Llevo muchos años dedicados, principalmente, a trabajar con personas sin más contenido ni objetivo que la persona misma. Después de estos años ¿qué es lo que puedo decir de la persona?
Primero, que cada vez que el ser humano tienen ambiente y oportunida-des para ser humano, lo es. Como dice Rogers, el asunto no es darle poder a la persona para que sea persona; simplemente, no hay que quitárselo. Quiero decir con esto que las personas somos personas por naturaleza. No es ni la educación, ni la sociedad, ni la historia, ni el futuro lo que nos hace así. Somos así. Es nuestro irrevocable modo de existir, nuestro sí mismo, nuestro organismo.
No creo que sea necesario centrar la educación en la persona para que la persona sea persona, pero sí es necesario que la educación recibida por la persona esté centrada en ella.
¿Y qué es la persona? Obviamente, un ser de naturaleza confiable. ¿Acaso yo no confío en mí? ¿Y usted en usted?
Kafka, en su cuento “La Metamorfosis”, nos exige imaginar a un hom-bre que se va transformando en cucaracha. Sí, aunque difícil, es posible que, alguna vez, un ser humano se haya “sentido” cucaracha o tal vez, semidiós. Otra cosa es que lo sea de verdad, de realidad, ónticamente. No tenemos más remedio las personas que ser personas. Ello consiste simplemente en ser; en ser lo que somos y no lo que no somos. En ser y no aparentar ser.
La persona es un ser sobre el cual nada se puede decir sino se interac-ciona con él. No hablemos de la persona; hablemos con la persona. Y sabremos, no qué es, sino quién es. La persona no es un concepto. Somos tú y yo. Nada abstracto, sino de carne y hueso y hasta atractivas. Somos personas atractivas, tendemos a acer-carnos tanto como para hacernos eternos.
La trascendencia no circula en torno a nosotros como el smog. No. La trascendencia la llevamos intronizada en cada célula. En cada célula nuestra y en cada célula del Universo. Yo soy, tú eres, nosotros somos. El universo se expande y con-trae por obra y gracia de nuestra vida y muerte.
Somos ya. No intentes creer que ya has muerto o que aún ni vives. Somos ya por obra y gracia del Amor. Somos benditos y bendecidos en el Amor. Si Dios nos hizo... y a su semejanza, ¿de qué dudas?
La persona no es algo, somos nosotros. Y, entonces, ¿qué te puedo de-cir de aquellas personas con las cuales has interaccionado profundamente y de mí mismo? Primero, que, para hacerlo, no hemos necesitado ni libros ni programas, sino nuestros propios seres en juego. Que para hacerlo hemos centrado nuestra percepción y capacidad de darnos cuenta, simultáneamente y sucesivamente, en nosotros mismos. Hemos descubierto y aprendido de nosotros mismos. Que somos permanentemente organismos en interacción con el ambiente, la naturaleza, el pasado, el tiempo, la fan-tasía, los seres, nuestro cuerpo y lo impronunciable.
La soledad es un mito. Hemos descubierto y aprendido que cambiamos para permanecer y permanecemos para cambiar. Arrastramos nuestra identidad y no-identidad consigo mismo como retorno al futuro.
El movimiento no es un mito. Hemos descubierto y aprendido que, del mismo modo que sabemos obstruirnos, sabemos construirnos y que no nos está permi-tido perder nuestra orientación, pues ella subyace en lo íntimo de nuestro ser. Siendo libre, siempre optamos por elegir nuestra propia fuente.
El determinismo es un mito.
Y hemos descubierto y aprendido que la persona crece como crece el árbol y la mariposa nocturna. Si posee ambiente y oportunidad, florece y revolotea en torno a la luz. Si no, tiende a ese ambiente vital con determinación y fe.
Pato Varas
Hace 25 años tuve una depresion tan fuerte que mi Psicologa recomendo que viajara a Chile por un mes para hacer terapia con el Dr Patricio Varas Santander en un centro que el tiene, puedo decir que en ese encuentro mi vida dio un giro de 360 grados para mejorar mi calidad de vida y mi actitud ante la misma.
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