Animus: Este es el aspecto masculino interno de la mujer. Al igual que el Anima del hombre, es tanto un complejo personal como una imagen Arquetípica.
Animus significa mente o espíritu. El Animus corresponde al Logos. Expresa el conjunto de experiencias ancestrales referente al hombre y a “lo masculino” que tiene la mujer. Una mujer que se identifique excesivamente con el Animus corre el riesgo de desconectarse del Eros.
En su forma negativa se expresa como rigidez en ideas fijas, verdades absolutas, y prejuicios... De una forma útil y positiva expresa ideas filosóficas y actúa como mediador entre lo consciente y lo inconsciente en la mujer.
Jung describió cuatro etapas del desarrollo del Animus en la mujer: primero aparece en sueños y fantasías como la encarnación del poder físico, el hombre musculoso: Hércules.
En la segunda etapa, el Animus le brinda iniciativa y capacidad para realizar y planificar acciones; deseo de independencia y un desarrollo intelectual, económico y profesional: Apolo.
En la etapa siguiente, el Animus es la palabra ( a veces tiene en los sueños la representación del profesor o sacerdote).
En la cuarta etapa el Animus encarna el significado espiritual. En este nivel, al igual que el Anima como Sofía, sabiduría, el Animus es verdaderamente el mediador entre la psique consciente e inconsciente de la mujer: Hermes.
Cualquiera de estos aspectos, se pueden proyectar en un hombre teniendo como consecuencia una imagen “reducida” o distorsionada de la realidad .
Mientras la tarea del hombre para asimilar los efectos del Anima implica descubrir sus íntimos sentimientos, la mujer se relaciona con el Animus cuestionando constantemente sus ideas y opiniones. Anima: Este es el aspecto femenino interno del hombre. El Anima es tanto un complejo personal como una imagen arquetípica de mujer en la psique masculina.
“El Anima es el arquetipo de la vida misma “ .
C.G.Jung.
Inicialmente se identifica con la madre personal, viéndose más adelante no solo en relación a otras mujeres, sino como la dimensión sentimental de la vida de un varón.
El Anima se personifica en los sueños a través de imágenes de mujeres que van desde la seductora... hasta la guía espiritual. El Anima esta asociada al Eros, de modo que el desarrollo del Anima de un hombre se refleja en su trato y relación con las mujeres. Internamente es la expresión de sus deseos del alma.
Entendemos por deseos del alma todo aquello no racional: estados del animo, reacciones e impulsos y cualquier gesto de espontaneidad de la vida Cuando el Anima inunda la vida de un varón, intensifica, exagera, falsea y mitologiza todas sus reacciones emocionales. Fantasías y embrollos debilitan su carácter, transformándolo en una persona quisquillosa, irritable, caprichoso, celoso, vanidoso e inadaptado.
El carácter del Anima generalmente está compensado por la imagen “ideal” de la Persona. Todas aquellas cualidades ausentes en la actitud externa están escondidas en el inconsciente. Jung distinguió cuatro etapas esenciales del desarrollo del Anima: Eva, Helena, María y Sofía.
Eva esta identificada con la madre personal. El hombre se desarrolla en extrema dependencia de una mujer.
Helena; ideal sexual colectivo.
María: Esta expresada en sentimientos religiosos y por lo tanto muestra la capacidad para establecer relaciones duraderas.
Y al final Sofía, la sabiduría, se manifiesta cuando el Anima del hombre funciona como una guía de su vida interior, llevando a la conciencia los contenidos del inconsciente. Al igual que el Animus en la mujer... un hombre tiende a proyectar los aspectos de su Anima en una mujer real.
Para un hombre, la prioridad psicológica en la primera mitad de la vida es liberarse de la fascinación del Anima por la experiencia de la madre. Lograr vivir en armonía con su Anima es obra de madurez de una vida. Para una mujer vivir en armonía con su Animus es mantener un grado óptimo de objetividad y autonomía.
Estudio Analítico del Significado de los Cuentos de Hadas
Estudiar un cuento de hadas es estudiar una representación de las estructuras básicas de la psique humana. Los héroes de los cuentos no son figuras humanas sino representaciones de figuras arquetípicas. Todos los personajes de los cuentos no son sujetos humanos, aunque observemos conductas y comportamientos que nos lo recuerden. Los cuentos se escribieron para niños y niñas, dada su inmensa capacidad de proyectarse: La experiencia de identidad con el Yo, en los niños, se encuentra aún muy precaria. Este es un fenómeno complejo, pero parece evidente que en las figuras de los personajes de los cuentos, los niños pueden proyectar imágenes de actitudes psicológicas, que posteriormente les pueden servir de modelo y orientación psíquica.
Más que representar al Yo... que es tan solo la parte consciente de la psique, a través de los personajes de los cuentos se expresan experiencias “Arquetípicas”. Esta representación se observa claramente en los cuentos puesto que las acciones de los personajes trascienden sus deseos personales... para lograr restituir un equilibrio del “destino”, una expresión de un modelo colectivo.
