Transpersonal, literalmente, significa más allá de la persona, más allá del yo o el ego, por tanto concierte a una dimensión que trasciende los límites personales y nos lleva a una realidad espiritual. En palabras de Michael Daniels (2005, p. 11), “el término transpersonal se refiere a las experiencias, procesos y eventos en los cuales el sentido limitado de nuestra identidad es trascendido, y un sentimiento de conexión con algo más grande, con una realidad más significativa es experimentado”. La Dimensión Transpersonal tiene que ver con la espiritualidad, con el camino de transformación personal que tiene lugar cuando tratamos de dar respuesta a la primera pregunta, ¿yo quién soy? Esta tarde, aquí, en la Universidad John Moores de Liverpool, he tenido el placer de disfrutar una clase sobre meditación con David Fontana, en la cual empezaba diciendo: “transpersonal significa más allá de la persona, pero, ¿alguien sabe lo que es la persona…?, [silencio] ¿qué somos?, ¿somos nuestros pensamientos, somos nuestra memoria? No, no lo somos. ¿Qué somos entonces?”.
En mi opinión, en la medida en la que vamos profundizando en la respuesta a esta pregunta, quién soy, se produce en nuestro interior una transformación. Una transformación que viene impulsada por un misterio al cuál intentamos acercarnos, y en nuestra aproximación nos encontramos con el misterio de la conciencia, con el misterio de la vida. ¿Por qué soy consciente, por qué tengo conciencia de mi experiencia?, es la conciencia el resultado de la actividad cerebral, y por tanto no soy más que mis neuronas y mi cuerpo, o mi conciencia va más allá de mis neuronas, de mi cuerpo… y si es así, qué es la vida entonces, porque si mi conciencia no es el resultado de la actividad neuronal de mi cerebro, cuando muere mi cerebro, qué le ocurre a mi conciencia si no es mi cerebro, ¿qué es entonces la muerte, qué es entonces la vida?
A medida que profundizamos en este misterio, y nos damos cuenta que no está tan claro que somos nuestras neuronas (considerando las implicaciones que tiene las experiencias cercanas a la muerte en pacientes con infarto cardíaco, entre otras), se produce una transformación personal que gradualmente tiende hacia la transpersonalidad, hacia una identidad (quién soy) que trasciende nuestro yo o ego y que se identifica con algo más allá. Pero este viaje interior hacia la experiencia de este misterio y por tanto, al conocimiento del mismo, es un viaje largo, lleno de paradojas, de pruebas, de retos, de trampas. Un viaje que tiene como destino último nosotros mismos porque no hay que llegar a ningún lugar, simplemente a una compresión profunda de lo que somos y quiénes somos. Un camino siempre en círculos concéntricos en espiral hacia una realidad más profunda de nuestra naturaleza y por tanto, de la naturaleza de la realidad en la que vivimos. El camino espiritual es un camino de transformación, y por tanto un camino de cambio continuo. Un camino de conciencia, por que es esta misma la que recorre el mismo; una conciencia que se expande en la inmensidad de lo desconocido, incluyendo en si misma aquello que ilumina en su camino. Y que en su expansión hacia lo desconocido diluye su propio centro en pos de una mayor conciencia global.
La Psicología Transpersonal es la disciplina científica que investiga sobre las experiencias transpersonales, procesos y eventos. Lajoie y Shapiro en un artículo publicado en el Journal of Transpersonal Psychology titulado “Definiciones de Psicología Transpersonal: los primeros 23 años”, hacen una investigación de la literatura transpersonal y recogen 202 definiciones de las cuales publican 40. Entre ellas la dada por Sutich A. en 1968, uno de los padres de la psicología transpersonal, en la que dice:
“Psicología Transpersonal (o ‘Cuarta fuerza’) es el título dado a una fuerza emergente en el campo de la psicología por un grupo de psicólogos y profesionales hombres y mujeres de otros campos que están interesados en el potencial y capacidades últimas del ser humano que no tienen un lugar en la psicología conductista o positivista (‘Primera Fuera’), en la teoría clásica psicoanalítica (‘Segunda Fuerza’), o en la Psicología Humanista (‘Tercera Fuerza’). La nueva Psicología Transpersonal que emerge está interesada específicamente en el estudio científico y empírico así como de una responsable aplicación de los descubrimientos relevantes sobre: los valores últimos, conciencia unitiva, éxtasis, experiencias místicas, autorrealización, el significado último, la trascendencia del yo, el espíritu, la unidad, la conciencia cósmica, la sinergia entre individuos y especies, la felicidad, lo sagrado, fenómenos trascendentes, percepción extrasensorial [entre otras que cita]”. A lo largo de otras definiciones podemos encontrar también, experiencias fuera del cuerpo, experiencias cercanas a la muerte, memorias de vidas pasadas, estados alterados, expandidos o no ordinarios de conciencia, amor, compasión, fusión con los otros, canalización, voz o guía interior, proceso creativo, iluminación, sincronicidad, capacidades psíquicas, etc.
