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Las experiencias infantiles del abusador




Echemos ahora una mirada al origen de la conducta del abusador. El abusador típico también creció en la Rea lidad I; en esa realidad el Poder Sobre y el dominio prevale cían junto al abuso verbal. También, como le sucedió a la parte femenina de la pareja, muchos de sus sentimientos no fueron validados ni aceptados. Pero contrariamente a lo que pasó con la mujer, él no tuvo un testigo comprensivo de su experiencia. Al no tener un testigo comprensivo, llegó a la conclusión de que nada estaba mal. Si nada estaba mal, sus sentimientos dolorosos no debían existir. Automáticamente dejó de experimentar esos sentimientos dolorosos. Los ex pulsó de su conciencia, les cerró la puerta e ignoró lo que había sufrido.
Al actuar así, también cerró la puerta a una parte de sí mismo. Se convirtió en un encarnizado adepto de la Reali dad I y, así como Hitler moldeó su conducta en base a la de su brutal padre, el abusador moldeó su conducta en base a la de los abusadores de su infancia. Se convirtió en un adepto al abuso verbal.Al no tener conocimiento de sus sentimientos -y de lo que sufrió-, él no pudo experimentar empatía y compa sión, por lo que no pudo cruzar el umbral y pasar a la Reali dad II, porque esa realidad estaba ahora detrás de la puerta cerrada. La ausencia o la presencia de un testigo solidario en la niñez determina que un niño maltratado se convierta en un déspota que vuelve contra los demás sus reprimidos sen timientos de desamparo o tal vez en un artista que puede revelarnos sus sufrimientos por medio de su obra.
Como el abusador siente que su conducta está justifica da y parece no alcanzar a comprender sus efectos, sólo pode mos suponer que él está representando sus sentimientos re primidos y que, por lo tanto, está actuando de manera compulsiva. Los abusadores buscan el Poder Sobre porque se sienten desamparados. Los sentimientos de dolor y des amparo que "no deben existir" y "no deben ser sentidos", en realidad existen; si no son sentidos, son representados.
Hace mucho tiempo, en su niñez, el abusador cerró la puerta a esos sentimientos. No podía hacer otra cosa para sobrevivir. La parte suya que alentaba otros sentimientos quedó viviendo detrás de la puerta cerrada. El niño sensible que permanecía adentro estaba, psicológicamente hablan do, encerrado en una tumba de profundo dolor.
Cuanto más tiempo pasa sin que el niño que está aden tro sea reconocido, más se encoleriza; en consecuencia, el abusador tiene que mostrar más ira. Alice Miller nos dice: Aunque la mujer trate de explicar a su compañero aque llo que la molesta, el abuso continúa. Las apelaciones a la compasión del abusador no son fructíferas porque el abusa dor no es empático.
Como señala Alice Miller, la existencia de un testigo comprensivo del sufrimiento de un niño es un prerrequisito decisivo para el desarrollo de la empatía en la edad adulta. Sin empatía el abusador no puede ser sensible a la angustia de la mujer.
Él representa sus sentimientos reprimidos haciendo a al guien lo mismo que a él le hicieron en la niñez. Como no puede expresar sus sentimientos, debe representarlos. Eso lo obliga a perpetuar el abuso. Aun así, los sentimientos de dolor y desamparo que alberga desde la niñez nunca se desvane cen. Solamente aumentan, como también lo hace su con ducta agresiva.
Sin embargo, cada instancia específica de agresión alivia momentáneamente los escondidos sentimientos de dolor y desamparo del abusador, que entonces son reemplazados por un sentido de Poder Sobre. Su necesidad de mantener a raya el dolor abrumador que "no debe existir" es una fuerza diná mica fundamental que lo obliga a buscar el Poder Sobre, el control, el dominio y la superioridad.
