos en el universo. Y eso me recuerda un antiguo relato chino de Chuang Tzu, que me encanta: Érase una vez un dragón cojo llamado Huí. —¿Cómo demonios controlas tantas patas? —le preguntó a un ciempiés—, ¡si yo casi no controlo una! —Pues la verdad es que no controlo las mías. Existe un campo, invisible y amorfo, que lo controla todo. La intención de este universo se manifiesta en tropecientas mil fomas en el mundo físico, y cada parte de todos nosotros, incluyendo el alma, los pensamientos, las emociones y, por supuesto, el cuerpo físico que ocupamos, forman parte de esa intención. Entonces, si la intención lo determina todo en el universo y es omnipresente, es decir, que no hay sitio donde no esté, ¿por qué tantos de nosotros nos sentimos desconectados de ella, y con tanta frecuencia? Y algo aún más importante, si la intención lo determina todo, ¿por qué nos falta a tantos de nosotros tanto de lo que nos gustaría tener? El significado de la intención omnipresente Imagínate una fuerza que está en todas partes. No hay sitio alguno en el que no esté. No se puede dividir y está presente en todo cuanto ves y tocas. Extiende tu consciencia de este campo infinito de energía hasta más allá del mundo de la forma y los límites. Esta infinita fuerza invisible está en todos lados, tanto en lo tísico como en lo no físico. Tu cuerpo físico forma parte de la totalidad que emana de esa energía. En el momento de la concepción, la intención pone en marcha la forma física que adoptarás y el desarrollo del proceso de crecimiento y de envejecimiento. También pone en marcha los aspectos no físicos, como las emociones, los pensamientos y la forma de ser En este caso, la intención es el potencial infinito que activa tu aparición física y no física sobre la tierra. De lo omnipresente has pasado a ser presente, en el tiempo y el espacio. Porque es omnipresente, puedes acceder a este campo de la energía de la intención tras tu llegada física a la Tierra. La única manera de desactivar esa fuerza durmiente consiste en convencerte de que estás separado de ella. Activar la intención significa reintegrarte a tu Fuente y convertirte en un moderno hechicero. Ser hechicero significa alcanzar el nivel de consciencia en el que se pueden conseguir cosas antes inconcebibles. Como explica Carlos Castañeda: «La tarea de los hechiceros consistía en enfrentarse a la infinitud (la intención), y se sumergían en ella a diario, como el pescador se sumerge en el mar», La intención es una fuerza presente en todas partes como campo de energía; no se limita al desarrollo físico. También es el origen del desarrollo no físico. Ese campo de la intención existe aquí y ahora, y puedes acceder a él. Cuando lo actives, empezarás a notar que tu vida tiene un objetivo y te dejarás guiar por tu ser infinito. Así describe un poeta y maestro espiritual lo que yo denomino intención: Oh, Señor, tú que estás en los bancos de arena y en medio de la corriente también, ante ti me inclino. Tú que estás en los guijarros y la calma extensión del mar; ante ti me inclino. Oh, Señor omnipresente, que estás en la tierra yerma y entre las multitudes, ante ti me inclino, Sukla Yajur, Veda XVI Al tiempo que te inclinas simbólicamente ante esa fuerza, reconoce que te estás inclinando ante ti mismo. La energía omnipresente de la intención late en tu interior hacia tu potencial para una vida con sentido. Cómo llegaste a experimentar la desconexión con la intención Si existe una fuerza omnipresente de la intención que no está solo dentro de mí sino en todo y en todos, estamos conectados por esa Fuente omnipresente a todo y a todos, así como a lo que nos gustaría ser, lo que nos gustaría tener, a lo que queremos alcanzar y todo lo que nos ayudará en el universo. Lo único que necesitamos es reajustarnos y activar la intención. Pero, para empezar, ¿cómo nos desconectamos? ¿Cómo perdimos nuestra capacidad natural de conectarnos? Los leones, los peces y las aves no se desconectan. Los mundos animal, vegetal y