Ama y haz lo que quieras.
No es mía la frase.
La dijo hace mucho tiempo un hombre que amó mucho falsamente, envuelto en sombras e inquietudes y después de desearlo y buscarlo con sinceridad y constancia, llegó por fin a amar mucho de verdad La VERDAD. Fue Agustín de Hipona.
Ama y haz lo que quieras.
Porque si amas bien, si tu vida está empañada de amor, si tu vida es toda ella expresión de amor, es seguro que cuanto hagas será fruto del amor.
Y lo que es fruto del amor verdadero, es lo más humano, lo más auténtico, lo más perfecto.
El peligro está en los equívocos del amor.
Los sucedáneos del café no son café.
Los sucedáneos del amor no son amor.
Si amas, si tu vida es expresión de amor, todo lo que hagas como expresión de ese amor estará bien. No es amor todo lo que suele llamarse amor.
Cuando amas de verdad a una persona todo lo que hagas a esa persona será fruto y efecto de tu amor. Y el fruto del amor nunca puede ser malo.
El amor a alguien es el sentimiento profundo y la actitud verdadera hacia esa persona para darle y hacer lo que es mejor para ella. Amor es el sentimiento subjetivo de ser de Unidad con la persona amada. Dios es Amor porque es uno en todo y con todas.
Hacer lo mejor para una persona no es siempre hacer lo que es más agradable para ella.
Lo mejor no es siempre lo más agradable.
Lo más agradable no es siempre lo mejor.
Lo mejor no es lo que a esa persona momentáneamente le resulte lo más agradable.
El amor no es ciego. Los instintos sí son ciegos. Y aunque hay que amar con el corazón, si el sentimiento amoroso es verdadero, los ojos del corazón verán lo que es mejor para la persona amada que no siempre coincide con lo más gustoso y agradable
Y cuando se ama de verdad a alguien no se puede excluir de amar a nada ni a nadie.
El amor para ser completo y verdadero, fruto de nuestra esencia humana y no solamente fruto de un interés egoísta o gusto aparente o momentáneo, debe ser universal.
Cuando el amor es verdadero, por el amor a alguien no se menosprecia u odia a nadie, aunque aparezca o sea enemigo de la persona amada.
El amor verdadero es incluyente. No excluyente.
El amor universal no es etéreo o vago, desdibujado, abstracto. No.
El amor universal es amor a todo y a todos. Pero concretado en cada momento en aquellas situaciones y personas con las que vivimos en ese momento.
Es frecuente ver a personas que se extasían hablando del amor universal y desprecian y calumnian a las personas que viven con ellas. Es la trampa del sentimentalismo del amor. Amar a todo el mundo es amar primero y ante todo a los que en cada momento están viviendo junto a mí.
El amor universal no es un recurso retórico para quedarse en meras frases sensibleras y bellas palabras.
El amor universal es y debe ser vida en cada instante, con todo, y con todos. Incluso con los que resultan antipáticos y odiosos.
Amar a los que llamamos "malos", no es simplemente respetar su modo de ser u obrar. Es aceptarlos y comprenderlos con el verdadero sentimiento amoroso por el que deseo para esa persona lo que es mejor para ella y estoy dispuesto a hacer por ella lo que realmente pueda en cada momento.
El amor universal es amar a los que parecen buenos como a los que parecen malos. (¿Quien es bueno y quien malo?)
Amor universal es amar a los que me hacen un favor como a los que me roban y calumnian.
Amor universal es amar a los que me sonríen y a los que me esquivan.
Amor universal es sentirse una nota musical en una sinfonía. Lo mismo se usa para una marcha triunfal que para una marcha fúnebre.
La sinfonía de la vida humana no es armoniosa, porque cada uno de nosotros, por no amar, somos una nota que desentona. No sonamos lo mismo en los momentos tristes que en los momentos alegres, con las cosas que nos desagradan y con las cosas que nos gustan. Debiéramos ser siempre una nota armoniosa, clara, sin desentonaciones. Una nota con la que se cuenta siempre.
Una sola nota repetida sin cesar tampoco es una sinfonía. Son necesarias muchas notas distintas, afinadas por el amor, para que suene la sinfonía de la Vida. Mi amor debe animar y generar el amor en los demás. Lo mejor para ellos es que empiecen a amar.
El amor universal es tanto más verdadero, cuando por muy concreto que sea hacia una persona, no excluye a los demás.
Es un amor a la vida en todo y en todos.
El amor universal no queda limitado, cerrado en una persona. Esa persona debe ser el punto de concreción de mi amor universal a la Vida.
Cuando algunas personas por creer o querer amar más una persona excluyen a los demás de su radia de amor aunque parezca lo contrario, están disminuyendo y empequeñaciendo el amor a su persona amada. Más aún, están minando y poniendo en peligro el amor a la persona que creen amar.
La posesividad y la exclusividad del amor es el gran fraude a la Vida.
Sólo cuando amamos desde el fondo de nuestro ser el amor nos da libertad para hacer lo que queramos.
El amor superficial de los sentidos, instintos ciegos o intereses rastreros y raquíticos, no es amor verdadero.
El amor superficial no nos hace libres sino esclavos.
El único amor que nos da libertad de hacer y obrar es el que nos impulsa a buscar la felicidad verdadera y completa del ser amado. El que nos hace sentirnos UNO con el ser amado. El que es irradiación del Ser y felicidad que somos en nuestro ser profundo.
Sólo el que busca la realización integral del ser amado, como ser humano, ama de verdad.
Sólo así el amor libera.
Sólo así el amor crea.
Sólo así el amor llena.
Sólo así el amor eterniza.
Sólo así el amor vence.
Sólo así el amor basta.
Sólo amando así podrás hacer lo que quieras.
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