A todos, más tarde o más temprano, nos tocan nuestras propias dosis de sufrimiento. Las causas pueden ser muy diversas pero el sentimiento que se experimenta siempre es el mismo: una mezcla de pena y dolor que genera ansiedad, frustración y desesperanza.
En nuestra cultura el sufrimiento se ha revestido de un cariz totalmente negativo pero lo cierto es que este sentimiento también posee su lado positivo, solo que en ocasiones nos resulta difícil entreverlo. En ocasiones el sufrimiento puede desvelar lo mejor de nosotros ya que nos fuerza a aprender de nuestros errores y a darle más valor a las cosas o a las personas que nos rodean.
Así, también el sufrimiento puede convertirse en oro, solo necesitamos saber cómo hacerlo.
1. Utiliza lo malo para apreciar lo bueno. La realidad es múltiple, cada situación contiene sus propios grados de dolor y placer. Lo ideal no es posicionarse en el lado extremo del placer sino encontrar un justo equilibrio.
El sufrimiento puede ser el camino para revalorizar las cosas buenas de la vida. Cuando te sientas mal, detente un momento y piensa en todas las cosas que tienes en este mismo momento y por las cuales puedes ser feliz. De seguro la situación no es tan negra como parece.
2. Comprende el sufrimiento como una oportunidad para crecer. Normalmente sufrimos porque algo no salió según nuestras expectativas, algo contrarió nuestros planes o interrumpió un estado de cosas que nos resultaba satisfactorio. En este punto no nos queda sino mirar atrás y aprender de los errores para no volver a cometerlos en el futuro.
El sufrimiento es una oportunidad para poner a prueba nuestras fuerzas y nuestra capacidad para salvar los obstáculos. En fin, el sufrimiento es el presupuesto de la resiliencia.
3. Fortalece tus relaciones interpersonales. Cuando las cosas van mal es cuando más necesitamos el apoyo de la familia y los amigos. Aprovecha este momento para crear lazos aún más sólidos abriendo tu mundo interior a los otros.
No todas las personas saben pedir ayuda y aceptarla pero esta habilidad es esencial para mantener el equilibrio psicológico. Una situación problemática que genera ciertas dosis de sufrimiento puede ser perfecta para conectar con los otros y salir fortalecidos de esta experiencia con una red de apoyo mucho más fuerte.
4. Escucha las emociones. La vida actual es tan agitada que deja muy poco espacio a la introspección. Sin embargo, para lograr un buen equilibrio psicológico es importantísimo que comprendamos nuestros sentimientos; es decir, que sepamos qué sentimos y por qué.
Cuando nos sentimos mal, en vez de huir del sufrimiento, simplemente esta podría convertirse en una ocasión para descubrir cosas de nosotros mismos que no sabíamos. Por ejemplo, ¿en cuántas ocasiones las personas han tenido que sufrir por una separación para darse cuenta que amaban profundamente a su pareja?
5. Sé más empático. Una de las quejas más usuales de las personas que padecen de trastornos mentales es que los psicólogos no logran comprender en toda su extensión el problema que viven. Y es cierto. Para comprender realmente su problema habría que vivirlo en carne propia. Por eso, el sufrimiento nos da la oportunidad de ser más humanos y de comprender mucho mejor las penas y desazones de las otras personas.
En resumen, el sufrimiento nunca es bienvenido, sobre todo en una sociedad tan hedonista como la que vivimos en la actualidad, pero si lo asumimos desde una perspectiva más positiva, puede convertirse en una oportunidad para crecer y aprender. De esta forma podemos aligerar su peso.
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