Que es la Sincronicidad
Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Carl Jung que se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.
¿Has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que necesitabas aparecida de la nada?, ¿o recibiste la llamada de alguien del pasado de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo aparente?, ¿o ese libro que encontraste al azar que responde a la duda que te tenía bloqueado?..... La sincronicidad nos representa en el plano físico la idea o solución que mora en la mente de la manera más fácil y sin apenas esfuerzo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo.
Hay unas condiciones óptimas de manifestación: un estado mental propicio para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos. Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar
nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente.
La fe juega en esto un importante papel, la fe en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío. Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella e invitándola a jugar en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo se agrupa.
La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos dan el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.
Pero entonces me diríais ¿y porque no vivimos permanentemente en ese estado idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos antojara? Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos, y emociones bondadosas en el corazón.
1.- El estado fluido es de muy elevada vibración y de una conexión intensa de mente y corazón, es decir, que el sentimiento es el que nos lleva a hacer tal cual cosa, es el que - valga la redundancia- da “sentido” a la vida.
El sentimiento nos conecta directamente con el alma de las cosas y el pensamiento debe de contenerlo y construir sobre él pero nunca dejar de amarlo.
Normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento por el miedo a lo desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente.
2.- El estado fluido está en permanente movimiento. Cada pieza del puzzle aparece en el preciso momento con la condición de pillarnos conscientes, despiertos, alertas y deseosos de recibirlas. Es como un juego en el que las reglas se van desvelando a medida que avanzamos. Las piezas nos vienen en forma de señales y analogías en la vida real y en forma de sueños mientras dormimos. El desentrañar el significado de esas señales es como aprender a descifrar las instrucciones del mapa del tesoro.
Las actitudes derrotistas, la negatividad que lleva al cansancio, a la rutina, a desear recibir constantemente en lugar de darse a uno mismo y a los demás, generan estados de bloqueo e inactividad. Para ver las señales hemos de hallarnos en camino.
3.- Fluir es confianza, certeza en las propias posibilidades y en las de la corriente creativa del universo. Fluir significa trabajar por ese estado positivo interior que nos mantiene protegidos y dispuestos a abrirnos a
nuevas experiencias y milagros. Mientras nuestro discurso interno (y externo) sea “creo”, “puedo”, “confío”, “busco y encuentro”, “resuelvo”, “disfruto”, “es posible” “si y además” y “me gusta”, todo irá bien sin ninguna duda.
Habitualmente los miedos, dudas y la falta de información de lo que realmente somos capaces y de nuestra verdadera misión en la vida nos bloquean y retrasan en el camino. Nos hacen mirar al pasado con resentimiento y al futuro con cierto recelo. Aparecen los que yo llamo los “isidoros” (¿y si me pasa esto o y si me equivoco?), los “esques” (es que no sé, ya lo intenté pero...), los “siperos” y “noperos”, los “nopuedos”, los “esto es imposible”, y los “es difícil”, “esto es lo que hay”, “no hay otra opción” y demás programación negativa. Si eso hay en la mente, eso es lo que se materializará.
4.- Fluir no sabe de retenciones y por lo tanto tampoco del uso de la fuerza, no es tanto vencernos sino convencernos, motivarnos y dirigirnos hacia lo que deseamos ver convertido en realidad. La reina de la fluidez, el agua, nunca se esfuerza demasiado en nada, busca siempre la salida hacia el mar.
Es muy común perdernos en luchar contra lo que queremos ver desparecer, lo que lo hace mucho más grande. Transformar el muro en escalera para lograr ver el otro lado suele ser mejor solución que darnos de cabezazos contra él.
5.- Fluir es seguir fielmente la voz de la intuición y comprometernos con ella; trabajarla hasta que sepamos distinguirla perfectamente de otras voces. ¿Y como saber lo que es intuición de la voz del Ego? Igual que el amor es el polo opuesto del temor, la intuición que viene de nuestro Ser interno es el polo opuesto de la voz del ego que nos habla. Son lo mismo, sólo que un polo es guiado por el amor y el otro por el temor.
La intuición soluciona siempre para el mejor bien de todos, habla bajito, viene en el momento oportuno y en sus ideas hay certeza y tranquilidad, nunca ataca a nadie, y se mantiene en el presente. Es el amor dentro de nosotros el que habla, lo que significa que se presenta en momentos de intensa conexión interna, cuando nos sentimos entregados a la vida. Sus soluciones son perfectas para ese momento. Suele ir seguida de un racional “que tonterías se me ocurren” y la dejamos pasar.
El ego habla alto y es repetitivo hasta la saciedad. Tiene miedo y se defiende, sus ideas suelen ser del tipo ataque o huida, repasa sin cesar el pasado y va creando expectativas de futuro. Es el que tiene miedo el que se comunica, y por tanto sus soluciones nunca son definitivas y las situaciones se repiten de nuevo. Curiosamente estamos más prestos a creer en éste otro por ser lo conocido, lo que nos lleva a perder la oportunidad de experimentar la magia de vivir en la incertidumbre. Aprendiendo a amarle, educándole en la confianza y uniéndonos a él comienza la transformación interna. La guerra debilita, ¡la unión hace la fuerza!
Para terminar me gustaría citar a Deepak Chopra:
“La incertidumbre de las cosas no despierta miedo en quien está en la conciencia de la unidad, pues está seguro de si mismo. La voz de la verdad interior dice: abrazo a lo desconocido porque me permite ver nuevos aspectos de mi mismo
Las Siete Leyes de la Sincronicidad
La sincronicidad aparenta ser la fuerza de la naturaleza que responde a la atracción del alma, cuando ha aumentado su energía, para ayudarnos a conectar los dos mundos: el mundo de la materia y el mundo del espíritu. Dentro de esa fuerza de atracción podríamos describir las siete leyes heurísticas de la sincronicidad para hablar de su aparente funcionamiento.
