Terapéutica… terapia… de qué estamos hablando? qué es la terapia?, ¿cómo podríamos describir sencillamente qué es la terapia?. Desde mi punto de vista, la terapia lleva implícito el término cambio o transformación; la transformación de algo para dejar de ser y empezar a ser de otra manera. Algo requiere ser transformado. Pues bien, sí la terapia implica transformación, ¿qué es lo que se transforma?, obviamente uno diría, pues la persona que hace terapia. Es cierto, no obstante, es una respuesta muy vaga, porque, ¿qué es la persona?, ¿qué eres?, ¿qué soy?, ¿qué somos?, ¿qué es lo que no soy, o qué es lo que soy?
Una primera respuesta sería, soy todo aquello con lo cuál me identifico. Aja!, esto ya está más definido. Porque si he estudiado económicas, ejerzo como economista y vivo gracias a ello, no soy psicólogo, no soy abogado, no soy profesor de secundaria, no soy jardinero. ¡Soy economista! Digo que soy economista porque me identifico con la profesión que ejerzo, por tanto, en parte soy a través de aquello que hago. Como este ejemplo, podríamos recorrer toda la actividad que una persona puede llevar a cabo para ser a través de ella, ya que se identifica con ella. Padre, español, esposo, profesor, amigo, navegante, etc.
Pero ahora bien, alguien podría decir, pues soy una persona, un ser humano, y ser un ser humano nos pone al nivel de todas las personas de este planeta, por tanto nos homogeneiza con el resto de la humanidad. Sí, es cierto, es una categoría muy amplia, pero sigo siendo a través de identificarme con algo, en este caso, el colectivo humanidad.
Pero yo me pregunto, puede uno ser más allá de lo que hace, de los roles que ha asumido o representa, de las categorías a las cuales se suscribe. ¿Puede uno ir más allá?, ¿puede uno ser sin identificarse con todo esto? Alguien podría decir que entonces uno ya no tiene identidad, porque sí es cierto que todo lo anterior construye, en parte, nuestra identidad como personas. Es aquí donde entraría el elemento transpersonal, en el cuál no voy a entrar ahora.
La siguiente pregunta sería, bueno, y si mi identidad se construye a base de identificarme con lo que hago y los roles que asumo y adopto en relación con el entorno en el que vivo, qué parte de mí es la que se identifica, qué parte de lo que constituye mi persona es la que se asocia con algo exterior. La primera respuesta que a uno le viene es, pues la mente, los pensamientos, no es cierto? Posiblemente, así que tocamos de lleno en esa ciencia que llamamos psicología, la ciencia de la mente. Pero en mi opinión, para dar en la diana, habría que hablar de la conciencia. La conciencia es la que se identifica y es la que construye una identidad, una persona.
La siguiente pregunta sería, y qué es la conciencia, de qué conciencia estás hablando, la conciencia moral, la conciencia social… evidentemente no. Cuando hablo de conciencia hablo de la capacidad que tenemos de darnos cuenta, de saber que estoy escribiendo, de saber que sé que estoy escribiendo, de saber que sé que sé que estoy escribiendo, es la experiencia subjetiva. Gracias a la conciencia experimentamos. Es la facultad por excelencia, es el “último misterio” por resolver… aunque algunos creen haberlo resuelto, no está resuelto porque en mi opinión, la conciencia es sinónimo de vida, y el misterio de la vida es un misterio que será siempre insondable, aunque avancemos en su comprensión hasta lugares insospechados.
Pues bien, la verdadera terapia es la que trabaja con la conciencia, porque el sufrimiento es la consecuencia del no darse cuenta. No darse cuenta de cómo sentimos, cómo pensamos, como nos relacionamos, como hablamos y cómo se relacionan entre sí todos ellos. Cuando cada parte va por un lado distinto, es entonces cuando aparece el sufrimiento. Así que el sufrimiento es la consecuencia de nuestra inconsciencia de lo que somos.
Tratar de hacer consciente lo inconsciente para poner en coherencia todas esas partes, es para mí el trabajo de la verdadera terapia. Como podemos ver, nuestra conciencia se puede identificar con muchos niveles de la realidad que vivimos, y unos más que otros tienen diferentes niveles de profundidad. Al nivel al cuál uno quiere llegar, es al nivel al cuál uno está preparado para ver. Porque hacer consciente es iluminar lo no visto, es darse cuenta de lo inconsciente, es ver lo que no veíamos, es ver lo que posiblemente no queríamos ver, y eso, no gusta.