Todas estas experiencias se enmarcan dentro de la investigación de la Psicología Transpersonal, no obstante, una significativa diferencia existe entre ser transportado o transformado por estas experiencias. En otras palabras, todas las anteriores experiencias pueden transportarnos por un breve periodo de tiempo a otro estado de conciencia, pero si esa experiencia no produce un cambio interno, ¿qué son entonces? ¿Habría realmente alguna diferencia entre estas experiencias y las experiencias en un parque de atracciones?
Los valores generales de la sociedad en la que vivimos tienden a enfatizar el consumo, en todo el espectro desde lo material a lo espiritual; a negar nuestra sombra y mostrar siempre la felicidad como algo a conseguir a través del tener o el pertenecer, no como fruto de la transformación personal; al hedonismo y la satisfacción inmediata, como modos de conseguir el tener o el pertenecer; esta satisfacción inmediata lleva a desarrollar un superficialismo en la observación, percepción, reflexión y la manera como se experimenta la vida y lo que ocurre en ella. Enfatiza el yo, el ego como realidad fundamental que hay que satisfacer fomentando el individualismo, la soledad, la competición, en definitiva produciendo una la alienación del mismo yo.
Las experiencias transpersonales pueden ser objeto de consumo espiritual, como medio para satisfacer a un ego y alargar el currículum espiritual, el currículum de seminarios, cursos, talleres, “workshops”, conocimientos, “terapias alternativas”, y aumentar así la ilusión de poder personal. La necesidad de satisfacción inmediata, la superficialidad y la negación de la sombra, provocan que estas experiencias se queden en un mero “fuego artificial” sin llegar a provocar una transformación interior. Una transformación no siempre es placentera, dado que la mayor parte de las transformaciones importantes se suceden a través de crisis internas que amenazan las estables estructuras psicológicas, y la resistencia a ese cambio siempre está presente. Como apunta Jorge Ferrer (2002, p.68), “la meta de la búsqueda espiritual no es tener experiencias espirituales, sino estabilizar la conciencia espiritual, vivir una vida espiritual y transformar el mundo correspondiente. Nunca se repetirá bastante que, independientemente de su cantidad, las experiencias espirituales no crean una vida espiritual”.
En mi opinión, un camino espiritual tiene que ir de la mano de un trabajo psicológico, de un trabajo de auto-conocimiento, auto-observación, auto-exploración, de hacer consciente el (des)equilibrio existente entre nuestras estructuras mentales y emocionales y nuestras respuestas en el día a día frente a las situaciones que nos presenta la vida. Un camino de hacer consciente las lagunas y carencias en nuestras propias estructuras psicológicas que nos merman libertad en las elecciones y decisiones que tomamos. De la mano también, la atención puesta en la sintomatología que el cuerpo nos presenta, el considerar al cuerpo como “semáforo simbólico” de una salida energética a incoherencias entre mente-emoción-acción (ver el libro La Enfermedad como camino). De un aprendizaje en la escucha del lenguaje del cuerpo, que tiene como resultado el inicio de la propia sanación (transformación interior), física, mental y emocional. Y si no se da la física, porque ya es irreversible, lo importante es la sanación de "las heridas del Alma". No obstante, considerar al cuerpo como el "Templo" en el que residimos implica que es el instrumento de expresión de nuestra conciencia, y por tanto, debe ser cuidado para la plena expresión de la misma (por tanto, alimentación, ejercicio, descanso, etc.).