Además del sentimiento de desamparo, muchos abusadores tienen profundamente sepultado un sentimien to de culpa por haberse separado de su madre. Generalmen te se reconoce que los pequeños, niño o niña, se identifican en primer lugar con su madre. Pero sólo el niño debe rom per completamente con esta identificación para convertirse en un ser de otro sexo. La ruptura de este vínculo puede producir sentimientos de culpa, que se agravan si la relación madre-hijo no es psicológicamente sana. Si estos sentimientos no son resueltos, el hombre puede con siderarse superior a lo que rechaza y aprender a desdeñar todo lo que tiene relación con la femineidad. De ese modo él intenta "justificar" la separación de su madre y mitigar su culpa.En general podemos suponer que el abusador rechaza y niega un complejo conjunto de sentimientos. Cuando niega esos sentimientos, se niega a sí mismo. ¿Entonces quién es el abusador? Para los demás, puede ser alguien "realmente difí cil de conocer". Para sí mismo es quien él cree que es, una imagen ideal que tiene de sí mismo.Mientras no se permita que el niño interior sea consciente de lo que le sucedió, una parte de su vida emocional permanecerá congelada y su sensibilidad a las humillacio nes de la niñez estará consecuentemente embotada. Todas las apelaciones al amor, la solidaridad y la com pasión serán inútiles si falta este crucial prerrequisito de simpatía y comprensión. "El sentido que tiene el abusador de sí mismo no está ba sado en los sentimientos que alienta su ser, sino en una frágil construcción mental desprovista de Poder Personal. El Po der Personal es reconocido como la capacidad de saber, de elegir y de crear desde los cimientos de nuestro ser, es decir, desde la conciencia de nuestros sentimientos verdaderos. Al no tener el Poder Personal, el abusador busca constantemente el Poder Sobre. Necesita sentirse dominante y superior a su pareja. Algunos abusadores anhelan sentir la euforia que les produce el Poder Sobre.


El abusador no sólo se esconde a sí mismo sus sentimien tos, sino que hace lo mismo con su conducta. Su imagen ideal niega la realidad de sus motivaciones, sus compulsio nes y sus actos. Por ejemplo, un abusador extremadamente tenso, airado y explosivo, puede describirse a sí mismo como una persona tranquila y relajada.
Un abusador crítico y en juiciador puede describirse a sí mismo como alguien que acepta a todos y que toma a la gente tal cual es. Un abusador que acostumbra a socavar y trivializar a su pareja o que es fríamente indiferente, puede describirse como alguien que apoya a su pareja en todos los sentidos. Y un abusador que contradice, y humilla, puede describirse como una persona abierta a los más distintos puntos de vista. Muchos abusadores verbales se describen a la luz positiva de todo lo que antece de, mientras incurren en todas las categorías de abuso.
El abusador cabal puede definirse a sí mismo y a la reali dad interpersonal de manera tan convicente que la mujer llega a aceptar sus definiciones. Cuando acepta y confía, su confusión se incrementa.
Muchas mujeres han manifestado que la imagen de su compañero, en cuanto persona del Poder Sobre, variaba a lo largo del tiempo y según las diferentes circunstancias. Una mujer dijo de su compañero: "A veces es el Señor Hosco. A veces es el Señor Jovialidad. A veces es el Señor Sermoneo. A veces es el Señor Autómata. A veces es el Señor Savoir Faire. A veces es el Señor Furioso. Pero, para la mayoría de las per sonas es el Señor Buen Muchacho". La pérdida del sentido de sí mismo del abusador con los sentimientos de desamparo que eso conlleva, lo compelen habitualmente a aumentar su autoexaltación y a sentir más menosprecio por su pareja. Sin embargo, él no puede volver a la vida el sofocado sentimiento de sí mismo mediante el abuso. Como confunde excitación con vitalidad y triunfo con fuerza, sufre la constante necesidad de reforzar su ima gen ideal.
En general los abusadores verbales que se pasan a la agre sión física no reconocen su grado de violencia, aun en el momento mismo de ser arrestados. La negación del abusa dor surge del conflicto entre la persona que él cree que es y su compulsión de actuar agresivamente. Esta negación es una defensa contra la destrucción de su imagen ideal y una inmi nente crisis de identidad. Su identidad verdadera estaría en peligro si tuviera que admitir lo que está haciendo. Es por eso que los abusadores verbales nunca se disculpan sin ceramente. Una persona fuerte puede reconocer que ha actuado con debilidad; una persona segura de sí misma puede reconocer que ha cometido un error. Pero quien real mente se siente débil e inferior no puede hacerlo... Como los hombres abusivos secretamente se sienten muy débi les, se esfuerzan mucho más para negar sus sentimientos y proyectarlos sobre los demás; para cumplir ese propósito, el ser más disponible es su esposa.13
El abusador verbal se identifica con (cree que es) su ima gen ideal. En consecuencia, encubre su conducta con una negación aparentemente justa. Podemos comparar al abusa dor con el Mago de Oz. Cuando es desenmascarado, ya no parece ser la horrenda fuerza del Poder Sobre otros, sino una persona insegura y asustada. Sin embargo, esto no quiere decir que su pareja pueda "ayudarlo". También Hitler fue un niño abusado y cuando fue adulto expresó sus sentimientos reprimidos, como demuestra claramente Alice Miller en su libro For Your Own Good.
