La existencia es espiral,
con ciclos que se repiten,
como el día y la noche,
como la muerte y la vida...
Creemos superar etapas,
en procesos que parecen infinitos,
hoy reímos con dicha infinita
y mañana nuestros ojos se llenan de lágrimas...
Y es que caminamos en tierras inciertas,
entre la oquedad y el asombro
unos días sembramos
y otros cosechamos...
Pero siempre hay un aprendizaje,
siempre hay una enseñanza,
aveces entre delicados pétalos,
y otras entre amargos dolores...
Y así, entre el miedo y el amor,
entre el dormir y el despertar,
aprendemos a volar más allá de lo obvio
y a deshacernos de todo aquello que nos impide crecer...
Y entendemos un día bendecido
que nuestros sentidos sólo nos muestran apariencias,
que las cosas de éste mundo
no son más que humo y viento...
Para poder abrir las manos
y decirle al Universo que se lleve lo que quiera,
que nada fue nuestro,
ni aún nuestro ser...
Y así, con una lágrima alegre,
dejar ir, soltar,
liberarnos de tanto peso,
de tantas cargas...
Y recordar,
que más allá de las cosas del mundo
está la vida y está el Ser
y aún más allá, nuestra íntima verdad...
Entonces, libres, desnudos, serenos,
con las manos abiertas,
quizás recuperemos el sentido
para ser felices otra vez...
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