Las mujeres que están entrando en la edad madura y las que fuimos jóvenes durante las décadas de los sesenta y setenta hemos tenido vidas muy complejas, haciendo malabares con el trabajo y las relaciones, vigilando el reloj biológico sin descuidar nuestra trayectoria profesional, rompiendo con antiguas tradiciones y explorando nuevos ámbitos, y enfrentándose a situaciones y a elecciones personales mucho más complicadas de lo habitual.
Las circunstancias y las elecciones que hicimos a lo largo de nuestra historia personal, modelaron el curso de nuestras vidas.
Con nuestras experiencias aprendimos que una vida feliz no consiste tanto en crear cosas, sino en la habilidad y el tesón para utilizar las pruebas, los intentos y logros que se presentaron y se siguen presentando a lo largo de nuestra vida a fin de convertirnos nosotras mismas en una obra de arte viviente.
Comentarios
Publicar un comentario