El abusador suele obtener apoyo para su imagen ideal por medio de la aceptación de los demás. En el curso na tural de una conversación, él puede deslizar un comenta rio sobre cómo apoya y aprecia a su pareja. Esto explica por qué a tantas mujeres verbalmente maltratadas la gen te les dice lo afortunadas que son por tener un compañe ro tan estupendo.
Hasta aquí hemos considerado la pérdida del sentido de sí mismo del abusador y su consiguiente necesidad de cons truir un cuadro mental o una imagen ideal de sí mismo. ¿Qué sucede entonces con todos esos sentimientos doloro sos que no deben existir? Como veremos más adelante, se proyectan sobre la mujer. A medida que pasa el tiempo, el abusador típico se siente cada vez menos inclinado a enfrentarse consigo mismo. Su dolor, su miedo y su odio hacia su persona crecen en una parte escondida, y como él se oculta a sí mismo esa secreta parte, está incapacitado para reconocer la fuente de esos sentimientos. Cuando afloran, para él la fuente de su desgracia es su pareja. Esto es una proyección.
Mediante esa proyección acusará a su mujer de todo lo que él hace y la culpará por todo el maltrato que él le inflige. Entonces ella se sentirá lastimada como lo estuvo una vez, lastimada y sin un testigo de su sufrimiento. Para el abusador, su pareja es una extensión de sí mismo. Cuando la ve, recuerda sus propios sentimientos oscuros, su propia vulnerabilidad, los sentimientos "que no deben exis tir", los sentimientos que deben ser controlados. En conse cuencia la mujer se convierte en el objeto de su control y este control se transforma en dominación.Parafraseando a Matthew Fox en la película The Burning Times, donde hay dominación hay proyección, y de la pro yección surge la negación.
En lo más profundo de su ser, el abusador teme al niño abandonado que vive en su interior, como si fuera dema siado malo para pensar siquiera en aceptarlo. Sin embar go este sentimiento no proviene de él sino de su pareja. Muchas mujeres me han dicho que cuando decían a sus compañeros que se
sentían heridas, ellos reaccionaban con acusaciones como "Ahora estás diciendo que soy una mala persona " o "Ahora me estás atacando". Esto es proyec ción; de otro modo, expresaría su profunda preocupación y pediría disculpas, o volvería a tocar el tema con empatía y comprensión.
Imagine, si quiere, a alguien cuya orientación psicológi ca esté fundada en el desahogo de una ira producida por el sentido de sí mismo, alguien que establece un sentido de Poder Sobre que refuerza su
imagen ideal -la construcción mental. de quién es- y se defiende de ser consciente de lo que está haciendo
proyectando sus sentimientos sobre su pareja. Este cuadro describe al abusador verbal.



Su vida se convierte en una batalla contra la depositaria de su proyección. Desde esa posición ella, al igual que el sentido de sí mismo, no debe existir. Él no puede verla tal como es ni puede ver su realidad.
Consideremos el abuso verbal a la luz de lo que sabemos sobre el rechazo que el abusador hace del sentido de sí mis mo, su imagen ideal, su proyección y su negación.
Resulta evidente que todo abuso es un intento del abusador de de fenderse de los sentimientos infantiles de ira, miedo y des amparo que están dentro de el y de protegerse contra el co nocimiento de lo que está haciendo. Teniendo esto presente, repasemos brevemente las cate gorías del abuso verbal y, desde esa perspectiva, veamos la forma en que todos los que buscan el Poder Sobre lo hacen para defenderse y protegerse de sus propios sentimientos re primidos y su carencia de Poder Personal.

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