Hay dos maneras prácticas de describir A.A. La prime- ra es la descripción conocida de su meta y de sus propó- sitos, que aparece en una de las páginas anteriores:
“Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperar- se del alcoholismo. El único requisito para ser miembro de A.A., es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honora- rios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras pro- pias contribuciones. A.A. no está afiliada a ningu- na secta religiosa, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en contro- versias; no respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.’’
El “problema común” es el alcoholismo. Los hombres y mujeres que se consideran miembros de A.A. son, y seguirán siendo siempre, alcohólicos. Llegaron finalmen- te a la conclusión de que ya no les era posible controlar de ningún modo el alcohol; ahora se abstienen de él por completo. Lo importante es que no tratan de luchar con- tra el problema por sí solos. Discuten su problema abier- tamente con los otros alcohólicos. El hecho de compartir su “experiencia, fortaleza y esperanza” parece ser el ele- mento básico que les permite vivir sin el alcohol, y en la mayoría de los casos, sin siquiera sentir deseos de beber.
La segunda manera de describir a Alcohólicos Anónimos es esbozar la estructura de la Sociedad. Numéricamente, A.A. consta de más de 2,000,000 de hombres y mujeres en 180 países. Estos hombres y mujeres se reúnen en grupos locales que varían en tama- ño desde un puñado de ex bebedores en algunas locali- dades hasta varios centenares en los centros populosos.
En las áreas metropolitanas puede haber veintenas de grupos vecinos, que se reúnen para tener sus reu- niones independientemente de otros. Muchas de esas reuniones de A.A. son públicas; algunos grupos tienen también sus “reuniones cerradas” en las que se incita a los miembros a que discurran sobre problemas que tal vez no serían apreciados en su totalidad por los no alcohólicos.
El grupo local, con sus reuniones locales que per- mite que los alcohólicos y sus familias se reúnan en un ambiente de amistad y mutua ayuda, es el núcleo de la sociedad de A.A. Actualmente hay diseminados
en todo el mundo más de 116,000 grupos incluyendo algunos en hospitales, prisiones y otras instituciones.
¿Cómo comenzó A.A.?
Alcohólicos Anónimos tuvo su comienzo en Akron, en 1935, cuando un hombre de negocios de Nueva York, que había logrado permanecer sobrio por prime- ra vez en varios años buscó a otro alcohólico. Durante los pocos meses de su recientemente adquirida sobrie- dad, el neoyorquino había observado que sus deseos de beber disminuían cuando trataba de ayudar a otros “borrachos” a intentar permanecer sobrios. En Akron, le dieron la dirección de un médico de la localidad, que tenía problemas con la bebida. Trabajando juntos, el hombre de negocios y el médico descubrieron que su capacidad de permanecer sobrios parecía estar muy relacionada con la cantidad de ayuda y estímulo que pudieran darles a los demás alcohólicos.
Durante los primeros cuatro años, la nueva asocia- ción se desarrolló lentamente, carecía de nombre, de organización y de material impreso que la describiera. Se establecieron grupos en Akron, Nueva York, Cleveland y algunos otros lugares.
En 1939, con la publicación del libro Alcohólicos Anónimos, del cual la asociación derivó su nombre, y con la ayuda de amigos no alcohólicos, la Sociedad comenzó a llamar la atención tanto en este país como en el extranjero.
Con el tiempo, se abrió en Nueva York una oficina de servicio que se encargó de atender a los millares de cartas que llegan cada año solicitando información y lit- eratura.
¿Existen reglamentos en A.A.?
La ausencia de reglamentos y disposiciones de carác- ter obligatorio es una de las cualidades más singulares de A.A. como grupo local y como asociación de alcance mundial. No hay estatutos que digan que un miembro tiene que asistir a determinado número de reuniones durante cierto período de tiempo.
Como es de suponer, la mayoría de los grupos tienen la tradición, no escrita, de que cualquiera que siga bebi- endo y que por su comportamiento interrumpa una reu- nión de A.A. tendrá que ausentarse de ella; la misma persona, sin embargo, será bienvenida en cualquier momento en que sus acciones no causen molestias. En realidad, los demás miembros del grupo harán cuanto puedan por ayudarle si es que sinceramente desea dejar de beber.

¿Cuánto cuesta ser miembro de A.A.?
Para ser miembro de A.A. no es necesario hacer gas- tos de ninguna clase. El programa de recuperación de los alcohólicos está a la disposición de cualquiera que desee dejar de beber, bien sea que carezca en absoluto de dinero o que posea millones.
