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El camino alternativo y las relaciones personales


“Cuando uno cambia, cambia todo lo que te rodea, unas veces se rompen relaciones, otras se transforman por completo, otras se enriquecen”

“El camino espiritual te puede conducir, en ciertos momentos, a una soledad en la que nunca te sentirás solo. Antes, siempre estabas en compañía, pero casi nunca ibas contigo. Vuelves la vista hacia atrás y ves, difuminada, la silueta de algunos amigos que han quedado en el trayecto; otros permanecen a tu lado aún, preguntándose por qué no te reconocen y por qué tienes ese imán”
Concha Barbero

¿Qué ocurre a nuestro alrededor cuando nosotros cambiamos en algún aspecto o emprendemos un camino alternativo? ¿Cómo se lo toman nuestros padres, pareja, amigos, hijos o compañeros de trabajo?. Concha Barbero, autora de “El don de vivir como uno quiere” y otras obras, reflexiona sobre las relaciones personales ante los cambios en la vida y las distintas fases por las que todos pasamos…

En algún momento de tu vida te das cuenta de que de ti depende, que de tu actitud derivan tus circunstancias, y no al contrario, y que influye más en tu progreso lo que creas sobre ti que lo que opinen los demás. Entonces, tu vida cobra un mayor sentido.

Vas descubriendo tu fuerza interior, tu grandeza y la de todos los seres humanos. Adquieres la responsabilidad de quien eres y deduces, porque lo estás experimentando, que el secreto de la felicidad está en ti.

Te interesas por lo de dentro y sabes que es determinante para lo que sucede fuera, que todo es lo mismo. Verificas también que según te trates te tratarán y que lo que das te lo estás dando. Vives más conscientemente.

Estás seguro de tus pasos, pero tu cambio genera cierto desconcierto entre las personas de tu entorno. A algunos les gustabas más antes, tal vez porque eras más manejable. A otros, les extraña tu nuevo comportamiento, que, sin embargo, podría resumirse en que ahora te quieres más y que, por ello, estás disponiéndote para querer de verdad.

Cuando tú cambias, cambia todo lo que te rodea.

Pero hagamos un repaso por la tipología de relaciones que pueden verse “afectadas” por tu evolución:


Padres
Nuestros padres nos han enseñado lo que sabían y con sus mejores intenciones, por lo que les debemos estar agradecidos. A partir de ahí, es nuestra responsabilidad autoanalizarnos, revisar nuestras creencias, quedarnos con las que nos hacen felices y modificar aquellas que entorpecen nuestro crecimiento.

Cuando tomas la decisión de “rehacerte”, tus padres pueden sentirse algo descolocados al comprobar que parte de sus enseñanzas se han visto transformadas, que sus creencias ya no son tus creencias, que de aquello que te transmitieron a través de la educación hay aspectos que no acoges. Muestran celo por esa otra forma de entender la existencia y, en tal caso, pueden resultar un pequeño obstáculo (marcado por la potencia de los afectos) a salvar en tu desarrollo.

Normalmente, aunque su ego se vea tocado, acaban por aceptar tus puntos de vista, porque, en el fondo, desean tu felicidad. El proceso de adaptación será más fluido cuanto más elevado sea tu nivel de comprensión y amor incondicional y cuanto más flexibles y maduros sean ellos emocionalmente. Recuérdese que la madurez cronológica
no siempre está relacionada con la psicológica.

Pareja
Cuando sólo uno de los dos en la pareja emprende su búsqueda interior, pueden darse varios hechos en distintas etapas, complicadas de sobrellevar en ciertos momentos. No tienen por qué ser iguales para todos, pero sí pueden darse estas circunstancias, que extraigo de mi libro Palabras para el Bienestar, y descritas con toques de humor en
estas cinco etapas:

Primera etapa:

El que busca cree haber dado con la clave de la felicidad, y mira de reojo a su pareja, rayando en el desprecio: “No tiene ni idea de lo que va la vida”
El que no busca le mira de reojo también, con asombro: “Ha perdido el juicio”
Segunda etapa:

El que busca se va dando cuenta de que no tiene aún la combinación que le abra la caja fuerte de la dicha, pero que observarse y observar a los demás le otorga grandes beneficios. Es, pues, más comprensivo y menos tajante en sus apreciaciones
El que no busca se tranquiliza, porque quien tiene al lado parece algo más cuerdo.
Tercera etapa:

El que busca se da cuenta de que su aprendizaje le está dibujando un mundo muy distinto al que creía conocer. Experimenta una mezcla de euforia y curiosidad insaciable. Quien tiene al lado está ahí, pero ahora no importa demasiado. Lo que importa es uno mismo.
El que no busca está algo irritable, porque su pareja no le presta mucha atención.
Cuarta etapa:

El que busca ha encontrado su poder. Sabe quién es y ya no desea volver atrás, ni lo desea ni puede hacerlo. Tiene muy claro cuál es su camino. Es menos vulnerable, se quiere más y, por lo tanto, exige todo el respeto del mundo. Vuelve a mirar de reojo a su pareja: “Hmmm, no sé, no sé…”
El que no busca está verdaderamente confundido y fastidiado. No sabe por dónde coger la situación, y piensa: ¡Qué le pasa! Ya no hay quien le domine.
Quinta etapa:

El que busca entra en una fase de espiritualidad, de búsqueda sosegada, en la que se da cuenta de que no puede dejar de buscar nunca más, porque cuanto más aprende, más desea aprender. Sabe que puede transformar todo aquello que no le guste de sí mismo, y que eso producirá un gran efecto a su alrededor.
Tras este proceso…