La siguiente pregunta sería, y bien, si la terapia consiste en transformación a través de hacer consciente lo inconsciente, para integrarlo en la conciencia, ¿cómo se produce esa transformación?, ¿cuál es el camino?, ¿cuál es la terapia ideal?, ¿cuál es la mejor terapia? No hay mejores o peores terapias, cada una ayuda y sirve para cada momento del camino, y cada terapia debería ser fuente de transformación para lo que cada persona necesita en cada momento. Cada cuál ha de encontrar la que mejor le ayuda en cada momento. La técnica es el medio para conseguir el fin, la transformación de la conciencia, y no todas las técnicas funcionan para todo el mundo, pero una técnica bien empleada es lo importante, siempre que, en mi opinión, ayude en la consecución de este objetivo, porque en él radica el éxito del cese del sufrimiento.
No obstante, no hay mejores o peores terapias, hay mejores o peores terapeutas. En mi opinión, un terapeuta, es aquel que ayuda a reflejar en el otro, lo que éste le muestra inconscientemente para sí mismo. Comúnmente llamado transferencia. El terapeuta es un espejo, un espejo que cuanto más limpio esté, más fiel será la imagen que devuelve al que se quiere conocer a sí mismo. Por este motivo, no hay mejores o peores terapias, hay mejores o peores terapeutas. Porque el trabajo de terapia es un trabajo sagrado, en el que se trabaja con la conciencia de la persona que viene a pedir consejo o ayuda, y por tanto, estamos trabajando con la vida.
El terapeuta también es una persona, y como tal, también es inconsciente de su propio mundo interior, o debería ser consciente de que es inconsciente. Y por tanto, también debe hacer consciente su inconsciente para transformarse en una persona más coherente, más libre, más sabia. Si no se hace, el terapeuta, como persona, transfiere sus propias historias personales que pueden emerger en el transcurso de una terapia, de una relación con otra persona, y por tanto, no refleja la imagen que la persona que viene a terapia proyecta, sino que la mezcla con su propia historia personal. Es lo que Freud denominó la contratransferencia. Pero este asunto ya es responsabilidad de cada terapeuta. Por este motivo, aquellos terapeutas con esta conciencia, agradecen a sus pacientes o clientes (como se les quiera llamar) que vengan porque gracias a ellos se conocen más a sí mismos. Cada visita es una nueva oportunidad para el propio terapeuta para conocerse mejor a sí mismo. Consciente de sus propias proyecciones, de sus propias respuestas emocionales internas desajustadas a la realidad, son indicativas de que algo pasa, algo hay que hacer consciente. Y cada paciente puede ser una oportunidad para conocerse a través del otro.
Terapias… nadie salva a nadie, solo uno se salva a sí mismo. Nadie transforma a nadie, nadie puede transformarse por otra persona, nadie puede traspasar el umbral de una puerta por otra persona. Un terapeuta abre la puerta para que éste ponga el pie al otro lado. El terapeuta es un artista, un facilitador de esta transformación. En mi opinión, esto es así porque la transformación ocurre en la propia conciencia de la persona, y es éste quién ha de trabajar sobre sí mismo para que esto ocurra. El terapeuta es un guía, un ayudante, un facilitador, un catalizador de reacciones en el interior de la conciencia de la persona, es alguien que ya ha pasado o debería haber pasado por donde el paciente va a pasar o podría pasar para poder guiar. No se puede guiar en terreno desconocido.
La terapia es un arte, y es la conjunción del conocimiento, la intuición y la experiencia. La transformación es la meta en sí, porque mientras estemos en esta dimensión con tiempo y espacio, siempre habrá cambio, siempre habrá transformación. Solo en el no-tiempo, no-espacio, dejaremos de evolucionar, de transformarnos. Transformarnos expandiendo nuestra conciencia hacia las múltiples dimensiones de nuestro ser hace que sondeemos lo insondable, hace que la transformación sea tan profunda que nunca seremos aquel de ayer porque habremos muerto para volver a renacer. La conciencia va más allá de los límites de nuestro cuerpo, y se expande hasta los confines del Cosmos. Hacer consciente nuestra naturaleza fundamental, es transformarse en un ser transpersonal porque se hace consciente de que lo es todo y no es nada. Y que el todo y la nada son un Uno indivisible. De nosotros depende hasta dónde queramos llegar.
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