Se dice que el ser humano genera tres grandes fuerzas: pensamiento, deseo y acción. Y que de éstas la que tiene efectos de más vasto alcance es la del pensamiento. Es padre de la acción y puede ser guía y gobernante del deseo.
Aun el pensador superficial puede ponerse en contacto suficiente con fenómenos tales como el de la transmisión del pensamiento y otros de P. E. S. (Percepción Extra Sensorial) para comprender que el pensamiento es una fuerza que hay que reconocer tan ciertamente como la electricidad. Como toda energía, puede usarse para fines buenos o malos, así como la electricidad puede usarse para mejorar el vivir o para destruír vidas.
Puesto que la acción de toda fuerza trae una reacción correspondiente y puesto que el pensamiento es un poder que toda persona ejerce en algún grado, es importante saber qué es el pensamiento y cómo puede guiársele y controlársele.
Según la literatura teosófica, ni la mente ni el cerebro son el conocedor o pensador verdaderos; nunca se los debe confundir con el pensador mismo, que es el ser humano. La mente es un instrumento para obtener conocimiento; el cerebro trasmite al mecanismo físico el pensamiento ya producido en el "cuerpo" mental.
Al pensar se inician ondas vibratorias que reproducen las vibraciones del objeto en la mente. El pensamiento habitual sigue líneas familiares y reproduce las ondas con rapidez y exactitud. En cambio, cuando se trata de pensar por líneas nuevas y extrañas, la respuesta es lenta e inadecuada, puesto que el cuerpo mental no está todavía acostumbrado a esa tasa de vibraciones. Esta es una de las explicaciones a la dificultad inicial que tan a menudo experimentan las personas cuando empiezan a estudiar Teosofía. Una sed interna de buscar nuevas sendas de pensamiento puede producir la necesidad y la determinación de explorar los ámbitos insondables de la sabiduría perenne; pero el cuerpo mental se resiste porque semejante exploración exige dejar aun lado modos habituales de pensar y penetrar en zonas donde no existen surcos mentales cómodos (vibraciones) por las cuales pueda fluir el pensamiento. Entonces hay que abrir nuevos "surcos" por el estudio y el pensamiento persistentes .
Los efectos del pensamiento pueden clasificarse en dos grupos: efectos en el ser humano o el pensador y efectos que se producen fuera de él. Los efectos en el ser humano son: primero, el establecimiento de un hábito vibratorio en el cuerpo mental, por la repetición del pensamiento; y, segundo, los efectos producidos en los cuerpos emocional y causal. En el cuerpo emocional estos efectos consisten por lo general en emociones temporales. En el cuerpo causal, los efectos tienen una influencia permanente sobre el carácter del individuo.
Los efectos externos del pensamiento, ocurren en el campo mental. Las vibraciones irradiantes crean una forma flotante, llamada en lenguaje teosófico "forma de pensamiento". Esto explica por qué es tan importante pensar en cosas constructivas.
No sólo se producen reacciones físicas y emocionales que se vuelven casi automáticas, sino también se construyen cualidades en el cuerpo causal y estas hacen parte del carácter permanente del individuo, vida tras vida. El resultado de un pensamiento suficientemente poderoso, sobre la "atmósfera" mental, puede corresponder al de una explosión terrible en la atmósfera física.
Más aún, debido a que en cada uno de nosotros los campos de energía llamados "cuerpos" emocional y mental están entremezclados y se interpenetran, las vibraciones del pensamiento se comunican y pueden causar perturbaciones en la atmósfera emocional, tal como el viento puede afectar la superficie del mar y causar olas inmensas. De manera similar, las emociones afectan la materia tenue y sensitiva del campo mental.
Naturalmente, estas vibraciones pueden afectar a cualquier persona que se ponga dentro de su alcance, tal como una tormenta en el mar afecta a los barcos atrapados dentro de ella.
Dicen algunos clarividentes que las formas de pensamiento pueden difundirse sobre zonas extensas y que son comparables a las ondas de radio que pueden captarse y transmitirse. Estas ondas mentales llevan las características del pensamiento original, más bien que un mensaje preciso. Por ejemplo, un pensamiento de devoción pura enviado por un Hindú adorador de Shri Krishna, puede ser tan intenso que lo capte un Cristiano devoto, quien entonces lo expresará en términos de su propio canal acostumbrado de devoción. De modo similar, una persona puede dirigir hacia otra un pensamiento colérico y éste podrían captarlo otras personas que ni siquiera conocieran al objeto original de esa cólera, pero que tendrían en mente los objetos de sus propias hostilidades particulares y de esta manera se reforzarían sus propio pensamientos y sentimientos de ira.
Es importante recordar, sin embargo que solamente cuando nosotros mismos estamos sintonizados con las vibraciones particulares del pensamiento de otra persona, o cuando estamos completamente pasivos, quedamos expuestos a captar el pensamiento ajeno y actuar como si fuera nuestro.