En la mayoría de los grupos locales se “pasa el sombre- ro” en las reuniones para sufragar los gastos de arriendo y pagar los artículos que se consuman durante las reunio- nes tales como café, emparedados, pasteles o cualquier otra cosa que se sirva. En la gran mayoría de los grupos, parte del dinero que se obtiene por contribuciones volun- tarias pasa a la Oficina de Servicios Generales de A.A. y se destina a ayudar al sostenimiento de los servicios naciona- les e internacionales de la sociedad. Ese dinero se emplea exclusivamente para los servicios destinados a la ayuda de los grupos nuevos o ya establecidos y para difundir el pro- grama de recuperación entre “los millones de alcohólicos que aún no lo conocen”.
Lo importante es que el ser miembro de A.A. no depende en ninguna manera de que se contribuya a su sostenimiento. Muchos de los grupos, en realidad, han puesto un límite definitivo a la cantidad con que puede contribuir cualquiera de sus miembros. La sociedad de A.A. se sostiene por sí misma y no acepta contribucio- nes de fuentes ajenas.
¿Quién dirige A.A.?
A.A. no tiene gerentes ni personal directivo con poderes o autoridad sobre los demás miembros de la Comunidad. En A.A. no hay “gobierno”. Claro está, sin embargo, que incluso en una organización informal hay que hacer cierta clase de trabajos. En los grupos locales, por ejemplo, alguien tiene que encargarse de conseguir un lugar apropiado para las reuniones; es necesario planear las reuniones y sus programas; se requiere proveer café y refrescos, que tanto contribu- yen a hacer más agradable el ambiente durante las reuniones; muchos grupos también consideran conve- niente asignarle a alguno la responsabilidad de mante- ner el contacto con el desarrollo nacional e internacio- nal de A.A.
Cuando un grupo local está recién organizado, algu- nos de sus miembros asumen voluntariamente la res- ponsabilidad de actuar informalmente como servidores del mismo. Tan pronto como se puede, sin embargo, esas responsabilidades van pasando, por elección, a otros miembros del grupo y por períodos de tiempo limitado. Un grupo típico de A.A. puede tener un secre- tario, un comité de programas, un comité de alimentos,

un tesorero y un representante de servicios generales que representa al grupo en las reuniones regionales. Los nuevos miembros que hayan pasado un tiempo razonable de sobriedad son instados a que asuman parte de las responsabilidades del grupo.
Tanto en lo nacional como en lo internacional, hay también ciertas tareas específicas que llevar a cabo. Es necesario escribir circulares, imprimirlas y distribuirlas a los grupos o individuos que las soliciten. Es necesario contestar las preguntas que se reciban de los grupos nuevos o ya establecidos. Es necesario atender a las solicitudes de información sobre A.A. y su programa de recuperación del alcoholismo. Es necesario informar a los médicos, miembros del clero, hombres de negocios y directores de instituciones. También es forzoso man- tener relaciones con la prensa, la radio, el cine y otros medios de comunicación e información.
Para asegurar el sano desarrollo de A.A. los prime- ros miembros de la sociedad, junto con algunos amigos no alcohólicos, establecieron un consejo custodial, la Fundación Alcohólica, que se conoce ahora como la Junta de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos. Esta sirve de guardiana de las Tradiciones de A.A. y de sus servicios generales, y además asume la responsabi- lidad por las normas de servicios y la integridad de la Oficina de Servicios Generales de A.A. en Nueva York.
El lazo de unión entre los grupos de A.A. (de los Estados Unidos y el Canadá) y la Junta de Servicios es la Conferencia de Servicios Generales de A.A. La Conferencia, compuesta por aproximadamente 93 dele- gados regionales, se reúne durante varios días cada año con los Custodios de la Junta de Servicios y con los dirigentes de la Oficina principal de Nueva York. La Conferencia es exclusivamente una agencia de consul- tas y servicios, y no tiene autoridad para reglamentar o gobernar a los miembros de A.A.
Así, la respuesta a la pregunta de “¿quién dirige A.A.?” es que la sociedad es una organización democrá- tica que no tiene gobierno general y cuya organización formal se mantiene al mínimo.
¿Es A.A. una sociedad religiosa?
A.A. no es una sociedad religiosa, porque a sus miembros no se les exige ninguna creencia religiosa como condición para su ingreso. A pesar de que la aso- ciación ha recibido la aprobación y el respaldo de muchos clérigos, no está aliada con ninguna organiza- ción o secta. Entre sus miembros se incluyen católicos, protestantes, judíos, practicantes de otras religiones, así como también ateos y agnósticos.

El programa de recuperación de A.A. tiene induda- blemente como base la aceptación de ciertos valores espirituales. Cada miembro, como individuo, puede libremente interpretar esos valores como mejor le plaz- ca, o ni siquiera pensar en ellos, si así lo desea.