mineral siempre están conectados a su Fuente. No ponen en entredicho su intención. Los seres humanos, a pesar de nuestra capacidad supuestamente más elevada para las funciones cerebrales, tenemos algo que denominamos el ego, una idea sobre quiénes y qué somos que elaboramos nosotros mismos. El ego está compuesto de seis elementos primarios que explican cómo sentimos la experiencia de nosotros mismos al estar desconectados. Al permitir que el ego decida el sendero de tu vida, desactivas la fuerza de la intención, A continuación resumo las seis convicciones del ego. En otras obras mías, sobre todo en Tu yo sagrado, tengo escritas más cosas sobre este tema. 1. Soy lo que tengo. Lo que poseo me define. 2. Soy lo que hago. Lo que consigo me define. 3. Soy lo que los demás piensan de mi. Mi reputación me define. 4. Estoy separado de todos los demás. Mi cuerpo me define como ser único. 5. Estoy separado de todo lo que me falta en la vida, MÍ espacio vital está desconectado de mis deseos. 6. Estoy separado de Dios. Mi vida depende de la evaluación de mis méritos por parte de Dios. Como, por mucho que se intente, no se puede acceder a la intención a través del ego, dedica tiempo a reconocer y reajustar alguna de estas convicciones, o las seis. Cuando se debilite en tu vida la supremacía del ego, podrás buscar la intención y aumentar al máximo tu potencial. Agarrarse a la correa del trolebús Es una práctica que me resulta extraordinariamente útil cuando quiero activar la intención. Quizá también te funcione a ti. (Vease el capítulo 3, donde se describen diversas formas de acceder a la intención.) Uno de mis primeros recuerdos es un día en que mi madre llevó a sus tres hijos en el trolebús desde el este de Detroit hasta Waterworks Park. Yo tenía dos o tres años, y recuerdo que al mirar hacía arriba desde el asiento vi unas correas colgando. Los adultos podían agarrarse a ellas, pero lo único que podía hacer yo era imaginar la sensación de ser lo bastante alto como para agarrarme a esas correas tan por encima de mi cabeza. Pensé que era lo suficientemente ligero como para flotar y alcanzar las correas colgantes. Después me imaginé seguro mientras el trolebús me llevaba a donde tenía que llegar, a la velocidad que quisiera, e íba recogiendo a otros pasajeros que compartían aquella maravillosa aventura de ír en trolebús. En la vida adulta, me imagino la correa del trolebús para recordarme que he de volver a la intención. Imagino una correa colgando a más de un metro por encima de mi cabeza, a una altura que no puedo alcanzar con la mano. La correa está unida al trolebús, pero ahora éste simboliza el flujo de la fuerza de la intención, La suelto o está fuera de mi alcance temporalmente. En momentos de tensión, angustia, preocupación o incluso de malestar físico, cierro los ojos y me imagino que subo el brazo y me veo flotando hacía la correa, Al aferrarme a ella tengo una tremenda sensación de alivio y tranquilidad. Lo que he hecho es eliminar pensamientos del ego y dejarme llevar hasta alcanzar la intención, confiando en que esa fuerza me llevará a mi destino, deteniéndose cuando sea necesario y recogiendo a los compañeros de viaje. En algunas obras mías denomino este proceso el «sendero hacia la maestría». Los cuatro senderos pueden resultarte útiles como pasos para activar la intención. Cuatro pasos hacia la intención Activar la fuerza de la intención es un proceso que consiste en conectar con tu ser natural y deshacerte de la identificación del ego. El proceso se desarrolla en cuatro etapas: 1. La disciplina es la primera etapa. Aprender una nueva tarea requiere entrenar el cuerpo para que actúe como lo desean tus pensamientos. Por eso, eliminar la identificación del ego no significa desconectarte de la relación con tu cuerpo, sino entrenarlo para activar esos deseos. Se consigue con práctica, ejercicio, hábitos saludables, comida sana, etcétera. 