"NUNCA ES TARDE PARA LOGRAR TUS SUEÑOS"
por Concha Barbero
Lograr la confianza en uno mismo y desarrollar la creatividad puede parecernos, en principio, costoso, de tan arraigada como tenemos la creencia de “no ser capaces”. Sin embargo, la valentía de mirarnos interiormente y transformar lo que nos impide avanzar nos devuelve el precioso regalo de ver cumplidas nuestras expectativas.
¿Cómo empezó su viaje?
Estaba inmersa en un proceso de transformación personal muy gratificante, después de unos años de cierto desasosiego, que me conducía a encontrarme o, mejor dicho, a atraer circunstancias que no contribuían a mi armonía. Había superado todo aquello, gracias a diversas lecturas y conversaciones con personas que me ayudaron mucho, como indico en el libro. Por entonces, a través de esta misma revista, conocí el libro Persigue tus sueños, de Antoine Fillisiadis, publicado por Ediciones Obelisco, cuyo mensaje me impulsó a concretar la redacción de mi propio libro. Un tiempo después, vio la luz Palabras para el Bienestar, en el que abordo los pasos hacia una vida plena, y fue gracias al apoyo de la misma editorial del libro que me había estimulado ¿casualidad o “causalidad”?
¿Quiere decir que la vida nos ayuda con señales?
Estoy convencida de ello, siempre que actúes desde la honestidad y el trabajo personal; de lo contrario las señales existen, pero no las ves. En este sentido, creo que no fue casual que, en un momento de encrucijada en el que necesitaba canalizar mi energía hacia lo que me apasionaba, cayera en mis manos aquel artículo de Psicología práctica. Me presentaba el testimonio real de un escritor que había logrado su meta, cambiando su propia programación, y a una edad aproximada a la mía, casi en el filo de la media vida. Nunca es tarde.
¿Las personas solemos evitar hablar del cambio personal?
Claro, porque el cambio implica responsabilidad de tu vida y humildad para reconocer que, si quieres la transformación del mundo, has de empezar por ti. Son muchos los que se resisten a reconocer que deben hacerse cargo de su vida y, si se entra en razonamientos, enseguida aparecen respuestas demagógicas y derrotistas, como “el mundo es así” y “cada uno es como es”. Inicialmente, te incomoda escuchar ese tipo de comentarios, pero, a medida que vas entendiendo a la naturaleza humana, partiendo de tu propia observación, adquieres una visión más universal de todo, en la que no exiges, sino que aceptas, y asimilas que la decisión de cambiar es muy personal y que no estamos aquí para salvar ni convencer a nadie, sino para llenarnos de amor y repartirlo.
¿Quiere decir que la comprensión te lleva a la aceptación y al amor?
Así es; no podrías haberlo definido mejor. Y, a partir de ahí, te das cuenta de que todo sucede por algo y que de todo se aprende. Captas también que no debes forzar nada, sino empeñarte en lo que deseas, siempre desde el entusiasmo y la gratitud. Las cosas van encajando y la vida se acomoda a ti, y no al contrario. Es lo que Jung denominaba sincronicidad, porque lo que experimentas dentro se va manifestando fuera casi milagrosamente mediante “coincidencias”, que se dan porque es el momento idóneo para su revelación.
¿Por qué nos cuesta analizarnos?
Quizá porque, acostumbrados a pensar en negativo, solemos ver con más claridad nuestras “carencias” que nuestras virtudes, del mismo modo que nos detenemos más en aquello de lo que debemos cuidarnos que de lo que puede hacernos felices. La costumbre de mirar en gris no sólo ha tapado la belleza universal, sino también nuestro innegable brillo individual. Mucho por evitar la exposición a lo que denominamos “riesgo”, pero que debiéramos llamar “vida”, y otro tanto por vivir distraídos de tantas oportunidades como se nos presentan.
¿En qué ha cambiado usted fundamentalmente?
En lo relacionado con mi interioridad. Antes no me prestaba demasiada atención, porque me había olvidado de mí, tan interesada en complacer a otros y en tener todo hilado a mi alrededor. Aprendí, sobre todo, a quererme, porque esa era la causa por la que depositaba mi energía en otras personas, para que me aportaran lo que creía no tener... Y ya lo poseía; sólo había que descubrirlo. Es muy relajante darte cuenta de que no tienes que buscar el reconocimiento de nadie para sentirte bien. Curiosamente, después te llega ese respeto sin necesidad de pedirlo.
Y, una vez que descubres lo que te llena… ya es imparable
Ese es uno de los mayores beneficios de tu “esfuerzo”: encuentras el lugar que buscabas y, a partir de ahí, tu vida es dinámica e innovadora. Se acabó el aburrimiento. Vas hallando situaciones y personas (más señales) que te hacen crecer permanentemente. Y, dado que has detectado que casi todo depende de tu actitud y de tus elecciones, vives con la seguridad de poder seguir descubriendo y modificando lo que necesites en cada momento y dando rienda suelta a tu imaginación para crear. Siempre con el convencimiento de que la mejor forma de continuar atrayendo prosperidad a tu vida es mediante tu propia generosidad. En esta etapa, el sentimiento es de serenidad, no de euforia ni de búsqueda de reconocimiento; ya conoces tus capacidades, así que el ego le ha dado paso al ser para que tome asiento y disfrute.
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