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La mala fe de los que abusan de la buena fe ajena


Hoy es habitual que nos encontremos con “maestros” o “gurús” poseídos del síndrome del poder y la fama; y que ante el hecho de haber sido DISCÍPULO DE o haber pertenecido a un determinado linaje, casta, escuela u organización prestigiosa, tengan el atrevimiento de “enseñar” aquello que no fueron capaces de vivir y llevar a la práctica cotidiana coherentemente, durante toda su “carrera”. En su mayoría no se trata de verdaderos guías, sino de personalidades enfermas que se alimentan y aprovechan de la vulnerabilidad ajena apelando al lucro, la mentira, el engaño, el hermetismo y la sexualidad como medios de manipulación.
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El abuso de poder, el maltrato acotidiano y la falsa espiritualidad están a la orden del día, aprovechando tu necesidad más intima de un buen referente, no es extraño -entonces- que abunden estos personajes cuando se nos está inoculando en forma permanente que "el fin de los tiempos ha llegado", y vivimos bajo el bombardeo del estrés cotidiano, alimentado por una cantidad de estímulos que nos hacen vulnerables. Por ello, ante la gran demanda de buenos referentes basada en una verdadera necesidad de guía y orientación, no es muy buena idea entregarse a estos falsos "portadores de verdad" que, en su gran mayoría son verdaderos manipuladores que viven gracias al desconocimiento y la buena fe de aquellos que le otorgan cierto poder sobre sus vidas.
En internet puede leerse mucho acerca de estos “prototipos”, sus características como persona, sus patologías y su conducta son rasgos comunes en esta clase de sujetos. Sin embargo, a muchos de nosotros nos cuesta creer que el mundo de la espiritualidad -y no solo el de las doctrinas e ideologías educativas, filosóficas, sociales y políticas- también se vea contaminado de tal forma.
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Vivimos tiempos de grandes cambios donde cada una de las estructuras en las que basamos nuestras creencias, y por ende nuestra propia existencia, se ven caducas y quebradas por esta misma necesidad de cambio, hacia una nueva forma de pensamiento que encaje con un nuevo estado evolutivo al cual estamos ingresando. Necesitamos una verdadera transformación.
No es extraño, entonces, que surja en nosotros una especie de revolución interna que nos anime y nos impulse hacia la búsqueda de un nuevo camino, el encuentro de nuevas respuestas que, para muchos de nosotros, se traduce en un verdadero CAMINO ESPIRITUAL. Pero para ello, justamente, algunas de las herramientas a las que debemos apelar y de las cuales no podemos prescindir son el sentido común, el discernimiento y la lucidez que mucho tienen que ver con nuestra salud mental y espiritual; sin olvidar que las experiencias previas vividas, de alguna manera nos marcan fuertemente a nivel emocional dando un rumbo distinto a nuestras vidas en el momento de hacer nuestras elecciones personales.
Por ello, es necesario ver desde qué lugar haces tu elección y desde cuál de tus aspectos personales depositarás tu confianza hacia ese otro que será quien guíe tu nuevo camino.
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Afortunadamente, no todo referente o líder espiritual tiene que ver con estas características. Cabe aclarar que los hay de verdad y que es un honor saber de ellos y experimentar su excelencia como verdaderos guías y maestros en nuestras vidas. Personas que viven en lo cotidiano una profunda espiritualidad, y que entre sus prácticas cotidianas se encuentran: el respeto hacia la individualidad y la identidad ajena, la diversidad, la libertad, la no violencia, el respeto por la vida.
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Aquí les transcribo algunas de las características que enmarcan el perfil y el accionar de este tipo de personas que, ciertamente, con un carisma muy particular, encubren una una larga lista de engaños, falacias y patologías que nada tienen que ver con la “investidura” de un verdadero maestro espiritual:
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Declarar la propia iluminación. Enfocarse en su propia iluminación en lugar de enseñar el camino para alcanzarla.
Ser incapaz de recibir críticas y cuestionamientos aludiendo a tu falta de fe, tu rebeldía y tu inseguridad. Son verdaderos maestros en el arte de manipular.