El que no busca puede tomar varios caminos:

Él o ella no es quien yo conocí, no puedo estar más a su lado
Me quedo junto a él (o junto a ella), porque tengo tal dependencia que, aunque no le entienda, le necesito
Me gusta lo que veo y trato de buscar mi propio camino a su lado.
El que busca puede tomar otras determinaciones:

No me entiende, ni nunca me entenderá. No me llena. Lo mejor es dejarlo.
Debo tener paciencia, puede que se le encienda la chispa y desee indagar dentro de sí.
Nadie tiene la verdad absoluta. Seguro que aprenderé mucho de él (o de ella) si le miro con los ojos del alma.
Cuando uno cambia, cambia todo lo que te rodea, unas veces se rompen relaciones, otras se transforman por completo, otras se enriquecen.

Hijos
Con tu despertar ejerces muy buena influencia sobre tus hijos. Ven que eres más feliz, por lo que deducen que pueden serlo; comprueban que desarrollas tu talento y entienden que ellos también son capaces de explotar su creatividad. Te ven más independiente, menos invasor, pero más presente y amoroso. Proyectas armonía y equilibras su entorno. Ellos no se comparan contigo, como hacemos los adultos (la comparación es la reina de las discordias en la que el ego es el rey), sino que te observan y aprenden de ti.

Como indico en mi libro El don de vivir como uno quiere, “La clave para la educación positiva de los más pequeños es el trabajo de las debilidades de los mayores. Así comienza el “trabajo en equipo”. Los padres queremos hijos felices, pero antes es necesario que aprendamos a serlo nosotros. Los adultos tenemos que recuperar la ilusión de los niños para poder sintonizar con ellos. Después ya podemos darles estas buenas lecciones de vida, desde el ejemplo” “Y abrirles la cortina del entusiasmo para que divisen la belleza que les queda por descubrir”.

Trabajo
Con este nuevo modo de Ser, la focalización idealizada de tu vida a un solo recinto – el del trabajo, por ejemplo- se expande, y esa apertura mental te deja ver la vida en su conjunto. Desmitificar, incluso, el edificio, el entorno laboral, te hace valorarlo todo más objetivamente, en su justa medida, y te libera de los miedos que proceden, en muchos casos, del apego a tu pertenencia estricta a algo reducido, comparado con la inmensidad de la existencia. Este sentimiento de universalidad te invita a trabajar más para el interés general que para tu beneficio. Lo haces con generosidad, no con egoísmo.

No esperas recompensas, pero obtienes muchas más satisfacciones.

Compruebas cómo libera sentirte ciudadano del mundo y partícipe de un proyecto profesional, pero también de otros muchos más. No siempre te rodeas de las mismas energías, pero tienes poder para dirigir la tuya en este sentido.

Y valoras que lo que debe importar en cualquier parte son las personas y sus relaciones sanas. Porque de las relaciones sanas con uno mismo y con los demás derivan también los buenos negocios.

Quien te ha conocido antes y después de este cambio, en este entorno tachado de competitivo, se sorprende de que no reacciones como antes, de que tengas un mayor autocontrol y de que estés más interesado en compartir que en competir, porque el concepto de éxito ha cambiado dentro de ti. Ya no persigues el reconocimiento exterior, sino que, al haberte reconocido a ti mismo, deseas disfrutar de tus valores en esta parcela en la que todos deberíamos mirar en la misma dirección, el bien común.

Amigos
El camino espiritual te puede conducir, en ciertos momentos, a una soledad en la que nunca te sentirás solo. Antes, siempre estabas en compañía, pero casi nunca ibas contigo. Vuelves la vista hacia atrás y ves, difuminada, la silueta de algunos amigos que han quedado en el trayecto; otros permanecen a tu lado aún, preguntándose por qué no te reconocen y por qué tienes ese imán.

Atraerás nuevas y valiosas amistades que buscan lo mismo que tú y con algunos llegarás a experimentar lo que es ser almas gemelas. Ellos saben cuál es tu secreto y tú el suyo, porque es el mismo. Estarán cuando los necesitas, del mismo modo que tú respondes a sus necesidades, pero sin apegos ni dependencias. La fusión puede ser metafísica, telepática o “real” y el núcleo, la Unidad.



Las cosas no son blancas o negras, por lo que cada persona tendrá sus propias circunstancias en los distintos espacios de relación. No obstante, si buscas algo más que lo establecido, es común que se dé un periodo de rebeldía de los que te quieren y te ven desde fuera; a ese periodo puede seguirle otro de aceptación hasta llegar, incluso, a la admiración y a la imitación. En otros casos, no habrá más remedio que poner distancia, porque no puede ser de otra forma, aunque debería ser sin traumas, de modo fluido.

Por tu parte, ya eres capaz de gestionar tus emociones y transformar la impotencia de sentirse incomprendido en aceptación de lo que es. Atraviesas también una fase de rebeldía ante las reacciones ajenas, en la que tratas de convencer a todos de la bondad de tus descubrimientos. Por fin, caes en la cuenta de que cada uno aprende a
su ritmo y que nadie está por debajo ni por encima de nadie, sino que todos estamos evolucionando, a ratos retrocediendo, a ratos avanzando, sea en el nivel que sea. Por consiguiente, la mejor forma de relacionarse consiste en Ser y en dejar Ser…

Concha Barbero

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