El amor aparece cuando no necesitas nada de los demás.
La vida es soledad. Nacemos solos y morimos solos.
Entre medio, a lo largo de la vida, nos relacionamos con muchas personas y grupos, pero en realidad, siempre estamos solos, porque somos seres únicos, caracterizados por una única identidad que no es posible mezclar con las de otros seres humanos.
Nos relacionamos mejor o peor, nos comunicamos mejor o peor, pero la soledad es la base de nuestra existencia.
Con la relación, con la comunicación, rompemos el aislamiento, salimos de nuestro autismo y nos acercamos a los demás.
Podemos compartir, podemos establecer vínculos afectivos, pero seguimos estando solos, viajando a través de la vida en perpetua soledad.
A través de la soledad podemos conocernos a nosotros mismos, profundizar en un auto conocimiento indispensable para el crecimiento interior.
Cuando creces en soledad, descubres también el sentido de la vida, el significado de la vida. Luchar contra la soledad es luchar contra un imposible.
Algo se convierte en un problema cuando lo etiquetamos como problema.
La soledad no es un problema, el problema es luchar contra la soledad. La mayor desgracia que le puede ocurrir a un ser humano es no aceptar su soledad, porque eso le convierte en un eterno buscador de fantasías, imaginando de forma equivocada que en algún momento futuro podrá romper la soledad.
Buscar en los demás lo que sólo está en tu interior es un camino hacia la frustración.
El amor sólo es posible cuando nace de la soledad.
Las personas que luchan contra la soledad se crean tantas necesidades en los demás que no les es posible acercarse al amor. Fingen amar, pero no pueden tener la experiencia del amor. No tienen nada que ofrecer.
La soledad, el conocimiento y la profundización en uno mismo, lleva automáticamente al amor. Únicamente la persona que puede vivir en soledad es capaz de descubrir el amor que existe en su interior y tiene la capacidad de ofrecerlo a los demás.
Sólo podemos dar y compartir lo que nos pertenece.
Todos los que te rodean, tus hijos, tus nietos, tu pareja, tus compañeros de trabajo, tus amigos, son unos completos desconocidos.
Y lo seguirán siendo, hagas lo que hagas, mientras sigas pensando que la felicidad depende de algo o de alguien exterior a ti.
No existe la posibilidad de no estar solo. Podemos engañarnos, crearnos ilusiones, auto-convencernos.
Pero la soledad siempre estará ahí. Profundizar en el conocimiento de ti mismo te permitirá darte cuenta de que no es posible mercantilizar el amor.
El amor puro, sin dependencias, sin esperar nada a cambio, sólo existe cuando no necesitas nada, cuando eres feliz por ti mismo.
Sólo en ese momento puedes compartir, porque tienes tanto que dar, tienes tanta felicidad en tu interior, que sería absurdo que no se expandiera hacia los demás.
No sigas buscando que alguien te de un poco de felicidad, porque tú ya estás lleno de felicidad.
El amor es dar esa felicidad que te llena, es compartir la totalidad de tu existencia.
¿Y qué ocurre cuando compartes la totalidad de tu existencia?
Camilo Huarca Santander (México)
Comentarios
Publicar un comentario