Puede ocurrir que algunos tengan experiencias ingratas con quienes consideraban buenos amigos, a pesar de conocerlos desde hace mucho tiempo.
La gente cambia, los hechos de la vida dejan sus huellas y no siempre todos pueden estar a la altura de las circunstancias.
Es necesario tener la fortaleza de alejarnos de las personas que pueden afectarnos de algún modo, aunque hayan sido buenos amigos.
Pero también se puede tener la tendencia de sentirse atraído por personas que pueden resultar nefastas y siempre vincularse con el mismo tipo de personas.
A veces, afinidades circunstanciales o cualidades superficiales pueden engañar al más cauto y descubrir más tarde o más temprano que se han ligado a personas dependientes, que se complacen en inspirar compasión y que impulsan a los que encuentran a su paso a ayudarlos.
Algunos eligen a sus amigos por su sentido del humor, o porque son divertidos, sin tener en cuenta otros valores que en una amistad son esenciales como la lealtad y la honestidad.
Las personas depresivas suelen contagiar su estado de ánimo al más optimista y a veces hasta se regocijan tratando de desmoralizarlos; y es difícil estar siempre dispuesto a levantarle el ánimo a otro que no hace nada por si mismo.
Las personas que no son estables emocionalmente no tienen la capacidad de mantener a sus amistades, porque son inconstantes, necesitan cambiar, se aburren, detestan las rutinas, se cansan de las personas y de las cosas, y carecen de sentido común y también de lógica.
El inestable se comporta impulsivamente y no se puede predecir su conducta. Confunden, inquietan y es imposible llegar a conocerlos.
Se pueden crear vínculos con personas con las cuales no se tiene afinidad de ninguna clase, a las que no se sabe qué decirles y que tampoco les interesa lo que hablamos. Son pseudos amigos que se comportan como islas, compartimentos estancos que se mantienen unidos a veces por conveniencia, por hábito o por compromiso.
También se puede estar ligado a quienes les satisface criticar a todo el mundo, sin saber que la crítica es un hábito dañino que no reporta nada positivo, deja a las personas vacías y tampoco permite ninguna reparación. No hay que olvidar que lo que más se tiende a criticar es la proyección de los propios defectos que no se aceptan de uno mismo.
Existen quienes pretender cambiar a sus amigos, porque no los aceptan como son y los hostigan con sus críticas, bromas o burlas supuestamente para su bien.
Una amistad exige disponibilidad, atención y presencia. Es importante interesarse por la vida de un amigo y que éste también se interese por el otro.
Las personas que saben escuchar, que miran a los ojos cuando hablan, que pueden compartir sus alegrías y tristezas, que no se avergüenzan de ser quienes son, que nos brindan reconocimiento, que son amables y disfrutan de nuestra compañía, merecen ser nuestros amigos.
Los buenos amigos se pueden contar con los dedos de una sola mano; son los hermanos que elegimos, fieles y sinceros, que nos quieren y que nos aceptan como somos.
La amistad tiene la cualidad de la justa distancia para poder ver las cosas desde la perspectiva del otro, condición que no siempre los vínculos familiares ofrecen.
La envidia, los celos, la intolerancia y la incomprensión impiden una relación de amistad, que no puede sobrevivir a estas emociones negativas.
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