Para vivir una vida armoniosa y equilibrada es necesario tomar decisiones correctas cada minuto de nuestra existencia.
La vida es un permanente desafío y es difícil no equivocarse; sin embargo resulta fácil hacer lo correcto cuando escuchamos nuestra voz interior.
Cada situación, importante o trivial, suele tener una sola opción correcta, aunque a la mente se le ocurran varias alternativas.
Esta disociación entre lo que dice la mente y lo que escuchamos interiormente es la que da origen al conflicto interno.
Fumamos otro cigarrillo sabiendo que nos hace mal, comemos un segundo plato estando ya satisfechos, tomamos otra copa sabiendo que tenemos que manejar; porque derrotar los hábitos dañinos es una de las cuestiones cotidianas que nos cuestan más.
Sin embargo, si nos concentramos en el impulso natural de progresar, evolucionar, avanzar para estar cada día mejor, evitaremos luchar contra nuestros impulsos, porque tendremos la motivación más importante para tomar la decisión correcta.
Según el Ayúrveda, las personas tienen impulsos naturales básicos que se manifiestan en cada situación:
el impulso de la acción por la acción misma;
el impulso de la acción para evolucionar;
el impulso de permanecer igual o de retroceder.
Estos impulsos son necesarios en la vida y la mente opera de acuerdo a ellos en forma instintiva; pero en cada persona domina uno de estos impulsos.
Existen personas de acción, por la acción misma, que son impacientes, impulsivas y extrovertidas.
Personas a las que les agrada la acción para desplegar su creatividad, evolucionar y favorecer su vida.
Las que prefieren estar siempre igual porque disfrutan de la rutina y tienden a mantener las cosas estables.
Cualquiera sea la tendencia que domine, la más saludable y digna es la que impulsa a la acción creativa y a progresar.
Las personas que naturalmente desean avanzar en la vida son las que tienen la fuerza de la pureza que evita que tomen las decisiones incorrectas, porque son las impurezas mentales las que nos apartan de ellas.
Las impurezas mentales son los miedos, la ira, la ambición, el resentimiento, la autocrítica, los problemas familiares o laborales, los duelos, la inercia mental, el entorno desfavorable, el contacto con personas o situaciones negativas y los entretenimientos violentos o nocivos.
La meditación o la oración son los medios más eficaces para limpiar la mente.
Vivir de una manera creativa, orientados hacia el progreso, es lo que más se parece a lo que hace la naturaleza y que en el ser humano se manifiesta como instinto de equilibrio, dignidad innata, respeto por los otros y por la vida, y en la capacidad de amar.
Al vivir una vida de acción creativa y sana, permanecemos sin esfuerzo en la pureza mental, alineados con la naturaleza, que es lo que nos permite acceder a una evolución superior.
La pureza mental se puede incrementar consumiendo agua y alimentos puros, evitando las toxinas, durmiendo lo necesario, estando en contacto con la naturaleza, viviendo emociones positivas y estableciendo relaciones sólidas que permitan dar y recibir amor.
Las tradiciones más antiguas de toda cultura también recomiendan ser tolerante con todos, actuar en forma reflexiva y no impulsiva, evitar el enojo aunque se justifique, practicar relajación, evitar malas compañías, mantener el buen humor, acostarse y levantarse temprano y ser confiado y generoso con el prójimo.
Esa actitud básica hará posible que la naturaleza satisfaga las necesidades propias, que no haya nada que temer ni grandes esfuerzos que realizar.
Fuente: “La perfecta salud”, Deepak Chopra, Vergara, 1993.
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