Admites que esa palabra humillante o ese gesto despectivo estaban de más… Te arrepientes y quieres pedir perdón pero, al mismo tiempo, eres incapaz de excusarte. ¿Por qué nos cuesta tanto? Maryse Vaillant, psicóloga clínica y escritora, nos explica los porqués.
Pedir perdón implica reconocer nuestros errores y otorgar más atenciones a los demás que a nosotros mismos. Es querer conservar la relación, un paso reconciliador aunque a veces difícil.
Pedir perdón: la dificultad de admitir la culpa
“Pedir perdón es reconocer que nos hemos equivocado”, explica Maryse Vaillant, psicóloga clínica. Sin embargo, preferimos tener razón y echarle a la otra persona la culpa de la situación: “Cometí un error por su culpa”. Los niños lo hacen a menudo cuando dicen: “¡Empezó él!”. ¿Por qué no somos capaces de cargar con la culpa? “Reconociendo nuestras faltas tratamos de influir en la otra persona para evitar romper la relación”, destaca Maryse Vaillant.
“Preferimos no tener razón y mantener la relación haciendo que sea el otro el que cargue con la responsabilidad de la crisis”, precisa la psicóloga. “Pedir perdón es dar un paso hacia atrás con respecto a nuestro propio narcisismo, otorgar más atenciones a una relación común que a nosotros mismos”, indica Vaillant. Algo que, sin duda, implica dificultad: “Confesar que otra persona nos importa más que nosotros mismos nos pone en una situación psíquica delicada. Es difícil abandonar nuestro propio narcisismo, abandonar la posición de víctima y reconocer nuestra parte de culpa”, añade.
¡Sobre todo si hemos evitado pedir excusas durante años! Luego, “la dificultad depende del reproche que nos hagamos y de la relación con la persona que hayamos herido”, estima la psicóloga.
Pedir perdón: un acto centrado en la relación
“Pedir perdón es un acto que consta de dos partes”, explica Maryse Vaillant.
La primera parte se centra en nosotros mismos: “Lamento mis actos, mis palabras…” Puede ser provocada por una necesidad de paz interior, por un sentimiento de culpabilidad.
La segunda se centra en el otro: “Querría que me perdonases por el dolor que te he podido causar”. Es una necesidad de paz en la relación.
“Al disculparse, está bien que expliquemos o demostremos nuestro arrepentimiento para, a continuación, presentar nuestras excusas y nuestras ansias de perdón sin obligar al otro a perdonarnos”, aconseja Maryse Vaillant. Algunas personas no son capaces. “Las personalidades paranoicas son incapaces de reconocer sus errores puesto que siempre tienen razón y siempre son ellas las víctimas”, explica la especialista. Por el contrario, las personas depresivas tienen tendencia a disculparse demasiado. ¿El consejo de la psicóloga? No pedir perdón por cualquier cosa, hay crisis que no se deben evitar.
Pedir perdón: las buenas maneras
Una vez tomada la decisión, sólo nos queda dar el paso… algo no siempre fácil, sobre todo si no sabemos cómo hacerlo…
“Para pedir perdón, es importante encontrar el momento y optar por la manera oportuna de hacerlo”, explica Vaillant. ¿Hay que pedir perdón por escrito o de palabra? “Depende de la amplitud del error cometido y del resentimiento que se haya instalado, así como del sentimiento de culpabilidad”, estima la psicóloga. Una excusa verbal es más acertada en caso de un conflicto sin mayor importancia. Sin embargo, la carta se impone como necesaria si, por ejemplo, llevamos 10 años sin hablarnos con un hermano. Esta manera de proceder nos permite a nosotros mismos sopesar mejor las palabras antes de ponerlas sobre el papel y dejar una huella a la vez que damos a la otra persona el tiempo necesario para interpretarla y reflexionar al respecto”, explica. Las palabras también cuentan. “Hay que evitar el término “perdón”, demasiado trivializado hoy en día”, dice la psicóloga. Opta mejor por: “Lo lamento, no debería haberte hablado así, siento mucho haberte hecho tal cosa o tal otra…”. Por último, según Vaillant, es conveniente “darle una cierta solemnidad a la petición de disculpas si el asunto es de carácter público”.
Para resumir, recuerda que “pedir perdón y reconocer nuestros errores no siempre es fácil pero es una actitud de adultos y una demostración de madure que aporta paz interior”, subraya Maryse Vaillant. ¡No lo olvides!
A.-S. Glover-Bondeau
Fuente:
Entrevista a Maryse Vaillant
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