Archivado en: Alejandro Jodorowsky
El individuo que aún no ha descubierto que no está separado del resto de la humanidad, vive en el mundo como si este fuera su espejo. Proyecta sus límites mentales, emocionales y sexuales, en los otros, aceptando sólo a los que concuerdan con él, y excluyendo a los que encuentra “diferentes”. Si habla español, creerá que una “manzana” es el fruto, pero que “une pomme” , “one apple”, (una manzana en francés y en inglés) no son el fruto. Para él, por fuerza si hay un Dios tiene un nombre español y habla español, lo que metafóricamente quiere decir: “Quien no piense y no sea como yo, es un intruso en este mundo”. El ego, conociendo sólo una parte, comete el error de creer que esa parte es el todo. Es trágico que en casi la mayoría de las familias, los padres obliguen a sus hijos a ser como ellos, a pensar como ellos, a sentir como ellos, a vivir como ellos piensan que se debe vivir. Los individuos crecen sumergidos en una personalidad que los tiene encerrados como en un calabozo.
Alejandro Jodorowsky,
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