La teoría del apego se basa en la idea de que los seres humanos tenemos la necesidad de una relación íntima y que esta necesidad la tenemos programada en los genes. La evolución nos ha programado para elegir a un individuo particular del entorno y convertirlo en alguien especial para nosotros.
Irremediablemente creados para la dependencia con otro
Estamos hechos para depender de una figura significativa y esta necesidad comienza desde el vientre de la madre y termina cuando morimos. Bowlby planeo que, a lo largo de la evolución, la selección natural favorece a las personas con vínculos de apego porque éstos dan una ventaja sobre otros en la lucha por la supervivencia.
En la prehistoria, los sujetos que sólo confiaban en sí mismos y no contaban con un grupo que los protegiera, tenían menos posibilidades de sobrevivir convirtiéndose en presas de los depredadores.
Por el contrario, los que tenían quien los cuidara, sobrevivían el tiempo necesario para transmitir a la descendencia la importancia de forjar vínculos estrechos. La ausencia de pareja en tiempos prehistóricos, podía significar la muerte, por lo que nuestro sistema de apego convirtió la proximidad del ser querido en una prioridad absoluta.
La necesidad de estar cerca de la figura significativa es tan importante que el cerebro cuenta con un mecanismo encargado de crear y regular nuestra relación con las figuras de apego y se denomina “sistema de apego”, el cual consiste en una serie de emociones y conductas que nos garantizan protección y seguridad mientras nos mantengamos cerca de nuestros seres queridos.
Este mecanismo del cerebro explica el porque los niños se sienten ansiosos cuando son separados de la figura materna y la buscan desesperadamente hasta que el contacto se restablece. Estas conductas se denominan conductas de protesta y siguen existiendo en la edad adulta.
Si tu pareja realiza un viaje por carretera, y tú te enteras que hubo algún accidente, tu sistema de apego se activa y sientes ansiedad o pánico.
La conducta de protesta se manifiesta cuando empiezas a hacer llamadas al celular de tu pareja o a tratar de obtener información y no te quedas tranquilo hasta escuchar su voz y saber que él o ella están a salvo.
Una condición fundamental de la evolución es la heterogeneidad. Los seres humanos somos una especie heterogénea, y nuestra apariencia, actitudes y conductas varían mucho de uno a otro.
Esto explica nuestra capacidad para adaptarnos a casi cualquier circunstancia y ambiente.
La diversidad aumenta las posibilidades de que una parare de la población, con ciertas características distintivas, sea capaz de sobrevivir en unas condiciones que serían letales para otro.
En el caso del apego, aunque todos compartimos la necesidad de crear vínculos estrechos, la forma de hacerlo es distinta de un grupo a otro.
En un entorno peligroso, el invertir gran cantidad de tiempo y energía en un sólo sujeto no sería muy conveniente pues este no tendría muchas probabilidades de sobrevivir mucho tiempo y sería más sensato evitar crear lazos muy estrechos (de ahí el estilo evasivo).
En cambio, en un contexto más seguro, invertir energías en crear un vínculo de apego con un individuo particular, sería conveniente para éste y para la descendencia, de ahí el estilo seguro.
A pesar de que ya no se viven los riesgos de la era prehistórica a causa de los depredadores, en términos evolutivos no estamos muy lejos del viejo orden de cosas. El Homo sapiens nos ha legado el cerebro emocional, de tal modo que nuestras emociones están diseñadas para operar en su entorno y superar los peligros que se afrontan.
Los sentimientos y conductas que definen las relaciones actuales no difieren mucho de los que caracterizaban a nuestros antepasados.
El apego desde el campo de la Biología
Muchos estudios en el campo de la Biología han demostrado que, cuando la persona logra establecer un vínculo afectivo con otra persona, ambos forman una “unidad psicológica”.
La pareja ayuda a regular la presión sanguínea, la respiración, el ritmo cardiaco, el pulso, los niveles hormonales del organismo y dejan de ser dos unidades separadas para convertirse en una.
Los argumentos de los modelos que ponen el énfasis en la diferenciación en las relaciones adultas, no se sostiene desde la visión de la Biología.
La dependencia es un hecho, no una opción o una preferencia.
Las relaciones íntimas y las redes sociales más amplias regulan nuestras reacciones emocionales. (James Coan, Director de Neurociencia Afectiva de la U. de Virginia). También demostró que, cuando dos personas mantienen una relación íntima, ambas regulan el bienestar emocional y psicológico de la otra.
La proximidad física y la unión afectiva con la pareja influye en nuestras reacciones en situaciones de estrés.
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