Todo esto convierte a quien padece este trastorno en una persona perversa, que no tiene ningún sentimiento de culpa y de vergüenza, y que no es capaz de desarrollar ninguna empatía en las relaciones personales, por lo que puede llegar a dañar a su familia o su pareja sin mostrar arrepentimiento.
Otra característica de estos pacientes es que tienen un gran encanto, ya que suelen estar dotados de altos niveles de locuacidad y de inteligencia, lo que hace que resulten personas muy atractivas a la hora de relacionarse con ellas.
Este encanto personal les posibilita para disimular la manipulación que ejercen sobre los demás con engaños y multitud de recursos parecidos, por lo que son pocos quienes se dan cuenta de la verdadera personalidad del narcisista maligno.
Estas personas necesitan ser admirados de forma continua, por lo que en su relación con los otros sienten sobre todo rivalidad y envidia, que se suele reflejar en su tendencia a explotar y manipular a los demás. Tienen además una gran tendencia a la grandiosidad y al exhibicionismo, derivados también de esa necesidad de admiración.
En sus relaciones con los demás suelen elegir una “víctima”, generalmente una persona que sufre carencias de afecto, a la que va a manipular con mentiras y comportamiento fantasioso. Con estas personas, con las que tiene una relación denominada “cosificación” (las ven como un objeto para sus fines) no van a tener nunca una relación emocional ni ningún sentimiento hacia ellas, a menos que sea necesario para sus intereses, ya que son personas emocionalmente muy frías.
El tratamiento de esta enfermedad se hace con medicación para minimizar los síntomas y con psicoterapia, aunque debido a su dolencia, no suelen responder bien a este tratamiento.
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