El dicho reza “mejor solo que mal acompañado”, pero la soledad es una actitud que no está bien vista, los seres humanos son seres sociales y no se puede entender el deseo de estar lejos del grupo social.
El sentimiento de soledad es uno de los más sentimientos más difíciles de sobrellevar, el ser humano es social por naturaleza y precisa de los otros seres humanos para entablar relaciones personales y vivir de manera satisfactoria. Muchas personas aunque sean muy autónomas e independientes precisan, de una o de otra forma, la calidad de sus relaciones sociales para disfrutar de un estado de ánimo saludable.
El bienestar general de una persona necesita de la calidad de sus vínculos con los demás, los médicos determinan a la salud como el bienestar físico, psicológico y social.
La soledad por lo tanto es un elemento pernicioso para la salud social, que puede generar consecuencias muy negativas en la psicológica, tales como la tristeza.
La salud de una persona está comprometido a padecer daños depende de las relaciones sociales que forme, si no son satisfactorias, los sentimientos de soledad no demoran en presentarse.
Si los sentimientos de tristeza que son provocados por la soledad que se sostienen por un tiempo pueden presentar síntomas como la depresión, es por esto que es importante tener relaciones personales saludables y placenteras, algo que en ocasiones es muy difícil en un contexto social en el que prevalece el individualismo.
La soledad elegida es el estado de estar solo sin llegar a sentirse solo. Es un estado muy positivo y además constructivo, donde se puede utilizar para la reflexión o el crecimiento, como por ejemplo la lectura precisa de soledad profunda, el pensamiento y la creatividad también.
Es un medio para gozar de la tranquilidad, cultivar una sana soledad, es más que estar solo, es estar con uno mismo, pero la soledad no deseada suele estar asociada con emociones negativas que aparecen motivadas por circunstancias que la persona no ha escogido.
Cuando no se posee ningún vínculo con los demás o éstos son superficiales, suelen presentarse sentimientos de tristeza que perjudican al estado de ánimo y que reducen la motivación para vincularse.
El querer aislarse socialmente no es un deseo normalmente, existen personas que prefieren no relacionarse en exceso pero desearían tener vínculos sociales satisfactorios, aunque algo les impide relacionarse con más normalidad.
Las familias son menos numerosas, hay una mayor movilidad laboral y las poblaciones son cada día más grandes. Con este ambiente resulta más fácil que las personas se sientan anónimas y les resulte difícil sentirse parte de un grupo que sirva de apoyo para consolidar una salud social satisfactoria.
En esta sociedad hay un caldo de cultivo con los ingredientes ideales para que los vínculos personales sean más débiles, lo que conlleva a un sentimiento de soledad frágil.
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