Así pues los cuentos de hadas recrean y reconstruyen una realidad psíquica universal ordenando el caos. Los cuentos se presentan en forma de imágenes que refieren las capas más profundas del inconsciente. La tradición oral reitera la necesidad de orden de las figuras arquetípicas. Las narraciones de los cuentos provienen de épocas pasadas, de estados previos de conciencia y perviven sus efectos hasta nuestros días.
Los cuentos, leyendas y mitos de la literatura universal contienen siempre y en todas partes los mismos temas colectivos. Estos temas los hallamos en las fantasías, sueños, delirios e imaginaciones de los hombres actuales y corresponden a representaciones distintas de tradicionales figuras Arquetípicas. Siguen produciendo una emoción intensa, el rapto instantáneo de la magia, la intensidad sentimental y el descarte de la lógica y la razón. Impresionan, atrapan, fascinan, emocionan y promueven estados del ánimo. Provienen de la manifestación del Arquetipo del Si-mismo: Una forma arcana y primigenia de unidad, de proyección pre-consciente del anhelo humano de totalidad y trascendencia, de sentido.
La información sobre los Arquetipos pertenece a la estructura neuronal más primitiva y se expresa constantemente en la vida humana de forma espontánea y múltiple.
Multitud de niños de este mundo han crecido escuchando cuentos de hadas. A pesar de la posterior influencia en Occidente del fenómeno del Racionalismo y Realismo, la importancia de la narración de cuentos de hadas a los niños, como alimento del alma infantil, ha perdurado. Desde la antigüedad, el hombre ha estado en conexión con la expresión de “Lo colectivo” a través de imágenes arquetípicas narradas en libros religiosos y otras formas literarias, como mitos y leyendas. El significado de dichas historias es simbólico y pertenece a la exploración espiritual y psicológica del alma infantil. Son mediador y reordenador de una civilización. Sirven para madurar, integrar y profundizar en las necesidades del alma, balanceando (enantiodromía) las sombras y las luces de cada persona y cada cultura.
“El mito y el cuento de hadas potencia el orden moral y causa una adaptación y una conciliación entre los individuos y los requerimientos de sus diferentes culturas”.
J.Campbell.
Los mitos, leyendas y cuentos son una narración “codificada” que sugiere, advierte y señala enorme posibilidades de restitución del equilibrio en la vida .
“Llegue pronto a la convicción de que si no se da una respuesta y solución desde lo interno a las relaciones de la vida, su significado es muy pobre. Las circunstancias externas no pueden sustituir a las internas“.
C.G Jung
Estructura de los Cuentos de Hadas
Debemos distinguir dos tipos de cuentos. Los que provienen de la tradición oral y los que son creaciones literarias propias de la fantasía del autor. Los primeros no tienen un autor reconocido, han circulado por transmisión oral, se desarrollan en diversas “versiones” sobre el mismo tema y se apoyan en esquemas muy simples con estructuras parecidas. Los segundos tienen características y desarrollo propios y están influidos por el carácter y la personalidad del autor. Ambos están sujetos a los cánones de su época histórica y modas literarias y aunque todos se sostienen en patrones clásicos, las variaciones son muy diversas.
El cuento consta de una serie de personajes, que están expresados por cualidades externas que nos explican sus circunstancias y su carácter (caperuza roja, el tamaño... pulgarcito etc...) así como una escenografía que señala el clima sentimental de la narración ( caminos, castillo, palacio, porqueriza...) y un conjunto de objetos simbólicos que representan actitudes psicológicas o pruebas simbólicas que los personajes tendrán que superar (dragones, anillos, camisas, pozos...) Muchas veces actitudes psíquicas, tanto positivas como negativas, están representadas por animales.
También con las teorías de la doctora Pinkola Estés hay que valorar el verdadero significado que, según ella, tienen en los cuentos tradicionales cocinar, lavar, barrer, etcétera: «Todas estas metáforas ofrecen maneras de pensar, medir, alimentar, fortalecer, limpiar, y ordenar la vida espiritual». Mucho ojo.
El cuento tiene una estructura fija que consta de tres partes: presentación de los personajes, y sus circunstancias, desarrollo y pruebas a realizar y conclusión o cierre.
Los personajes siempre se enfrentan a un “Conflicto” que deberá resolverse. La peculiaridad del cuento es que los personajes se enfrentan a estos conflictos y es según como los resuelvan, como su destino variará considerablemente. Este clímax de “tensión” explica implícitamente que el tema presentado en el cuento es de suma importancia. Así pues los niños saben con absoluta certeza que el cuento está lleno de indicaciones y símbolos, que perciben claramente, ayudándoles a ordenar y decidir su posición vital. Los niños se identifican con la figura del héroe del cuento y se proyectan en todos los demás personajes (muchas veces es el hermano menor), posibilitándoles una guía de resolución de conflictos vitales. Los cuentos ofrecen un amplio abanico de expresiones de la maduración de un ser humano.
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