En los últimos años, el modo en que las personas enfocan las decisiones que implican una valoración del tiempo se ha convertido en un asunto de investigación importante para economistas y psicólogos. Existen tres tendencias que afectan a nuestra imparcialidad y explican cómo éstas nos pueden llevar a tomar decisiones poco acertadas, o incluso lamentables. Las conclusiones de este artículo nos pueden ayudar a mejorar la calidad de nuestras decisiones.
La primera tendencia, llamada descuento subjetivo, hace que tratemos el futuro como si fuera mucho menos importante que el presente. “Descontamos” el futuro a un nivel muy alto, y damos poca importancia al pasado lejano.
La segunda tendencia, la evaluación de las experiencias prolongadas, viene marcada por la manera que la previsión (antes) y el recuerdo (después) alteran nuestra percepción del valor de una experiencia. Aumentamos o disminuimos el valor de la experiencia dependiendo de si la comparamos favorable o desfavorablemente con nuestra situación actual. Además, solemos recordar la intensidad de un evento (una ofensa, un agravio etcétera) como la media entre el momento álgido y el final. Esta diferencia de percepción explica por qué preferimos saber las malas noticias lo antes posible y retrasar las buenas, de modo que podamos saborear más estas últimas. La clave está en ser consciente de esta tendencia y en usar el sentido común para entender cómo puede afectar la situación.
La tercera tendencia, las preferencias cambiantes, significa que el valor que asignamos a distintas alternativas varían a lo largo del tiempo, a causa de diversos factores, que incluyen la situación, la influencia social, la edad o la probabilidad que percibimos sobre posibles resultados. De todos modos, raramente somos conscientes de estos cambios en nuestras preferencias y asumimos que por lo general éstas no van a cambiar a lo largo del tiempo. Para superar esta tendencia, lo mejor que se puede hacer es tomar cierto tiempo para “refrescarse”, distanciarse y reevaluar la situación.
Las preferencias cambiantes llevan a otros cambios en la cuarta y última tendencia: la costumbre. Esta tiene lugar cuando nuestra actitud cambia a lo largo del tiempo. Por ejemplo, Cuando un hombre de mediana edad se enamora fuera del hogar, el cree que es para siempre e inmediatamente, actúa instintivamente, en lo que se llama decisión compulsiva. En ese caso, la decisión tomada no es la correcta.
Ser consciente y aprender eficazmente de experiencias pasadas puede ayudarnos a superar o reducir estas tendencias.
Las preferencias cambiantes llevan a otros cambios en la cuarta y última tendencia: la costumbre. Esta tiene lugar cuando nuestra actitud cambia a lo largo del tiempo. Por ejemplo, Cuando un hombre de mediana edad se enamora fuera del hogar, el cree que es para siempre e inmediatamente, actúa instintivamente, en lo que se llama decisión compulsiva. En ese caso, la decisión tomada no es la correcta.
Ser consciente y aprender eficazmente de experiencias pasadas puede ayudarnos a superar o reducir estas tendencias.
Por tanto, siguiendo unas guías muy simples antes de tomar una decisión, la mayoría de las faltas de imparcialidad más comunes que cometen las personas se pueden reducir mucho o casi evitarse, permitiéndonos tomar decisiones que conlleven un valor futuro más alto (¡aunque tal vez no sea inmediato!) y a una mayor satisfacción general.”
Por otro lado, y en relación a este tema, quisiera agregar también un resumen publicado recientemente por la revista Harvard Business Review sobre la toma de decisiones. En el mismo se menciona que las malas decisiones a menudo pueden rastrearse a la forma en que se tomaron: las alternativas no estaban claramente definidas, la información adecuada no se había reunido, el costo a futuro no se analizó.
Pero en ocasiones, el error está en el proceso de toma de decisiones en lugar de la mente del tomador de decisiones. La manera en que funciona el cerebro humano puede sabotear las elecciones que hacemos.
Pero en ocasiones, el error está en el proceso de toma de decisiones en lugar de la mente del tomador de decisiones. La manera en que funciona el cerebro humano puede sabotear las elecciones que hacemos.
Hay ocho trampas psicológicas que afectan la forma en que tomamos decisiones.
La trampa del anclaje nos lleva a darle un peso desproporcionado a la primera información que recibimos.
La trampa que nos inclina a perpetuar los errores del pasado.
La trampa de la evidencia corroborante nos lleva a buscar información que respalde una predilección existente y a descartar la información contraria.
La trampa del marco de referencia sucede cuando establecemos incorrectamente un problema, socavando todo el proceso de toma de decisiones.
La trampa del exceso de confianza nos hace sobreestimar la precisión de nuestras predicciones.
La trampa de la imprudencia nos hace engañarnos cuando hacemos estimaciones de sucesos inciertos.
Y la trampa del recuerdo nos impulsa a darle un indebido peso a hechos del pasado sin verdadera imporqancía pero que se los tergiversa ante los hechos recientes y dramáticos.
La mejor forma de evitar todas estas trampas es la honestidad con uno mismo.
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