Tal como se escoge un canal en la radio, se puede escoger un canal de pensamiento y sintonizarse con él. Es obvio, entonces, lo importante de mantener nuestros pensamientos a un nivel elevado a fin de sintonizarnos con las vibraciones más elevadas del mundo mental. Pensamientos nobles son un escudo contra pensamientos viciosos.
Constantemente estamos expuestos a situaciones en que podríamos rebajar nuestras normas y dejar entrar vibraciones indeseables, a menos que recordemos que hay que verter nuestros propios pensamientos constructivos en la corriente mental de energía. La manera de limpiar una habitación pobremente ventilada es abriéndola y dejándola llenar de aire fresco .
Dicen algunos clarividentes que las formas de pensamiento tienen colores, pálidos o vívidos, sucios o transparentes, según sea el carácter del pensamiento que "las anima".
También se dice que la claridad o vaguedad de un pensamiento se refleja en los contornos positivos o indefinidos de la forma creada por él. Si nuestros pensamientos son positivos, se incorporarán de tal modo que harán menos efectivas otras influencias (Téngase en cuenta que nuestros pensamientos pueden ser positivos tanto en sentido destructivo como constructivo). Los prejuicios, por ejemplo, pueden crear formas rígidas de pensamiento, duras de disolver.
Sabio es aquel que mantiene dentro de sí una reserva de pensamientos altruistas, potentes y constructivos, a los cuales puede dar salida a voluntad. Esta es una razón para no permitirle a la mente vagar ociosamente, puesto que en ese estado casi cualquier pensamiento flotante puede entrar. Si mantenemos en reserva algún pensamiento noble, una bella poesía, alguna cita inspiradora, o una aspiración elevada, estarán siempre disponibles cuando la mente quede libre de la necesidad de concretarse en alguna tarea particular .
Esto nos lleva a otros dos aspectos importantes del poder del pensamiento. El primero es el de la concentración. Casi no hay necesidad de acentuar el valor de la concentración en todas nuestras actividades diarias. Cultivar hábitos mentales correctos, deja en libertad la mente para concentrarla en asuntos esenciales. Emprender con concentración nuestro trabajo, aún en sus aspectos más triviales, es también libertar la mente más rápidamente para poder dirigirla hacia canales más elevados. La práctica diaria de la concentración en los detalles que van surgiendo en la vida cotidiana, hace que se forme este hábito. Y esa misma práctica resultará provechosa cuando acometemos el estudio de la Teosofía o de cualquier otro tema que exija concentración en los niveles superiores del pensamiento .
El segundo aspecto es el de la meditación; sin mencionar ésta sería incompleta toda discusión sobre el poder del pensamiento. La práctica regular de la meditación diaria se recomienda para fortalecer ese control de la mente que se hace más y más necesario a medida que se adelanta en el estudio de la Teosofía. La meditación es la "vitamina" diaria que necesita el cuerpo mental. Para meditar es esencial poder concentrarse; sólo la mente que se entrene para permanecer fija en un tema, concentrada en una tarea con exclusión de toda otra, puede tener buen éxito en la meditación.
La meditación es especialmente importante para acometer el trabajo interno que cada cual debe efectuar algún día si quiere hollar el Sendero hacia la Perfección. Cinco minutos dedicados cada mañana a pensar sosegadamente en el desarrollo positivo de características deseables, producirán resultados muy valiosos. Todos conocemos, por ejemplo, lo que llamamos nuestros "pecados", o sea nuestros hábitos mentales adquiridos que se expresan en actos o emociones indeseables. Nos irritamos por niñerías; nos preocupamos sin necesidad; somos criticones, duros, sarcásticos. Cada uno puede enumerar sus propias deficiencias. Cavilar sobre estas características negativas, castigándose verbal y mentalmente por ellas, no es la manera de extirparlas. Pero dedicar cinco minutos cada mañana a elevar nuestra conciencia hacia aquella atmósfera. mental donde esas cosas no existen, puede ser más útil para disolverlas en cualquier otra cosa que podamos hacer. Cerrar los ojos y con la imaginación vernos actuando sin ese defecto y demostrando su opuesto, es un tónico para nuestros cuerpos mentales. Aquí también puede verse el valor de la concentración; este trabajo sólo puede hacerse cuando la mente está entrenada a fijarse en un solo punto, a concentrarse en una sola tarea, con exclusión de todo lo demás .
Si uno se irrita fácilmente, practique verse sereno, en calma, amable. Puede venir una prueba; la irritación puede dominarnos de nuevo, y creeremos que hemos fracasado.
Pero veremos que la irritación cede ahora más pronto y más fácil que antes. Esto irá mejorando más y más y llegará un momento en que ya no volveremos a reaccionar con ira, no importa cual sea la situación. Entonces podemos comenzar con otro aspecto negativo y eliminarlo gradualmente. Al fin llegaremos a sentir que una meditación de cinco minutos nos parece demasiado corta. El brillo y la paz que la meditación produce durará más tiempo y uno podrá manejar mejor el día, con inteligencia y sabiduría.