Antes de dirigirse a A.A., el alcohólico activo ha llega- do al convencimiento de que no puede controlar la bebi- da. El alcohol se ha convertido para él en algo superior a sus fuerzas y la asociación lo acepta en esas condicio- nes. A.A. sugiere que para lograr y conservar la sobrie- dad, el alcohólico necesita aceptar que existe otro poder superior a sí mismo, del cual debe depender. Algunos alcohólicos prefieren considerar que el grupo mismo de A.A. es ese poder superior. Para otros, este poder es Dios, como cada uno lo concibe. Otros más dependen de conceptos enteramente distintos del Poder Superior.
Algunos alcohólicos, cuando se dirigen por primera vez a la Comunidad de A.A., hacen ciertas salvedades definidas en cuanto a aceptar cualquier idea de la exis- tencia de un poder superior a ellos. La experiencia ha demostrado que, si consideran las cosas en forma imparcial y continúan asistiendo a las reuniones del grupo, muy seguramente encontrarán una solución aceptable de ese problema, que es netamente personal.
¿Es A.A. un movimiento de abstinencia?
No, A.A. no está relacionada con ningún movimiento de temperancia. A.A. “no respalda ni se opone a ningu- na causa”. Esta frase, tomada del plan general amplia- mente aceptado en lo referente al objetivo que persigue la asociación, puede naturalmente aplicarse a los llama- dos movimientos o cruzadas de abstinencia. Una vez que el alcohólico ha logrado volverse sobrio y está tra- tando de seguir el programa de recuperación de A.A., su actitud hacia el alcohol puede compararse a la de un individuo alérgico con respecto a las cosas que le pro- ducen alergia.
Aunque muchos de los A.A. comprendan que es posible que el alcohol le caiga muy bien a algunas per- sonas, saben muy bien que es veneno para ellos. Por lo general, un A.A. no desea privar a nadie de aquello que, bien manejado, puede ser una fuente de placer. Simplemente acepta que él, personalmente, no puede controlarlo.
¿Hay muchas mujeres alcohólicas en A.A.?
Diariamente aumenta el número de mujeres a quienes ayuda la Comunidad de A.A. en su problema de recupera- ción. Se calcula que por cada tres miembros de un grupo de A.A. hay una mujer. Lo mismo que los hombres del

grupo, las mujeres representan todos los grupos de la sociedad y todas las clases de alcohólicos.
La impresión general es que la mujer alcohólica tiene problemas especiales. Puesto que la sociedad tiende a colocar a la mujer en un plano superior al de los hombres, algunas mujeres pueden sentir que el abuso del alcohol es un estigma mayor para la mujer que para el hombre.
A.A. no hace distinciones de esa clase. Cualquiera que sea la edad, posición social, fortuna o educación de una mujer alcohólica, encontrará que, al igual que a los hombres, los A.A. la comprenderán y la ayudarán. Dentro de la organización de A.A. en sus grupos loca- les, las mujeres desempeñan papeles cada día más importantes. Ayudan a atender a los nuevos miembros y a planear y preparar las reuniones. Son parte inte- grante de toda la comunidad.
¿Hay muchos jóvenes en A.A.?
Uno de los aspectos más alentadores del crecimiento de A.A. es que constantemente crece el número de jóve- nes de ambos sexos que son atraídos por el programa antes de que sus problemas de alcoholismo resulten en desastre definitivo. Ahora que la naturaleza progresiva del alcoholismo se comprende mejor que antes, esos jóvenes reconocen que si uno es alcohólico, lo mejor es combatir la enfermedad en sus comienzos.
Cuando la sociedad de A.A. estaba recién fundada, se pensaba generalmente que los únicos candidatos lógicos eran los hombres y mujeres mayores que habían perdido sus empleos, habían desorganizado por completo su vida de familia o, en una u otra forma, se habían aislado de la vida social normal durante varios años.
Hoy en día, muchos de los jóvenes que acuden a A.A. apenas han pasado de los veinte años de edad. Otros aún no los han cumplido. Muchos aún conservan sus empleos y tienen sus familias. Muchos no han estado nunca en la cárcel ni en ningún asilo. Pero han presenti- do la suerte que les espera, reconocen que son alcohóli- cos y no ven el objeto que pueda tener el que dejen que el alcoholismo siga con ellos su curso desastroso.
La necesidad de recuperarse es tan fuerte en ellos como en los hombres y mujeres mayores que no tuvie- ron ninguna oportunidad de acudir a A.A. en su juven- tud. Una vez que se hacen miembros de A.A. los jóve- nes y los viejos rara vez se muestran conscientes de su diferencia de edad. En A.A. ambos grupos comienzan una nueva vida desde el mismo punto: el último trago.