2. La sabiduría es la segunda etapa. La sabiduría combinada con la disciplina fomenta tu capacidad para centrarte y tener paciencia a medida que armonizas tus pensamientos, tu intelecto y tus sentimientos con el trabajo de tu cuerpo. Cuando mandamos los niños al colegio les decimos: «Sed disciplinados», «Pensad con la cabeza», y a eso lo llamamos educación, pero con eso no se alcanza la maestría. 3. El amor es la tercera etapa. Tras disciplinar el cuerpo con la sabiduría y estudiar intelectualmente una tarea, este proceso de maestría supone amar lo que haces y hacer lo que amas, En el mundo del comercio, yo lo denomino enamorarse de lo que ofreces y vender tu amor o entusiasmo a potenciales clientes. Cuando se aprende a jugar al tenis, hay que practicar todos los golpes mientras se estudian las estrategias del juego. También supone disfrutar la sensación de golpear la pelota, de estar en la cancha y todo lo demás relacionado con el juego. 4. La entrega es la cuarta etapa. Ese es el lugar de la intención. Aquí es donde tu cuerpo y tu mente no llevan la batuta y te aproximas a la intención, «En el universo hay una fuerza inconmensurable, indescriptible, que los chamanes llaman "propósito", y absolutamente todo lo que existe en el cosmos está unido a! propósito por un vínculo de conexión.» Así lo describe Carlos Castañeda. Te relajas, te agarras a la correa del trolebús y te dejas llevar por la misma fuerza que transforma las bellotas en árboles, las flores en frutos y unos puntitos microscópicos en seres humanos. Agárrate a esa correa del trolebús y crea tu propio vínculo de conexión. Ese «absolutamente todo en el cosmos» os incluye a ti y a tu ser disciplinado, sabio y amante, y todos tus pensamientos y sentimientos. Cuando te entregas, te iluminas y puedes consultar a tu alma infinita. Entonces puedes acceder a la fuerza de la intención, que te llevará a donde crees que estás destinado a llegar. Todas estas reflexiones sobre la intención y la entrega quizá te lleven a plantearte dónde tiene cabida el libre albedrío. Quizá llegues a la conclusión de que no existe el libre albedrío o que te transformas en lo que diere tu programa. Así que examinemos la voluntad y veamos cómo encaja en esta nueva perspectiva de la intención. Y te ruego que mientras lees las dos secciones siguientes mantengas una actitud abierta, incluso sí lo que lees está reñido con lo que has creído toda la vida. La intención y tu libre albedrío son paradójicos Una paradoja es una exposición aparentemente absurda o contradictoria, aun si está bien fundamentada. No cabe duda de que la intención y el libre albedrío entran en la categoría de las paradojas, Están reñidos con muchas ideas preconcebidas sobre lo que es razonable o posible. ¿Cómo puedes tener libre albedrío mientras la intención da forma a tu cuerpo y a tu potencial? Puedes fusionar esta dicotomía si decides creer en la infinitud de la intención y en tu capacidad para ejercer el libre albedrío. Sabes pensar racionalmente sobre las reglas de la causa y el efecto; pon a trabajar tu intelecto en eso. Evidentemente, es imposible tener dos infinitos, porque ninguno de los dos sería infinito; cada uno estaría limitado por el otro. El infinito no se puede dividir en dos. En esencia, el infinito es unidad, continuidad, unicidad, como el aire que respiras en tu casa. ¿Dónde acaba el aire de tu cocina y empieza el del salón? ¿Dónde acaba el aire de tu casa y comienza el del exterior? ¿Y el aire que inspiras y espiras? El aire quizá sea lo que más nos ayude a comprender el Espíritu infinito, universal, omnipresente. Debes recorrer con el pensamiento el camino desde la idea de la existencia individual hasta la idea de una unidad del ser universal, y a continuación llegar a la idea de una energía universal. Cuando piensas en una parece de un ser completo en un sitio y otra parte en otro sitio, pierdes la noción de la unidad. Y (manteniendo una actitud abierta, como te rogaba antes), debes comprender lo siguiente: en cualquier momento, todo el Espíritu se concentra en el punto en el que fijas tu