EL ENIGMA DE LA VIDA
Las corrientes místicas y contemplativas, presentes en la mayoría de las religiones y tradiciones, afirman la existencia de un plano de conciencia superior, trascendente, el cual se puede experimentar. Entre sus características están su interconexión e indivisibilidad, donde el observador consciente participa como testigo, una vez que su conciencia fragmentada se trasciende. El gozo es indescriptible, pero deben pasarse noches oscuras (como lo señaló San Juan de la Cruz) de verdaderas batallas donde las fuerzas de la división y fragmentación actúan conscientemente para impedir la comunión. Lo cual me lleva a afirmar que existe una conciencia que trasciende la materia, se sabe que es anterior y se entrelaza con esta; que el universo tiene, en efecto, un propósito, trascender esa conciencia fragmentada para un fortalecimiento de la conciencia primigenia mediante el libre albedrío de las personas que consciente o inconscientemente participan del retorno o lo dificultan aún más. El teatro de la Creación parece construido para el ejercicio del libre albedrío y el fortalecimiento potencial de esa conciencia superior.
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