Se trata de un dolor que tiene origen en la conciencia moral, por lo que este dolor moral difiere, de raíz, del remordimiento, la autoacusación y y la insatisfacción de sí.
En francés actual, este dolor moral hace referencia a un “dolor psíquico”. Se trata de una experiencia inmediata, en tanto que si el sujeto es capaz de reflexionar sobre ella, lo será siempre de modo secundario, y luego de haberla experimentado directamente, sin mediación.
Se trata de una conciencia cetnrada en el dolor, un dolor que nada tiene de físico. El duelo, la separación, la soledad, el aislamiento, podrían también considerarse como “dolor moral”.
Esta depresión dolorosa, es el síntoma más evidente de la melancolía, inclusive el más característico. Se manifiesta en al actitud, la mímica, la fisonomía, traducidas en toda la gama que conocemos como de las “pasiones tristes”: pena, abatimiento, terror, estupor, angustia…
Y una vez que esto aparece, tiene la tendencia de abarcar todo el campo de la conciencia. A la vez, este estado se acompaña de anestesia, de “disestesias psíquicas”: insensibilidad a los excitantes normales del mundo exterior, encontrándose el sujeto aislado, replegado sobre sí mismo. Ya no participa de las actividades de su entorno, y todo lo que lo rodea le resulta penoso, “negro”.
El dolor moral actúa nuevamente, aumentando la intensidad de los diversos fenómenos descritos que le han dado origen.
Así, determinan del lado del aspecto físico: la tensión muscular (amiostenia), los temblores, la angusia, los síntomas vasomotores, síntomas musculares, respiratorios, etc.
Del lado del aspecto intelectual: paralización, abulia, inhibición de las funciones intelectuales, fijeza en la atención sobre algún objeto en particular, que lo lleva a tener una “idea fija”, acompañada de violentas impulsiones, sin objetivos, etc.
Estos desórdenes nuevos llegan a la conciencia y aumentan a su vez el dolor moral, lo que constituye una especie de círculo viciosos en torno al cual gira el sujeto melancólico en el trascurso de toda la enfermedad.
Estos son los síntomas que podemos ubicar en el comienzo de la Melancolía. Es más, estos síntomas en sí mismos ya constituyen la “Melancolía sin delirio”, “melancolía simple” o “melancolía con conciencia”.
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