atención. Por consiguiente, puedes consolidar toda la energía creativa en un momento dado. Ese es tu libre albedrío en pleno funcionamiento. Tu mente y tus pensamientos son también los pensamientos de la mente divina. El Espíritu universal está en tus pensamientos y en tu libre albedrío. Cuando trasladas tus pensamientos del Espíritu al ego, parece como si perdieras contacto con la fuerza de la intención. Tu libre albedrío puede avanzar con el Espíritu universal y su despliegue o alejarse de él, hacia el dominio del ego. Al alejarse del Espíritu, la vida parece una lucha. Por tí fluyen energías más lentas, y quizá te sientas desamparado, abatido, perdido. Puedes acudir a tu libre albedrío para unirte de nuevo con las energías más altas, más rápidas. La verdad es que no creamos nada solos; todos somos criaturas con Dios. Nuestro libre albedrío combina y redistribuye lo que ya ha sido creado. ¡Tú eliges! El libre albedrío significa que puedes elegir entre conectarte con el Espíritu o no conectarte. De modo que la respuesta a las siguientes preguntas; «¿Tengo libre albedrío?» y «¿Actúa en mí la intención como una fuerza universal omnipresente?» es «sí». ¿Eres capaz de vivir con esta paradoja? Si te paras a pensar, vives con la paradoja cada momento de tu existencia. Desde el momento en que eres un cuerpo con principio y fin, con límites, y una definición en el tiempo y el espacio, eres también un ser invisible, amorfo, ilimitado, que piensa y siente. Una máquina con vida propia, por así decirlo. ¿Qué eres? ¿Materia o esencia? ¿Eres físico o metafísíco? ¿Forma o espíritu? La respuesta es ambas cosas, aunque parezcan opuestas. ¿Tienes libre albedrío y formas parte del destino de la intención? Sí. Fusiona la dicotomía. Mezcla los opuestos, y vive con ambas creencias. Inicia el proceso de dejar que el Espíritu actúe en ti y vincúlate al campo de la intención. En la intención, el Espíritu trabajará por ti Cuando con el libre albedrío decides conscientemente volver a conectarte a la fuerza de la intención, cambias su dirección. Empezarás a reconocer y venerar la unidad del Espíritu y tú como una concentración individual de esa fuerza. Yo repito en silencio la palabra «intención» o «propósito» para que me ayude a librarme del ego y estar centrado en mí mismo. Pienso con frecuencia en estas frases de La fuerza del silencio de Castañeda: «Al haber perdido la esperanza de volver a la fuente de todo, el hombre medio busca consuelo en su egoísmo». Personalmente, intento volver a la fuente dé todo día tras día, y me niego a ser el «hombre medío» del que habla Castañeda. Hace muchos años decidí dejar de beber alcohol. Quería estar sobrio para mejorar mi capacidad de realizar la tarea que parecía quemarme por dentro. Sentía la llamada de enseñar la confianza en uno mismo con mis escritos y mis discursos. Varios maestros me habían dicho que el prerrequisito para la tarea que estaba llamado a realizar era la sobriedad absoluta. En las primeras etapas de este drástico cambio de mi vida me pareció que me ayudaba una fuerza cuando sentía la tentación de volver a la antigua costumbre de tomarme unas cervezas todas las noches. En una ocasión, todavía indeciso, salí a comprar una caja de seis botellas pero se me olvidó el dinero, algo que jamás se me olvida. Durante los pocos minutos que tardé en regresar a casa a recoger el dinero, volví a evaluar el libre albedrío que me permitiría comprar cerveza y decidí aferrarme a mi intención. Tras las primeras semanas descubrí que empezaba a ocurrir esa clase de acontecimientos con frecuencia. Me dejé orientar por las circunstancias que me alejaban de las situaciones en las que podía sentir la tentación de beber. Una llamada telefónica podía distraerme de una de esas situaciones de tentación, o estallaba una pequeña crisis familiar que me disuadía de un potencial desliz. Hoy, tras dos décadas, veo con claridad que aferrarme con firmeza a esa correa del trolebús que he descrito anteriormente me permite recorrer