Cada rencor es una negra barrera de odio. Y mientras esta barrera permanezca frente a tus ojos, no podrás ver el milagro que hay tras de ella. Sin embargo el milagro esta alli esperándote en la luz, mientras tú sigues guardando resentimientos.
"Ese alguien", suele ser muchos "alguien". Este por una cosa, aquel por aquella otra, si me pongo a pensar...¿cuántos "alguien" encontraré? De movida, aparecen unos cuantos, como cuando uno hace una zaranda. Son los más notables, los más recientes, los más viejos y perturbadores. He asignado papeles de "Jefe", de "amigo" de "político"....La mayoría son molestias momentáneas, algo así como viento que va y viene. Severo ha sido el agravio que he sentido de parte de alguien que actuaba como jefe. Un "alguien" aparentemente encantador pero asumiendo un personaje embaucador, mentiroso, falso. "Ese alguien" siempre actuó de buenito y simpático, y jamás me escuchó . Mientras tanto, veía que otras personas, con menos derechos y condiciones, si lograban ser bien tratadas!
Qué rabia le tuve, cuánto resentimiento guardé hasta hace poco. Mi ego estaba totalmente desquiciado. Y digo guardé, sin querer guardarlo, porque yo quería perdonarlo. Pero, no podía. Su último acto fue dejar un andamiaje para que yo enloqueciera. Esa fue su venganza
En la convicción de que es necesario desterrar del corazón cualquier negatividad, hago "mis deberes" para sanar cualquier situación. Este asunto era algo así como un cartel luminoso y trabajaba en ello. Hace poco una persona me preguntó por él. ¡Para qué! Luego de decirle que ya no trabaja allí, me despaché con ganas. Me dí cuenta de que, el recuerdo de esa persona continuaba maltratándome, y que, aún con las recetas aplicadas de tanto en tanto, no me había curado.
Y es que el perdón es algo tan sencillo como decidir perdonar. No hay fórmulas ni recetas para el perdón. Aunque el mensaje que cito más arriba pareciera ser algo así. No lo entiendo ni lo sugiero como receta terminante; sino como pista, como atenuante, para ir desarmando la estructura pesada del rencor. Algo así como antioxidante para algo muy férreamente agarrado. Y es eso el resentimiento. Es más que la rabia, porque la rabia puede pasar luego de un rato de furor. El resentimiento en cambio se va agarrando más y más, a medida que pasa el tiempo. Como una rosca oxidada precisamente, expuesta además a las inclemencias del tiempo.
Hoy, mientras trabajábamos alguien lo nombró. Y, la mención de su nombre pasó desapercibida para mí. Ya no me duele.
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