El mal trato generalizado. Actuar omnipotentemente y sin responsabilidad coartando, bajo diferentes pretextos, la libertad ajena.
Privación de la libertad. Incitar a sus seguidores al aislamiento, cortando todo lazo afectivo y sus lazos familiares, alegando que ello es necesario como prueba de un “buen discípulo”.
No practicar lo que predica.
Atribuirse el mérito sobre una técnica particular de meditación, sanación, etc. Con frecuencia a los estudiantes o seguidores se les prohíbe divulgar ciertas técnicas para mantener un tipo de derecho de propiedad intelectual, comúnmente debajo de la apariencia de enseñar una técnica correctamente. Esto puede tener un fundamento coherente ya que, sin la guía de un instructor experiemntado, puede haber ciertas contraindicaciones al trabajar ciertas técnicas en forma incorrecta; pero ¡ojo! hasta cierto punto, porque no siempre es así. En Yoga, por ejemplo, se aconseja que el aprendizaje del Pranayama, sea supervizado por un instructor verdaderamente capacitado, ya que estamos exponiendo no solo la salud de nuestro cuerpo, sino también la salud de nuestra mente y nuestro espíritu. En Yoga sabemos muy bien que nuestra respiración conecta con estos tres estadíos y que nuestra práctica debe realizarse en forma responsable.
Ser adorado y venerado, aún bajo presión. Demandar amor y devoción de sus discípulos, aún sin que se conozca en profundidad al referente que elegimos.
Vivir en la opulencia a costa de los donativos de sus seguidores.
Proclamar la erradicación del ego mientras alimentan el propio.
Impartir cursos y cursillos milagrosos, que no justifican su valor y cuya única finalidad es lucrar. Es improbable que se alcance una buena capacitación después de unos pocos cursillos de fin de semana obteniendo “extraños” diplomas o certificados. En nuestra sociedad al querer tenerlo todo ahora, deseamos ser capaces de comprar el desarrollo espiritual con un mínimo esfuerzo. También hay que evitar la acreditación sin sentido y aquellos cursos que no tienen validez a la hora de enseñar lo aprendido, ya que con frecuencia se utilizan sólo para fomentar que los alumnos y seguidores concurran cada vez a más cursos para terminar su preparación.
Tomar ventaja sexual de sus seguidores para obtener el manejo de sus vidas, aún bajo situaciones de extorsión. Degradar a seguidores del sexo opuesto, aludiendo a una condición de inferioridad, proponiendo ciertas técnicas abusivas para liberarse de tal condición.
La esclavitud. El abuso sexual en niños. Todo esto sucede más de lo que muchos creen.
Adular al otro y hacerlo sentir “especial” para cautivarlo. Un maestro verdadero permanecerá al margen y te permitirá tomar tu decisión sobre la aceptación de sus enseñanzas, sin tratar de influenciar el proceso.
Auto otorgarse a sí mismos menciones extravagantes. No satisfechos con ser meramente "un ser iluminado", instruyen a sus seguidores para ser llamados por ellos “Dios Encarnado”, “La Reencarnación de Buda”, “Cristo” o “El Elegido”.
Hacer reclamos falsos de linaje, esto se ve con mucha frecuencia y como nadie investiga si existe tal o cual linaje y si realmente pertenece a él, no es extraño que el linaje brille por su ausencia.
Presentarse a sí mismos sin fines lucrativos. Con frecuencia presentarán sus enseñanzas gratis, mientras animan fuertemente a sus devotos a hacer grandes donaciones. De este modo pueden aparentar estar por encima de consideraciones monetarias mientras mantienen su opulencia.
Utilizar pseudo-tecnologías. Muchas ganancias falsas y organizaciones se basan en rodearse de pseudo-tecnología en un esfuerzo para presentarse con medidores científicos, dispositivos específicos de comunicación espiritual, sanación, etc. Si bien existen herramientas que hacen un valioso aporte, en su mayoría son charlatanerías con las cuales se lucra sin beneficios reales para quien las adquiere. Ante el desconocimiento propio, es mejor informarse correctamente.

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