El minotauro, que significa toro de Minos, es el monstruo cretense con cabeza de toro y cuerpo humano que pertenece a la mitología griega.
Era hijo de Pasífae, esposa de Minos, rey de Creta, y del toro blanco que Poseidón le envió a Minos para que lo sacrificara.
Habiendo ignorado el deseo de Poseidón de sacrificar al animal, Minos recibe el castigo de que su esposa engendre un monstruo.
Para ocultarlo, la bestia es encerrada en el laberinto que había construido Dédalo, permaneciendo allí mucho tiempo aterrorizando a la población, ya que nadie se atrevía a enfrentarlo.
Androgeo, hijo de Minos, envidiado por los atenienses, es asesinado. Su padre, sediento de venganza decide atacar con su ejército a Atenas por sorpresa y los vence.
Después de haber ganado la guerra de Atenas, Minos negocia la paz con los atenienses con la condición de que deberían alimentar al monstruo con siete jóvenes y siete bellas doncellas vírgenes, como tributo, hasta que alguno de ellos fuera capaz de vencerlo.
Tres años pasó la ciudad de Atenas entregando a sus más valientes hombres y bellas mujeres, hasta que Teseo, único hijo del rey de Atenas, con ayuda de Ariadna, hija mayor de Minos, utilizando un hilo para orientarse y no perderse en el laberinto, logra darle muerte.
La imagen del minotauro representa la sombra, todo lo negativo que tiene un ser humano, sus deseos irracionales, sus crímenes y sus peores vicios.
El minotauro es el símbolo de la sombra que todos tenemos oculta y que no queremos ver ni aceptar pero que proyectamos más allá de nosotros mismos en los otros.
El minotauro permanece cautivo, nadie lo ve ni lo oye, como nuestra sombra, que apenas llega a la conciencia como una leve sospecha de su existencia.
Reconocer la sombra que todos tenemos dentro como nuestra parte más instintiva, primitiva y feroz, pero que a su vez contiene nuestro potencial, es avanzar hacia la posibilidad concreta de la autocrítica y de hacer desvanecer toda maldad, porque abrazar la sombra de nosotros mismos es mejor que negarla.
Se puede empezar no juzgando más a los demás; porque si somos sinceros y capaces de aceptar nuestra sombra, nos daremos cuenta que nosotros también somos capaces, en la misma situación de hacer lo mismo.
Quizás, lo mejor sea dejar de considerarnos como centro de referencia y dejar de intentar imponer nuestras ideas a los demás, viéndonos cómo actuamos desde afuera.
Así como el hilo de Ariadna pudo guiar a Teseo hasta el minotauro la razón es la capacidad que tenemos para guiarnos en la vida y a diferencia del laberinto, que sólo tiene un centro y una sola senda para seguir, ver que la vida tiene muchos caminos y destinos.
La realidad actual es más dinámica y se caracteriza por la mayor expansión y por la rapidez de los cambios que brindan la posibilidad de elegir el camino y el horizonte.
Los mitos son leyendas que tal vez alguna vez fueron en parte verdaderas pero que el tiempo fue cambiando para ayudar a los seres humanos a entender la realidad según las necesidades de cada época.
Antecedieron al logos, pero continúan siendo una antigua fuente de sabiduría, la manera que tenían nuestros ancestros de transmitir valores y ejemplos de vida.
Cada relato es un símbolo, un arquetipo de las distintas situaciones humanas que se deben atravesar en la vida.
Los protagonistas fueron hombres valientes, dioses que tenían la fuerza que necesitaban para enfrentar todos los desafíos.
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