Casarse, convivir sin casarse, vivir juntos pero aparte, nunca vivir juntos, da igual. La forma como se articula el amor de pareja se transforma según usos y costumbres, con la idea cada vez más apremiante de nivelar la preservación de la individualidad, de la autonomía, con el anhelo de cariño, afecto y refugio.
Si hay algo que no cambia, es que seguimos queriendo intercambiar amor en un contexto de pareja. Pero aun así, aquello que en un momento dado sentimos que es amor a menudo se acaba fundiendo y dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
Inspiradas en diversas fuentes de estudiosos del amor y de la pareja, estas son unas pautas que podrían llamarse universales o básicas, sin las cuales las parejas no podrían nacer y gozar de una vida saludable y longeva:
Para empezar bien
• Elegir la pareja de un modo correcto y sensato. Hay que tener en cuenta que somos atraídos por muchas razones. Puede ser que una persona nos recuerde a alguien del pasado, que nos cubra de regalos y nos haga sentir importantes. Es recomendable elegir una pareja de la misma forma que se valora a un amigo: tener en cuenta el carácter, la personalidad, los valores, la generosidad de espíritu, la relación entre lo que dice y lo que hace y su relación con otras personas.
• Conocer la idea del otro sobre las relaciones. En nuestro tiempo existe mucha diversidad de conceptos e ideas divergentes sobre las relaciones. Sería básico tener las mismas ideas al respecto.
• No confundir atracción física y compatibilidad sexual con amor. Aunque parezca un lugar común, al principio de las relaciones es muy fácil equivocarse.
• Conocer las propias necesidades y hacerlas saber al otro. No esperar que el otro las adivine. Si se ocultan las necesidades, estas actúan como una agenda oculta que puede generar resentimientos y rabia si no acaban siendo cubiertas. La honestidad es la base de la intimidad.
Para mantener una relación saludable
• Considerar el respeto como actitud primordial. Tanto en el interior como en el exterior de la relación, habría que actuar de modo que la pareja siempre nos pueda respetar. El respeto mutuo es esencial.
• Considerar a la pareja como un equipo. Esto significa ser dos individuos únicos que aportan activos y perspectivas distintos. El valor de un equipo se apuntala en las diferencias.
• Gestionar con inteligencia las diferencias; esta es la clave del éxito. Los desacuerdos no son los que hunden las relaciones. Lo que sí las destruyen son los insultos y la hostilidad. Todas las parejas tienen conflictos de intereses. Sólo sobreviven las que saben negociarlos. No se debe confundir ignorar el conflicto con la paz.
• No dar nada por supuesto. Si hay algo que no se entiende del otro, no dudar en preguntar, hablar, explorar, cerciorarse. No reaccionar antes de hacerlo.
• Resolver los problemas en el momento que surgen. No dejar que se acumulen resentimientos. Estos se transforman en defensas de uno contra el otro convirtiéndolos en extraños e incluso en enemigos.
• Cada pareja crea actualmente sus propios roles. Estos ya no son los heredados por la cultura. Por esta razón hay que negociar y renegociar constantemente cada acto para mantenerse fluidos y preparados para todas las nuevas situaciones.
• Escuchar al otro de modo muy atento. No dar por sentado que ya se le conoce. Saber sus preocupaciones y quejas sin juzgarlo. Darle espacio para que se abra en confidencias. Tratar de ver las situaciones también desde la perspectiva del otro, con empatía.
• Luchar por mantener la cercanía entre los dos. Cuando esta se pierde, la pareja se distancia y existe el riesgo de que se busque en otras personas esta intimidad.
• Estar atento al crecimiento de la intimidad entre los dos. Esta se nutre de honestidad y apertura, de confiarse los miedos, preocupaciones y tristezas así como las esperanzas y los sueños.
• Intentar no irse a dormir enfadados. Tratar de acercarse con algo de ternura.
• Disculparse mucho, sin orgullo. Todos cometemos errores. Toda pareja que funciona utiliza muchas formas de compensación por los errores.
• Mantener la dependencia de la pareja en un nivel moderado. La excesiva dependencia del otro para las propias necesidades es una causa de infelicidad para ambos.
• Conservar el autorrespeto y la autoestima. Es más fácil para los demás estar con alguien que se aprecia a sí mismo.
• Alimentar la relación introduciendo intereses provenientes de fuera de esta. Cuantas más pasiones tenga una persona en su vida, más tendrá para compartir. No es realista esperar que una sola persona cubra todas nuestras necesidades.
• Colaborar como actitud permanente. Compartir responsabilidades. No olvidar que la relación de pareja es un dar y recibir constante. No es un amor incondicional.
Para sobrellevar los bajones.
• Aceptar y reconocer que una relación tiene sus subidas y bajadas, no siempre está en estado de felicidad perenne. Resolver conjuntamente los malos momentos fortalece la pareja.
• Aprender de una mala relación mirándola como un reflejo de las propias actitudes. No limitarse a escapar de una relación deteriorada, sino también tratar de entender que parte de nosotros es responsable de su final. Intentar cambiar uno mismo antes de cambiar de pareja para no repetir los problemas con la nueva.
• El amor no es algo permanente y fijo. Es un sentimiento que puede crecer o morir, según cómo tratamos y somos tratados. La pareja no está asentada en un amor incondicional. Los dos son responsables de su cuidado y alimento por medio de un amor activo y atento al día a día.
Actitudes clave para una buena relación de pareja
1. Prestar total atención al otro.
2. Conocer bien y darse a conocer.
3. Respetarse mutuamente.
4. Discriminar entre lo aceptable y lo no aceptable.
5. Negociar las diferencias día a día.
6. Compartir responsabilidades.
7. Disculparse con frecuencia.
8. Responsabilizarse de mantener activo el amor.
9. Cumplir el compromiso bilateral de la pareja.
10. Pedir lo que se necesita.
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