rápidamente el sendero hasta los destinos invocados hace millones de años por la intención. Y también veo que mi libre albedrío es un paradójico compañero de la fuerza de la intención. Tener conciencia de la intención como una fuerza a la que volver a conectarme, en lugar de algo que debe conseguir mi ego, ha supuesto un enorme cambio en la obra de mí vida. El simple hecho de tener conciencia de que mis escritos y mis discursos se manifiestan desde el campo de ia intención me ha reportado beneficios inconmensurables. No siento sino respeto por la energía creativa cuando me libro de la presunción y de la identificación con el ego. Antes de coger el micrófono, mando el ego al vestíbulo o le digo que tome asiento entre el público. Repito la palabra «propósito» para mis adentros y me parece estar flotando hacia ese campo de la energía de la intención. Me entrego y me dejo llevar, y me encuentro totalmente a gusto; recuerdo pequeños detalles en medio del discurso, jamás pierdo el hilo y experimento un contacto especial con el público. El cansancio se desvanece, desaparece el hambre.., ¡e incluso la necesidad de hacer pis! Todo lo necesario para transmitir el mensaje parece accesible, casi sin esfuerzo. Combinar el libre albedrío con la intención En geometría, dos ángulos que coinciden encajan perfectamente. La palabra «coincidencia» no se refiere a la suerte ni los errores, sino a lo que encaja perfectamente. Al combinar el libre albedrío con la intención, armonizas con la mente universal. En lugar de funcionar en tu propia mente fuera de esa fuerza llamada intención, bien puede ocurrir que, mientras lees este libro, intentes que ese objetivo empiece a armonizar con la intención en toda ocasión. Cuando parece que la vida va en tu contra, cuando pasas una racha de mala suerte, cuando aparecen los personajes que no deberían o cuando metes la pata y vuelves a viejas costumbres de autorrechazo, reconoce las señales de que no estás en armonía con la intención. Puedes volver a conectarte y lo harás de una forma que te alinee con tu propósito. Por ejemplo, cuando escribo me abro a las posibilidades de colaboración del Espíritu universal, de mis pensamientos individuales y del destino para producir un libro útil, lleno de ideas. Pero al volver a examinar cómo dejé el alcohol, quería poner otro ejemplo en este capítulo para explicar cómo colabora la intención con las circunstancias déla vida para producir lo que necesitamos. Mi hija Sommer, de diecinueve años, me dijo que había dejado su trabajo temporal en un restaurante y que no estaba segura de lo que quería hacer antes de reanudar sus estudios. Le pregunté qué le hacía sentirse más decidida y feliz, y me dijo que enseñar a montar a caballo a niños pequeñas, pero que no quería volver a las cuadras en las que había trabajado un año antes porque pensaba que no la valoraban, que trabajaba demasiado y le pagaban poco. Yo estaba en Maui escribiendo este primer capítulo sobre una nueva perspectiva de la intención cuando mantuvimos esta conversación por teléfono. Le solté mi rollo de la intención como fuerza del universo y le dije que debía reestructurar sus pensamientos y tal y cual. «Ábrete a la posibilidad de recibir la ayuda que deseas —le dije—. Confía en la intención. Existe para ti. Mantente alerta y dispuesta a aceptar cualquier orientación que se te presente. Vibra en armonía con la Fuente omniproveedora.» Al día siguiente, en el mismo momento en que estaba buscando el otro ejemplo de la intención para incluirlo en este capítulo, sonó el teléfono, y era Sommer, desbordante de entusiasmo. «No te lo vas a creer, papá. O pensándolo bien, sí te lo vas a creer. ¿Te acuerdas de que ayer me dijiste que estuviera abierta a la intención? Yo me sentí escéptica, incluso pensaba: "Ya está papá con sus cosas raras", pero decidí intentarlo. Entonces vi un anuncio en un poste de teléfonos que decía; "Clases de equitación", con un número de teléfono. Lo apunté y llamé. La señora que contestó me dijo