El egoísmo se transforma en virtud cuando uno es consciente de pensar en su bienestar primero para, después, poder estar bien con los demás.
Vive sólo para ti si pudieres, pues sólo para ti si mueres, mueres", decía Quevedo.
Y es que ¿cuántas pequeñas cosas dejamos de hacer por los demás? El egoísmo es uno de los "pecados" que conviene relativizar y poner en tela de juicio. ¿Por qué no nos atrevemos a decir "no" a ese amigo que nos reclama para salir, si preferimos quedarnos tumbados en el sofá?
Tenemos tantos esquemas sobre lo que deberíamos hacer en cada minuto y en cada situación... Si estuviéramos pendientes de los demás en todo momento, todos acabaríamos actuando y sintiendo de forma similar. Nos convertiríamos en una sociedad uniforme.
Cierto es que, en principio, el egoísmo es un sentimiento insano. Cuando hay una exacerbación incontrolada del sentimiento del amor propio, y vivimos pensando y actuando sólo en nuestro propio beneficio, nos convertimos en tiranos.
Además, cuando el egoísmo es desmesurado, nos olvidamos de que vivimos rodeados de seres humanos que también son únicos y especiales, como nosotros. Actuamos entonces con una actitud hedonista, sin comprender que quien sólo vive para sí, ha muerto para los demás.
Cómo lograr ser egoístamente feliz
Pero hay casos en los que el egoísmo se convierte en sublime virtud. Hay momentos para pensar en los otros y momentos en los que debemos pensar en nosotros mismos.
Porque nadie es capaz de sentirse bien en compañía si antes no ha trabajado para aceptarse, respetarse y estar en paz consigo mismo, lo que significa trabajar por los propios deseos y ambiciones.
Conviene aceptar consejos y opiniones de los demás, pero pasándolos antes por el filtro del sano egoísmo. Y sabiendo que nunca vamos a gustar a todo el mundo... ¡es imposible! Buscar la aprobación y el amor de los otros es saludable y legítimo... si no nos hace olvidar nuestros deseos personales.
Contra la necesidad de aprobación
El egoísmo bien entendido puede salvarnos de dejar que los demás decidan por nosotros lo que por derecho nos pertenece. En ocasiones, tenemos que ceder y dejar a otros que decidan, o incluso que impongan su criterio. Acatamos las normas sociales, morales y éticas para asegurarnos una vida ordenada en sociedad. Lo negativo es seguirlas a rajatabla frustrando nuestros deseos.
Los tuyos estarán mejor
Cuando somos "egoístas positivos", procuramos que todos los seres que nos rodean estén bien, y esto nos hace sentir mejor. Creamos, entonces, un círculo positivo: "Yo estoy bien, los demás están bien; los demás están bien, yo estoy mejor".
Sé egoísta con el tiempo que te dedicas
Dedícate al menos media hora cada día a ti mismo, a estar contigo. Puedes realizar alguna actividad que te guste especialmente, hacer ejercicio, relajarte, meditar... el caso es que disfrutes de tu propia presencia sin condicionamientos externos.
Para lograrlo, aprende a negarte si alguien quiere interponerse entre ese tiempo y tú. Con el tiempo aprenderán a respetar tus decisiones aunque no
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