Los expertos en el arte de meditar dicen que la regularidad es importantísima; que no debemos omitir ni una sola mañana y que no nos preocupemos si los resultados no vienen tan fácil y completamente como quisiéramos.
El afanarse es uno de los hábitos más difíciles de vencer. Es un proceso en que se repite el mismo pensamiento una y otra vez, cavando en la conciencia un surco cada vez más hondo. Por eso se oye decir "Estoy hundido".
La única manera de salirse de ahí es empezar a cavar un canal nuevo dándole al cuerpo mental pensamientos nuevos para que lo repita: "Mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo. (Juan 14:27).
"El Ser es paz; ese Ser soy yo. El Ser es fuerza; ese Ser soy yo." Meditar en esos pensamientos le da a la mente canales nuevos y al discurrir por ellos queda libre del surco en que estaba confinada.
Es útil recordar que el mundo está gobernado por una justicia perfecta. Solamente lo que la Buena Ley trae puede afectarnos, no importa por medio de qué manos venga. Nada puede dañarnos que no sea producto de nuestros propios deseos y actos anteriores.
El aguijón del dolor y la pena del sufrimiento se reducen al mínimo cuando aprendemos a descansar en el conocimiento de la Ley y establecemos hábitos de aceptación de manera constructiva y útil.
Es evidente, por tanto, que no ayudamos a los enfermos pensando en sus dolencias, sino enviándoles pensamientos sanadores.
No ayudamos al "pecador" pensando constantemente en su adicción a su "pecado" la cual puede considerarse como una falta de madurez que se manifiesta de alguna manera específica. Día tras día podemos irradiar pensamientos definidos de amor, de paz y progreso y tan pronto como haya una rendija en la armadura del destinatario penetrarán por ella y le llegarán. El amor o la indiferencia.
Puesto que los muertos están también dentro del alcance de nuestros pensamientos, es igualmente importante enviarles únicamente los pensamientos más elevados y buenos de que seamos capaces. Oraciones por los muertos se ofrecen en muchas religiones, reconociéndose su eficacia. Trabajar y pensar en pro de toda causa noble, nunca es en vano.
Al reflexionar sobre el poder del pensamiento, no debe olvidarse que el pensamiento tiene también un aspecto creador que ha producido mucha belleza en este mundo. Por el poder de su pensamiento, el artista estimula en otros la actividad creadora. Ciertamente el tipo de pensamientos que produce grandes obras en pintura, escultura y literatura es de una calidad superior a la del pensamiento ordinario que aplicamos a la mayoría de nuestras actividades diarias. Un pintor le dijo una vez a Emerson: "Nadie podría dibujar un árbol sin en cierta forma convertirse en un árbol, o dibujar a un niño con solo estudiar los contornos de su forma, sino que observando durante algún tiempo sus movimientos y juegos el pintor se adentra en la naturaleza del niño y puede entonces dibujarlo libremente en cualquier situación.
Esto nos acerca mucho a la idea de buddhi, de modo que vemos que es posible que nuestros pensamientos se aproximen mucho a ese nivel en pureza e intensidad. En momentos críticos de la vida es importante elevar el nivel del pensamiento, pues en esos momentos podemos abrirnos a una experiencia más cualitativa de lo Divino dentro de nosotros.
Las horas de tensión interna pueden ser horas de oportunidad en que el cuerpo mental está más receptivo. Entonces somos como un aparato de radio finamente sintonizado y podemos intensificar nuestra atención para escuchar la Voz interna.
Goethe, el poeta alemán, dio cinco reglas para la vida, cada una de las cuales incluye habilidad para controlar el pensamiento y que si se las observa fielmente acrecientan el poder del pensamiento: "No te preocupes por el pasado. No te enfades. No odies. Goza el presente. Deja el futuro a la Providencia". Las obras de Goethe indican que él siguió magistralmente su propio consejo.
El poder del pensamiento no es subestimado en nuestro siglo. Los trabajos de Pavlov sobre el tema "reflejos condicionados" muestran como se crean los hábitos. Otros estudios científicos indican el poder mental y sus posibilidades latentes. Es importante, por tanto, poseer la habilidad de elevar la mente por encima de las influencias externas y ser amos de nuestro propio destino. En momentos de tranquilidad podemos extraer de nuestro propio centro vital profundo las fuerzas mentales que maduran nuestro juicio, que elevan nuestro carácter y nos llevan a cumbres más altas del Sendero.
El consejo de San Pablo es tan racional y científico hoy como lo fue hace 1900 años: "Por lo demás, hermanos, atender a cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de laudable de virtuoso, de digno de alabanza; a esto estad atentos."
Emogene S. Simmons
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