El amor es producto de la voluntad. Sólo triunfan en su relación las personas que se basan en el trabajo, la entrega total y la disposición de ayudarse mutuamente.
Cuestión de voluntades.
El amor no es un intercambio de mitades, sino una entrega de dos personas al cien por ciento. El amor no es un sentimiento, es una decisión.
Trátense bien aunque no les nazca.
Las parejas inteligentes no actúan cariñosamente porque sientan amor; al contrario: sienten amor gracias a que actúan cariñosamente.
El efecto de coherencia en las relaciones humanas provoca que los afectuosos terminen sintiendo afecto entre ellos, y los bravucones terminen odiándose.
Si está disgustado no discuta. La ira lo hará decir cosas de las que después se arrepentirá.
Una muestra de amor verdadero: estar ahí sin importunar, apoyar sin forzar, ofrecer energía espiritual sin obligar, interesarse en el sufrimiento del ser querido sin intervenir en sus conclusiones de aprendizaje.
El verdadero amor no está libre de compromiso, pero en realidad es el más libre porque los seres comprometidos pueden amarse sin límites de entrega ni de tiempo.
Las relaciones afectivas están contaminadas con la búsqueda de poder. Todos queremos impresionar, convencer e incluso someter a otros, pero el amor verdadero busca sólo el bienestar de la persona amada.
Amor con servicio.
El verdadero amor dista mucho del romanticismo o del erotismo puro; en realidad, se construye con el servicio y con el cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas.
El amor verdadero se origina pensando positivamente del cónyuge.Los divorciados culpan de su fracaso a la incompatibilidad de caracteres o a la mala elección inicial, pero suelen ser simples excusas de quienes no supieron poner orden en su vida y construir el amor con hechos.
La “media naranja” o “el alma gemela” no existen.
Sólo existe la persona con la que hicimos un pacto de amor, y ese pacto se cumple con trabajo, no con suspiros. Basar un matrimonio en el romanticismo pueril e idealista es una falta de madurez. No se trata de quién está conviviendo con quién, sino de cómo lo están haciendo.
El amor ciego es pueril, es un espejismo. De novios los sentimientos son intensos y las emociones excitantes; de casados el corazón late tranquilo y el entendimiento mira la realidad.
Esperar demasiado del cónyuge produce un ambiente de tensión. Las expectativas utópicas destruyen cualquier matrimonio.
El amor conyugal no se da por sí solo. Se siembra con ilusión.
Invadidos de pereza, no pagamos el precio de mantener encendida la llama del amor y ésta se extingue. Si quieres recuperar tu matrimonio, deja de ser soberbio y aviva el fuego.
Es falso que entre dos personas se pierda el amor; lo que se pierde son las buenas actitudes
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