Creo que todos hemos sentido una sana envídia cuando conocemos a parejas que siguen juntas después de muchos años y que tienen una relación de complicidad y apoyo. Cuando vemos estas parejas con frecuencia nos preguntamos: "¿pero, cómo lo han conseguido?".
Nos dejamos llevar muchas veces, en las relaciones amorosas que establecemos a lo largo de la vida, por muchos mitos o ideas irracionales, que aunque pasan los años, siguen manteniéndose en nuestras relaciones y, sobre todo, en nuestras mentes.
Entre estos pensamientos irracionales se encuentra la idea tan extendida de que el amor todo lo puede, de que, si realmente la otra persona me quiere, debe darse cuenta de cómo estoy, de que debe saber qué me gusta o qué no me gusta, de que debe adivinar mis sentimientos...
Es muy frecuente que también pensemos que si encontramos a nuestra pareja y nos queremos mucho, con eso es suficiente y lo demás es todo salvable.
Pero la realidad, siempre tan tozuda, nos demuestra que no es así.
Las relaciones de pareja son relaciones, como casi todo en la vida, que hay que trabajar, es decir, a las que hay que prestar la debida atención y fomentar, mediante el trabajo diario como si de un entrenamiento se tratara, el respeto, la comunicación, la comprensión, el apoyo, la escucha... y la aceptación incondicional del otro, sin intentar cambiarlo. Aunque esto no debe suponer que no debamos modificar determinados hábitos y conductas a la hora de la convivencia, del día a día.
Solamente así las parejas funcionan.
Por eso no es verdad que después de muchos años juntos las relaciones de pareja sean peores. Muy al contrario, el grado de ajuste, si se ha basado en todo lo que anteriormente decíamos, de comunciación, respeto y preocupación por el otro, es mayor y eso es lo que envidiamos cuando vemos a parejas que en la última etapa de su vida siguen queriéndose y "viéndose".
Llegar a conseguirlo es cuestión, como casi todo, de intentarlo.
Como acertadamente señala el título de un conocido libro sobre estos temas, en esta cuestión, "Con el amor, no basta".
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