Si tú sanas a otra persona que no quiere curarse, te detestará.
Luchará contra ti, luchará con el objeto de paralizarse de nuevo.
Pero al haber realizado una toma de conciencia no lo logrará y te hará culpable de todas sus desgracias.
En la medida que no quería ser curada, le has hecho un mal enorme.
Nos habituamos a nuestra enfermedad, si alguien nos trastorna entramos en crisis…
No hace falta odiar al que te cura.
Eres tú quien lo hace.
Si el otro te ayuda a realizar una toma de conciencia, ¡Deja de odiarlo!
Tu odio es tu defensa.
Cuanta mayor es la conciencia que absorbes, más detestas a esa persona que lo ha provocado. Prefieres quedarte en la enfermedad porque es más confortable y porque tienes miedo a la vida. ¡Vence ese miedo! Tu Dios interior te lo enseña paso a paso.
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