Está demostrado que la memoria sufre de distorsiones, y los recuerdos, por ese motivo, no son todo lo fiables que hasta ahora hemos creído.
El empeño de hurgar en el pasado no es muy productivo, la verdad, y debemos dejarlo en un mundo de penumbras que no debemos transitar.
Todo aquello que el pasado sedimentó en nuestro pecho o en nuestra zona abdominal se encuentra actualizado en el presente en forma de sensaciones internas, profundas, íntimas y dolorosas en muchas ocasiones.
Lo peor es asustarse por esos sentimientos. Al aceptarlos y hacerlos parte de nuestro presente se diluyen con el tiempo.
Es más, yo recomendaría incluirlos en los ejercicios de toma de conciencia del presente como una parte más que percibimos en el aquí y en el ahora.
Los beneficios es de esperar que sean más rápidos y efectivos que ese zambullirse en un pasado movedizo que nos lleva a confusión.
En todo caso las revisiones del pasado deben ser cortas, precisas y contundentes. Allí donde haya alguna duda deberemos seguir hacia adelante y anclarnos de nuevo en nuestro "Yo como experiencia"
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