Estudiar significativamente implica poseer ciertas capacidades básicas: lectura comprensiva, capacidad de concentración, autoconocimiento del estilo cognitivo que en cada estudiante prevalece (si le resulta mejor ver, escuchar, graficar), manejo de técnicas de estudio, habilidad para programar, entre otras. Esta serie de aptitudes si bien requieren ciertas potencialidades naturales, son todas perfectibles a través de la práctica y el deseo de superación.
Quien no posee lectura comprensiva, será incapaz de desentrañar el sentido del texto que pretende aprender, y por lo tanto será tarea vana leerlo una y otra vez, pues sólo se conseguirá “repetirlo como un loro” como vulgarmente se denomina al aprendizaje por repetición, y pronto será olvidado. El que no aprendió a leer entendiendo siempre está a tiempo de lograrlo, aunque obviamente cuanto antes se inicie en esa técnica, antes se alcanzarán los resultados satisfactorios.
Se debe primero leer todo el texto, y luego de comprender de qué se trata, ir haciéndolo párrafo por párrafo, con un diccionario al lado si es necesario, dedicándole el tiempo indispensable para poder reproducir lo que dice con nuestras propias palabras (parafraseo). Una vez que entendimos lo que el autor quería transmitirnos debemos reconocer las ideas principales y subrayarlas, haciendo idéntico procedimiento con los párrafos siguientes.
Con esas ideas principales, elaboraremos un cuadro sinóptico, y luego un resumen o preferiblemente, una síntesis.
Recomendaciones: no nos quedemos con el cuadro sinóptico solamente para el repaso, pues tenderemos a memorizarlo, debemos también añadir el repaso de la síntesis. Tratar de exponer lo aprendido (si el examen es oral, verbalizándolo; si es escrito, plasmándolo en un papel) pues muchas veces nos parece que entendimos pero no podemos expresarlo. Esto significa que aún falta otro, u otros repasos.
Por último tratar de ejemplificar, para aplicar lo teórico a casos concretos.
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