La mujer gaiática vive en el interior de cada mujer. Es la mujer primal, la hembra instintiva primordial de la que nos avergonzamos porque nos han enseñado a reprimirla y a rechazarla. Yace dormida y ha sido olvidada, pero no ha muerto y renace con fuerza cuando regresamos a ella para ofrecerle aceptación, nutrición y espacio en nuestra vida.
La mujer gaiática toma la Tierra como maestra y reconoce y honra en su cuerpo los ciclos y la naturaleza sinérgica de Gaia, nuestro planeta azul.
La mujer gaiática ha hecho las paces con su madre y con su padre y camina bajo la guía de sus ancestr@s. Conoce las tradiciones matristicas ancestrales y trabaja para que estas enseñanzas no desaparezcan y puedan sanar los estragos de la devastación patriarcal.
No intenta caer bien a todo el mundo sino sólo ser impecable con los mandatos de su corazón. Ama su cuerpo y no se flagela, porque honra en su carne a la Madre Tierra. Ha pacificado sus relaciones con los hombres y puede compartir con ellos su camino con alegría. Disfruta libremente de su sensualidad en todas las épocas de su vida y vive con curiosidad el paso del tiempo como una gozosa oportunidad de nuevos aprendizajes.
La mujer gaiática es mujer de manada. Sabe que estos son tiempos de cultivo de la sororidad circular para lograr que la fuerza de la sanación individual se haga fermento que active otras levaduras. Tiene un profundo compromiso con la Madre Tierra y la honra para sanarla y sanarse a sí misma.
La mujer gaiática es una guerrera pacifica de Gran Madre y nada puede detenerla en la defensa de los seres sintientes y de nuestro hogar, la Tierra. Está comprometida en la sanación del femenino planetario y promueve la cultura de Paz, el trabajo circular, la toma de decisiones por consenso, la consciencia ecosófica. Ha ido más allá de sus heridas personales y, escuchando la llamada de la Madre Tierra, se ha puesto en pie de paz por las 7 próximas generaciones.
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