que quería contratar a alguien de confianza para entrenar a niños pequeños. Me paga justo el doble de lo que ganaba en el restaurante. Voy a verla mañana, ¿A que es guay?» ¿Guay? ¡Desde luego que es guay! Allí estaba yo escribiendo un libro, buscando un buen ejemplo, y se presenta bajo la forma de ayuda que intentaba ofrecerle a mi hija el día anterior ¡Maté dos pájaros de un tiro! Fusionar tus pensamientos individuales con la mente universal Nuestros pensamientos individuales crean un prototipo en la mente universal de la intención. Tú y tu fuerza de intención no estáis separados. Así, cuando formas un pensamiento en tu interior acorde con el Espíritu, formas un prototipo espiritual que te conecta con la intención y pone en marcha la manifestación de tus deseos. Los deseos que quieras cumplir son hechos existentes, ya presentes en el Espíritu. Elimina de tu mente todo pensamiento de condiciones, limitaciones o la posibilidad de que no se manifiesten. Si lo dejas tranquilo en tu mente y en la mente de la intención al mismo tiempo, germinará en la realidad del mundo físico. En palabras más sencillas: 'Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y vendrá» (Marcos, 11, 24). Esta cita bíblica nos dice que creamos que nuestros deseos ya se han cumplido y se cumplirán. Has de saber que tu pensamiento u oración ya está aquí. Disipa toda duda para que puedas crear un pensamiento armonioso con la mente o intención universal. Cuando lo sabes sin que te quepa ninguna duda, se hará realidad en el futuro. Así es la fuerza de la intención en funcionamiento. Voy a concluir esta sección con unas palabras de Aldous Huxley, uno de mis escritores preferidos: «El viaje espiritual no consiste en llegar a un nuevo destino en el que una persona obtiene lo que no tenía, o se convierte en lo que no es. Consiste en la disipación de la propia ignorancia sobre el ser y la vida de cada cual, y en el gradual aumento de esa comprensión que inicia el despertar espiritual. Encontrar a Dios es llegar al propio ser». En este primer capítulo te he pedido que dejes de dudar de la existencia de una fuerza universal y omnipresente que yo denomino “intención», y te he dicho que puedes vincularte a ella y ser transportado hasta tu destino con la energía de la intención. He aquí mis sugerencias para que pongas todo esto en funcionamiento en tu vida. Cinco consejos para poner en práctica las ideas de este capítulo 1. Siempre que te sientas mal; perdido, o incluso de un humor de perros, visualiza la correa del trolebús colgando del campo de la intención a más de un metro por encima de tu cabeza. Imagina que flotas, asciendes y dejas que el trolebús te lleve hasta tu intención intrínseca. Es una herramienta para poner en práctica la entrega en tu vida. 2. Repite la palabra intención o propósito cuando te sientas angustiado o cuando te dé la impresión de que todo lo que te rodea se ha puesto de acuerdo para evitar que cumplas tu misión. Es un recordatorio de que debes de mantenerte en calma, tranquilo. La intención es espíritu, y el espíritu es silenciosamente gozoso. 3. Di para tus adentros que tienes una misión que cumplir en la vida y un compañero silencioso accesible en cualquier momento que quieras Cuando el ego te define por lo que cienes o lo que haces, o cuando te compara con los demás, aplica tu capacidad de libre albedrío para eliminar esos pensamientos. Debes decirte: «Estoy aquí a propósito, puedo conseguir cualquier cosa que desee, y lo hago estando en armonía con la omnipresente fuerza creadora del universo». Se convertirá en tu respuesta automática a la vida. Empezarán a producirse resultados sincrónicos. 