Más difícil que ser complicado es ser sencillo, sin embargo, la sofisticación y la ostentación tienen más prensa.
Ser sencillo significa tener la capacidad de ver lo obvio cuando todos los demás están tratando de ver el otro lado de las cosas.
La sencillez es el arte de ser simple, directo entendible y sin afectación, porque lo sencillo es lo transparente, lo que es fácil, sin agregados ni artilugios y que nunca se llega a perder en el laberinto de las complicaciones.
La sencillez se opone a la ostentación porque su cualidad esencial es no atraer la atención ni brillar, sino por el contrario anhela no ser notada y pasar desapercibida.
El que es sencillo va directo al grano, no da vueltas sin razón para lograr lo que se propone y no se demora en detalles; porque es expeditivo y rápido para decidirse y no se detiene en análisis.
A veces puede resultar incauto y fácil de engañar porque se expone con su ingenuidad al facilitar las cosas y al ser sincero en el trato.
La persona sencilla tiene una visión más totalizadora de la realidad, puede ver el conjunto y para conseguir lo que quiere busca siempre el camino más corto.
Tal vez no piensa tanto en las cosas porque son personas que prefieren más la acción que quedarse pensando en especulaciones que hacen todo más complejo, porque el hecho de comparar, medir y principalmente evitar equivocarse, entorpece y demora las decisiones.
El que es sencillo también es más accesible y fácil de entender; puede resolver situaciones con rapidez, salir con éxito de encrucijadas y solucionar sus momentos de crisis actuando con simplicidad y sin hacer ruido ni escándalo.
El que no valora la simplicidad confunde inteligencia con erudición, porque el erudito lo asombra con su locuacidad para tratar de impresionarlo ya que le importa poco si no lo entienden.
Hay muchos intelectuales que no aprecian la sencillez, ni las explicaciones simples, porque desconfían de las fórmulas simple y prefieren conceptos engorrosos y análisis profundos, porque están convencidos que la realidad es demasiado compleja.
Sin embargo, los descubrimientos más espectaculares se produjeron por casualidad, simplemente observando con interés los fenómenos simples de la vida cotidiana.
La persona sencilla en el hablar se muestra como es, muestra claridad en su pensar y capacidad para ver lo esencial; porque la sofisticación, que es el arte de la minuciosidad, de lo fingido, adulterado o falsificado, donde los decorados tienen más importancia que los contenidos, refleja la intención de aparentar lo que no se es.
Sofisticación es una palabra derivada de sofisma, que significa habilidad o artificio en la argumentación, destreza en la retórica y en el arte de persuadir que pretende confundir al interlocutor.
El que se destaca por su sencillez prefiere transitar por senderos llanos, no escarpados, porque se sienten seguros y confiados, no tienen nada que ocultar ni necesita convencer ni tener seguidores y solo se guía por sus objetivos claros.
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