REUNIONES DE GRUPO
Las reuniones de los grupos locales son el centro o núcleo de la Comunidad de A.A. Son, en muchos aspectos, un tipo muy singular de reunión y que segu- ramente puede parecer muy extraño a los recién lle- gados. Las preguntas que siguen dan una idea del modo en que se desarrolla una reunión de A.A. y del papel que desempeña un recién llegado como parte del grupo.
¿Cómo hace una persona para unirse a A.A.?
Nadie “se une” a A.A. en el sentido usual de la expre- sión. No es necesario llenar una solicitud. (En realidad, muchos de los grupos ni siquiera tienen lista de miem- bros). No hay que pagar cuota de matrícula ni contribu- ciones de ninguna clase.
La mayoría de las personas se asocian a A.A. con sólo asistir a las reuniones de un grupo local. Su intro- ducción puede ocurrir de varias maneras. Puede que, habiendo llegado al punto en que sinceramente querían dejar la bebida, se hayan puesto en contacto voluntaria- mente con A.A. llamando a la oficina local de A.A. ins- crita en la guía telefónica, o escribiendo a la General Service Office, Box 459, Grand Central Station, New York, NY 10163.
Otros pueden haber sido llevados a un grupo local de A.A. por un amigo, un pariente, un médico o un con- sejero espiritual.
Generalmente, un recién llegado a A.A. tiene oportu- nidad de hablar con uno o más de los miembros locales antes de asistir a su primera reunión. Tiene oportuni- dad de informarse sobre cómo A.A. les ha ayudado a esas personas. Obtiene información sobre el alcoholis- mo y A.A. que puede ayudarle a determinar si está o no sinceramente preparado para dejar el alcohol. El único requisito para ser miembro es querer dejar la bebida.
A.A. no hace cruzadas para conseguir nuevos miem- bros. En caso de que después de asistir a varias reunio- nes, el recién llegado decida que no le conviene seguir, nadie lo instará a que continúe en la Comunidad. Puede que se le diga que considere imparcialmente lo que debe hacer, pero nadie tratará de convencerlo de nada. Sólo el alcohólico mismo, y por sí mismo, puede decidir si necesita o no unirse a A.A.
¿Qué es una reunión “abierta”?
Una reunión abierta de A.A. es aquella a la que puede asistir cualquier persona de la comunidad, alco-

hólica o no alcohólica. La única obligación en que se incurre al asistir, es la de no revelar los nombres de los miembros de A.A. fuera de la reunión.
Una reunión abierta tiene generalmente un “direc- tor” y otros oradores. El director abre y cierra la reu- nión y presenta a cada uno de los oradores. Salvo en raras ocasiones, los oradores en esta clase de reunio- nes son miembros de A.A. Cada cual, a su vez, narra alguna de sus aventuras de bebedor que lo condujeron a ser miembro de A.A. O puede dar su interpretación del programa de recuperación e indicar lo que para él significa la sobriedad. Todas las opiniones que se den son personales, pues los miembros sólo hablan en su propio nombre.
Siempre que se pueda, los programas generalmente tienen a una mujer como oradora, y la mayoría de las veces se procura presentar oradores de diversas capas sociales y de distintos antecedentes y modos de beber.
La mayoría de las reuniones abiertas al público con- cluyen con un período de conversación entre los asis- tentes, durante el cual se sirve café, refrescos, empare- dados y pasteles.
¿Qué es una reunión “cerrada”?
Una reunión cerrada es sólo para los miembros de A.A., o para quienes tienen un problema con la bebida y tienen el deseo de dejar de beber. Las reuniones cerradas ofrecen a los miembros una oportunidad de hablar acerca de ciertos aspectos de su problema alco- hólico que pueden ser mejor entendidos por otros alcohólicos.
Estas reuniones generalmente se llevan a cabo tan informalmente como sea posible y en ellas se incita a los miembros a que tomen parte en la discusión sobre los asuntos tratados. Las reuniones cerradas son espe- cialmente provechosas para los recién llegados, pues les dan oportunidad de hacer preguntas acerca de sus propias preocupaciones y de aprovechar la experiencia de los miembros “antiguos” en lo relacionado con el programa de recuperación.
¿Puedo llevar parientes o amigos a una reunión de A.A.?
Cualquiera que se interese por A.A., bien sea miem- bro o no, puede asistir a las reuniones abiertas o públi- cas de A.A.* A los recién llegados, especialmente, se les invita a que lleven a sus esposas, maridos o amigos, pues si ellos entienden el programa de recuperación
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