4. Actúa como si cualquier cosa que desees ya estuviera aquí. Convéncete de que cuanto buscas ya lo has recibido, que existe en espíritu, y ten la certeza de que tus deseos se cumplirán. Uno de mis diez secretos para alcanzar el éxito y la paz interior consiste en tratarte a ti mismo como si ya fueras la persona que te gustaría ser. 5. Copia este antiguo dicho del hasidismo y llévalo a todas partes durante un año. Es un recordatorio de la fuerza de la intención y de cómo puede ayudarte todos los días en todos los sentidos. Cuando caminas por el campo con la mente pura y santa, de todas las piedras, de todos los seres que crecen y de todos los animales saltan las chispas de su alma y se adhieren a ti, y entonces se purifican y se convienen en fuego sagrado en ti. En el siguiente capítulo describo cómo podría presentársete el campo de la intención si fueras capaz de verlo y de ver las siete caras de la intención. Finalizaré el capítulo con otra cita del maestro de Carlos Castañeda, don Juan: «el espíritu se revela a todos con la misma intensidad y la misma coherencia, pero sólo los guerreros están adaptados coherentemente a tales revelaciones». Lectores y guerreros, avanzad con el espíritu del libre albedrío para acceder a la fuerza de la intención

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¿Qué es el conflicto? Cuando no aceptamos los hechos, lo que realmente es, cuando escapamos hacia algo llamado un ideal -el opuesto de ‘lo que es’- entonces el conflicto es inevitable. Cuando uno es incapaz de mirar y observar lo que realmente está haciendo y pensando, entonces evade lo que es y proyecta un ideal; en consecuencia, hay conflicto entre ‘lo que es’ y ‘lo que debería ser’. Si son ustedes serios, verán que existe una manera de vivir en la que no hay ninguna clase de conflicto. Si se interesan en esto, si realmente les importa, si desean encontrar un modo de vivir en que no exista ese sentido de esfuerzo inútil, entonces, por favor, presten cuidadosa atención al hecho, a la verdad de lo que se expresa, de modo que ello sea la propia observación de ustedes. El conflicto existe cuando, haciendo caso omiso de lo que realmente ocurre, traducimos lo que ocurre en términos de un ideal -de lo que ‘debería ser’- cuando transformamos el hecho en un concepto que hemos aceptado o que n

JOYAS DEL AGNI YOGA....

PELIGROS DE LA IRRITACIÓN El veneno resultante de la irritabilidad se llama "imperil" - un peligro dominante. Ese veneno, absolutamente concreto, se precipita sobre las paredes de los canales nerviosos y, de ese modo, se esparce por todo el organismo. (...) Solamente el descanso puede ayudar al sistema nervioso a vencer ese peligroso enemigo, que tiende a provocar las más variadas irritaciones y contracciones penosas del organismo. (...) Cuanto más sutil es el sistema nervioso, más penosa resulta la precipitación del imperil. Ese mismo veneno, con un ingrediente, puede contribuir para la descomposición de la materia. Los organismos especialmente sensibles pueden comprobar que durante el período de mayor intensidad de las manchas solares, los rayos de dicho astro, por su cualidad, se vuelven insoportables para ellos. También durante la caída de grandes meteoros se puede sentir un estremecimiento del sistema nervioso. Hasta ahora, las personas han sido incapaces de tomar

Ceremonia de 4 tabacos

Ceremonia de cuatro tabacos La ceremonia de cuatro tabacos tiene su origen en Norteamérica y en la parte norte de México, la practicaban diferentes tribus indígenas de las praderas, y dependiendo del lugar se utilizaban diferentes plantas, cantos y rezos, pero en esencia el ritual se conserva, siendo un espacio de conexión con el cosmos, para orar, liberarse, sanar, pedir fuerza y agradecer al gran espíritu. La ceremonia se realiza exclusivamente en la noche porque es en este momento cuando el misterio se cierne sobre la tierra y los espíritus están más propensos a manifestarse. El ritual se inicia más o menos a las 9 pm y se extiende hasta las 7 de la mañana”. El hombre del fuego se encarga de mantener toda la noche encendida la hoguera ceremonial, las llamas deben estar elevadas hasta el amanecer y a lo largo del ritual con las brasas que deja el fuego se arman diseños, se dibuja primero una media luna junto al tabaco del propósito, luego un corazón con el tabaco del a