13 – REGENERACIÓN
(Extracto del libro “El Misterio de los Números de Ana Cuevas Unamuno)
Número ACTIVO- PASIVO (contiene al 4), es símbolo de transformación y transición de un plano al otro. Es un número Kármico que entraña una dura prueba, la de la Muerte y resurrección (teniendo en cuenta que hoy en día existe una fuerte tendencia a reemplazar el concepto estricto de muerte con el menos angustiante de “transformación” es importante discriminar que este número en sí mismo es significador de la muerte como parte de la realidad de la vida, independientemente de que implique por otro lado resurrección en otro plano u orden de la realidad. El trece nos enfrente a la conciencia y por lo tanto al DOLOR que implica la aceptación de mortalidad de todo, la valoración de ella como factor imprescindible para un nuevo nacimiento es posterior al dolor. (¡De lo contrario resulta en simple mecanismo de negación!)
Indica cambio de ciclo, el pasaje a un nuevo nivel espiritual donde obtendremos mayor libertad y dejaremos de ser esclavos de la preocupación material, pero para ello exige trabajar y no caer en la pereza, la negatividad y la ineficiencia.
En el Tarot corresponde al Arcano Mayor La MUERTE llamada también La Guadaña, cuyo significado es la transformación del hombre que ha experimentado el Sacrificio (12) y por ello puede ahora penetrar las profundidades del Averno antes de resucitar, tal como Jesús, (al igual que otros Dioses sacrificados) descendió necesariamente al sepulcro antes de su resurrección.
Cuando predomina el trece se deben rendir pruebas de eficacia en el plano material y la solución es el trabajo. La enseñanza de este arquetipo es la aplicación de la voluntad (1) en la resolución creativa (3) aplicada en la conquista y el correcto dominio de la materia (4).
La indiferencia, el descontento, la ineficiencia y sobre todo la negatividad y la pereza, deben ser erradicadas de la conducta o "La Muerte" nos rodeará y enseñará. Entendiendo por muerte toda “pérdida”, en cualquier plano. Por otro lado este número otorga coraje, fortaleza espiritual y resistencia para atravesar las pruebas.
Al ser número de muerte y renacimiento, (de resurrección), representa el proceso de descomposición, mutación y generación de la diosa madre, la eterna metamorfosis de la vida, se le llama por ello “la Segadora o la Guadaña”, tiempo de levantar la cosecha y dejar la tierra desnuda. Exige que al igual que la tierra experimentemos nosotros un desprendimiento para permitir un cambio de conciencia, una verdadera renovación.
Es un número difícil dado que en nuestro estadio evolutivo (paradigma de conciencia) no estamos dispuestos a atravesar gozosos el proceso de desmembración que él indica, nos resistimos al cambio, a permitir que un nuevo orden venga en reemplazo del viejo orden, nos apegamos y aferramos a lo conocido y tememos perder nuestro sentido de identidad frente a la posibilidad de desintegrar lo que llamamos "YO" y transformarlo.
Es el período de “La noche Oscura”, de Negra Aflicción, una etapa necesaria en el viaje hacia el autodescubrimiento tal como lo es en la naturaleza el invierno en que la fuerza vital se despliega en el interior invisible en el exterior. Los alquimistas le llamaban el tiempo de “morficación”.
Quien se resiste a él padece pruebas, obstáculos, dolores y pérdidas continuas, sintiéndose atrapado por un duro destino, sin embargo si el individuo se abre al cambio y actúa voluntariamente en su propia metamorfosis, puede alcanzar una profunda regeneración y como el ave fénix renace redimido de sus propias cenizas con un alto nivel de conocimiento y sabiduría práctica. Ha conocido el mundo subterráneo, comprendió a los "demonios" y las profundidades insondables del alma humana, es por tanto "luz" para otros. Ahora sabe que la muerte es un proceso de cambio y estabilidad, renovación necesaria. No puede ser manejado ni dominado, toma lo que quiere. Posee una fuerza dominante positiva y determinación espiritual. Resiste donde otros caen, persevera a pesar de la dureza de la vida sin perder la fe en sus fuerzas.
Para los Cristianos es número aciago por que en la mesa de la Última Cena el decimotercero Judas Iscariote fue el primero en levantarse y es el que traiciona a Jesús. Lógica deducción de un dogma que niega la presencia inevitable de lo que llamamos oscuro (por ignorado, rechazado, conceptuado de desagradable). En realidad el verdadero 13 es Jesús: “el Maestro”, quien vino a “transformar”, “matar el viejo orden para permitir la renovación y redención”. Judas que entre todos los discípulos era quien estaba más cerca de la maestría (y del corazón de Jesús) cumplió su papel de “Gemelo Oscuro” permitiendo que Jesús cumpliera su misión. ¡Sin Judas no habría crucifixión ni redención!. Por ello para los Cristianos Primitivos el acento no estaba en la traición sino en el Misterio Divino (que implica este número) como símbolo de la ESPERANZA redentora.
La estrella de Belén apareció en el día decimotercero del nacimiento de Jesús anunciando la llegada de los tres reyes Magos, portadores de la BUENA NUEVA.
En Escandinavia el Dios BALDUR fue muerto por una flecha mientras los otros doce dioses estaban sentados en la mesa, él estaba invitado mas no pudo llegar, le consideran por ello el número de las “Equivocaciones Mágicas” y es importante señalar que en la visión antigua fue justamente la muerte de Baldur Dios de lo Perfecto lo que permitió la evolución, el movimiento y desarrollo de la tierra medía, es decir del mundo terrestre, dual y concreto. (nuevamente vemos como solo la muerte permite la nueva vida)
Es el número de las Brujas que se reunían en el Sabbath, por estar relacionado el número con el ciclo de lunaciones anuales. Cada una de las brujas participantes representaba una luna, completando así el círculo del Poder Femenino.
Entre los Mayas y los Aztecas era el número de los Cielos y de los Dioses, tenia importancia en la construcción de su calendario.
Es el gran número de la ADIVINACIÓN.
Entre los pueblos del Norte de Europa el 12 era número de mala suerte (traía limitaciones y dolor) y el 13 de buena suerte, era el número de la Diosa Luna y por lo tanto del ciclo anual de la cosecha a la que esta íntimamente ligado.
Para los Griegos era mal día para Sembrar y para los Egipcios era el día en que los Dioses enviaban epidemias a la Tierra.
Mientras que para los Judíos es número de la Suerte ya que por orden del rabino Eliazar ayunaron 13 días y superaron una grave sequía.
La SUERTE buena o mala parece pertenecerle. En todo caso representa los procesos naturales que tanto dan abundancia como carencia de recursos al compás de las estaciones anuales.
Por ser número Lunar se asocia a los poderes ocultos u oscuros de las profundidades de ahí el sepulcro, el submundo infernal y la muerte donde va la semilla y sus representaciones los Dioses y Diosas “Semilla” tal como Tammuz, Isthar, Perséfone, como parte del rito de la vegetación.
El trece pues es promesa de regeneración, transmutación y señala el proceso de atravesar los reinos invisibles y las profundidades para poder regenerarse y retornar. Es en síntesis promesa de REDENCIÓN.
Es un número de advertencia que implica cambio de planes y lugares, transformación constante, por lo que debe hallar seguridad en sí mismo y allí estabilizarse.
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