Desde mi punto de vista, introduciendo la dimensión psicológica en el camino espiritual, ayudamos a que el desarrollo espiritual esté fundamentado en terreno firme; para que un árbol pueda crecer hacia el cielo necesita estar bien anclado en la tierra con buenas raíces. Cuando esas raíces son profundas, ni tormentas, ni fuertes vientos, ni riadas consiguen que ese árbol se desarraigue. Por este motivo, para llegar al cielo hay que estar primero bien anclado en la tierra, de lo contrario, puede ser peligroso, ya que corremos el riesgo de ser arrastrados por circunstancias que de vez en cuando la vida nos presenta y ponen a prueba nuestras raíces. Además, las raíces son fundamentales para que el árbol pueda dar frutos y enriquecer el entorno en el que se encuentra (el cuidado y la transformación del entorno, una conciencia Social y Ecológica).
La Psicología Tarnspersonal, en su nacimiento se focalizó, como explica Daniels, en todos aquellos aspectos positivos del ser humano (como queda patente en las experiencias anteriormente citadas), en reacción opuesta a la tendencia de la psicología de entonces (el conductismo y el psicoanálisis Freudiano), percibida por Maslow como "negativa" y "reduccionista". En consecuencia se ha promovido una psicología humanista y transpersonal muy entusiasta (explícitamente manifiesta en el New Aage), en la que el desarrollo personal se ha presentado como fácil, divertido, entretenido, siempre hacia adelante, y enfatizado por un "pensamiento positivo". En consecuencia se a ignorado la "sombra" de nuestra condición humana. Como apunta Daniels, "esta visión tan entusiasta lleva a una visión muy simplista e ingenua, del desarrollo transpersonal". Por estas razones quiero poner énfasis en la toma de conciencia de esta dimensión inconsciente llamada por C.G. Jung por primera vez como la "sombra". Y en esta "sombra" se encuentran nuestras raíces, las estructuras que nos permiten realmente anclarnos en la tierra y sanar las "heridas del Alma". Trabajando sobre estas raíces, podremos crecer hacia arriba con seguridad.
Por esta razón, está página se denomina Psicología y la Dimensión Transpersonal, porque son dos dimensiones que van de la mano. La etimología de la palabra psicología viene del Griego, “psyque” o Alma y “logia” o ciencia, por tanto, es la “Ciencia del Alma”. La Psicología Transpersonal rescata de nuevo esta antigua Ciencia del Alma, investigando rigurosamente este camino interior hacia la transpersonalidad.
Este portal pretende ser el nexo de unión de todo el mundo Transpersonal tanto en España, que por el momento no es mucho, como a nivel Internacional. Por este motivo, considero oportuno intercalar también documentos en inglés.
Por último, me gustaría citar de nuevo a Ferrer, porque la visión transpersonal no se limita sólo al ámbito de la psicología, sino que también encontramos antropología, psiquiatría, sociología, ecología transpersonal, en lo que podríamos llamar un movimiento transpersonal. Esta visión transpersonal debe repercutir en nuestro entorno, de lo contrario, por su propia definición de "más allá del yo", no será transpersonal.
“La teoría transpersonal, sin embargo, no es meramente otra disciplina académica. La visión transpersonal es una forma de pensar y de vivir el yo, los otros y el mundo que se puede manifestar de maneras diversas no sólo en los estados transpersonales, sino también en las relaciones, comunidad, sociedad, ética, educación, política, filosofía, religión, cosmología y en casi cualquier otra área del pensamiento, del sentimiento y de la acción humana. Es decir, la teoría transpersonal puede aportar un nuevo entendimiento y transformar prácticamente cualquier fenómeno en el que participen los seres humanos. Cuando digo que la visión transpersonal puede transformar el mundo, no estoy hablando en términos poéticos o metafóricos. Lo que estoy proponiendo es que la intención final de cualquier visión transpersonal genuina no es la elaboración de modelos teóricos para comprender los fenómenos transpersonales, sino engendrar una realidad intersubjectiva comparativa, una realidad transpersonal. La meta última de la visión transpersonal es facilitar el nacimiento de un mundo transpersonal”
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