Jamás puede alcanzarse la felicidad completa que las personas buscan como el objetivo de sus vidas sobre la tierra. Porque en su mayor parte se basa en cosas y personas, en lo que está fuerza del buscador, y en lo que es perecedero. La felicidad que ellos pueden alcanzar verdaderamente no es de esta índole, aunque puede incluir y realmente incluye, a la de esta índole. En su mayor parte se basa en pensamientos y sentimientos, en lo que está dentro del buscador.
La serenidad el discípulo debe mantenerse imperturbada, ya sea que él logre lo que emprenda o no, y ya sea que tarde o temprano pueda hacerlo. Porque no debe depender de estas cosas externas; debe depender de la realización interna de la verdad. Él debe hacer todo lo que es humanamente para lograr buen éxito. Pero una vez que hizo esto, debe seguir el consejo de Gita y dejar los resultados en manos de Dios o del hado. De este modo cualesquiera sean los resultados, ya sean favorables o no, entonces los podrá aceptar y conservar en paz en su mente.
Aunque tenga dudas sobre un resultado, favorable, deberá resignarse a la situación, cómo que ésta es verdaderamente, y precisamente ahora, la voluntad del Yo Superior. Mediante esta aceptación, se quieta el “aguijón”, y se practica la paciente resignación ante la voluntad divina. Entonces no sentirá frustraciones, sino que conservará incólume su paz interior. También debe recordar que no está solo se halla bajo la protección divina, pues si él es un verdadero discípulo, se ha entregado a su Yo Superior. Por lo tanto, que deje de preocuparse totalmente de este asunto, depositándolo en manos superiores y dejándole al Yo Superior los problemas. Que se niegue a aceptar la depresión y la ansiedad. Estas pertenecen al ego, al cual renunció. No tienen cabida en la vida de fe, confianza y obediencia, que es propia de la búsqueda. Que recurra a la oración para expresar esta humilde resignación y confianza en la guía superior, en la
creencia de que el Yo Superior maneja los resultados de este asunto en cuanto a que, al final, será realmente mejor.
El destino le provoca dificultades de las que a menudo no le es posible escapar. Pero lo que debe aguantarse, puede aguantarse de un modo u otro. Él puede ajustar sus pensamientos para aprender bien las lecciones de la experiencia. O puede abandonarlos, pues no necesita soportar el peso de la ansiedad, y recordar el relato del hombre en el vagón del ferrocarril que llevaba su baúl sobre los hombres en lugar de bajarlo y dejar que el tren lo llevase. Por lo tanto, que baje su “baúl” de problemas y deje que el Yos Superior los lleve.
Nadie más podrá darles felicidad si él (o ella) no la posee en sí. El romántico deseo de buscar en un segundo individuo lo que ninguno de los dos tiene, jamás podrá hallar una positiva consumación.
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