Primera Ley: La Causa La sincronicidad es causada por la activación de la gravedad individual del alma, consciente o inconscientemente.
Esta gravedad se activa cuando existe un dilema trascendental para la evolución del individuo que no puede ser contestado por los conocimientos disponibles, por su lógica racional. Se han descrito distintas partículas subatómicas para referirse a diferentes fuerzas y funciones. Por ejemplo, el gravitón es descrito como el que actúa en la Ley de la Gravedad. Si tuviese que describir una partícula que nace de la fuerza generada por la activación del alma, la denominaría almatrón. Esta activación del alma, con su gran emanación de almatrones, genera una gran cantidad de energía que dará lugar a la formación de una sincronicidad (tal vez a través de estos almatrones mensajeros, al igual que el ARN, mensajero del ADN en el reino de la genética).
Segunda Ley: La Condición
La manifestación de una condición coincidencia con significado, como respuesta a una dilema profundo del alma, no tendría sentido si no estuviéramos suficientemente despiertos para darnos cuenta de su existencia. El estado mas adecuado para poder identificarla es el de alerta-intuitivo. Encontrarnos que ese estado facilita la percepción de las señales que se presentarán para mostrarnos un nuevo camino. Es importante dejarse llevar por estas pistas y no ponerles trabas. Debemos dejarnos llevar por el y estar abiertos a lo desconocido (incertidumbre). Los obstáculos habituales se presentan a través de la mente lógico-racional; de nuestra interpretación de los hechos a partir del tiempo lineal, ese que creemos tener atrapado en nuestros relojes; y de la voluntad de evitar vivir algo que luego tendremos temor de contar a los demás debido al, como habitualmente nos sucede a todos con las experiencias místicas.
Tercera Ley: La Organizadora de las Sincronicidades
Habiendo activado la energía del alma y colocados en un estado de alerta-intuitiva sin estar esperando un resultado, algo, desde un plano superior a nuestra comprensión, comienza a organizar el evento que se materializará, casi mágicamente. Parecería que la sincronicidad ha sido producida por una organizadora, tal como lo haría una agencia de turismo al programar un viaje a la medida de nuestros requerimientos. Para dar otra imagen, podríamos compárala a un director de cine o a un novelista, organizando las escenas que vendrán a continuación y en las cuales se desenvolverá la trama general.
Cuarta Ley: La Manifestación Activada la energía del alma, aumentada la gravedad personal, con una actitud alerta-intuitiva y organizado ya el evento, llega entonces el momento de la manifestación.
Ella, manifestándose en el mundo de la materia, como en el caso de los procesos virtuales, nos produce una tremenda movilización emocional. A su vez, nos trae las que luego necesitaremos para decodificar y comprender la respuesta de lo que fue requerido por el alma.
Quinta Ley: El Significado
La sincronicidad contiene la clave para ese particular dilema del alma. Es la persona que la vivencia, y nadie más que ella misma, la que puede comprender el significado, contenido en la coincidencia, contesta algo que sería casi imposible de ser respondido de otra manera más efectiva y real. Ese tipo de respuesta tiene la ventaja, sobre un conocimiento puramente abstracto e intelectual, de que proviene de la vivencia de una experiencia. Tenemos la clara sensación de que el evento y su significado parecen estar conectados a una espacie de red o que lo diseña a medida, demostrando una tremenda inteligencia y poder sobre el mundo de la materia y conociendo, sin duda, el propósito de nuestra alma individual.
Sexta Ley: Los Efectos Sobre el Alma y su Destino
Se podría decir que, a través de la sincronicidad, la <> intenta . UN destino que la mayoría de las veces desconocemos. Todo en la naturaleza, incluso nuestra propia vida, aparenta, al igual que los saltos cuánticos de las partículas subatómicas (la única manera que tiene para cambiar de órbita). La respuesta con significado produce un salto cuántico con esa consciencia individual, lo que permite un reencuentro temporario con su sendero individual prefijado. A partir de ese reencuentro el individuo reestructura los valores para su vida. Permanecerá con mínimos cambios, casi en reposo hasta el siguiente salto evolutivo.
Séptima Ley: El Propósito de la Fuerza
La sincronicidad debe utilizar también algún medio para lograr su objetivo: el avance en la evolución de la conciencia humana. Uno de los medios que utiliza para lograr su cometido parece ser una forma de comunicación creativa que conecta a los seres, directamente, con el del espíritu de la naturaleza. Tal vez, el lenguaje que tenemos en común con los órdenes superiores. El objetivo inmediato de esa fuerza, la sincronicidad, es manifestarse a muchas personas con el fin de ser comprendidos y (el color de los espejos con los que miramos y descodificamos la realidad). Su objetivo es despertarnos para que alineemos nuestros destinos en la misma dirección que el de la evolución del universo. Hemos nacido de la naturaleza (no somos otra cosa que sus propios átomos organizados para albergar a la conciencia), y nadar contra ella solo produce sufrimiento y enfermedad. Hemos llegado a un punto de no-retorno, y peligroso si no es bien utilizado: aquí en la tierra junto con las fuerzas de la naturaleza, y hoy ya hemos obtenido el conocimiento y el poder para ejercerlo.
Resumiendo, la sincronicidad parecer ser la manera en que Él (el de la totalidad) parece manifestarse en forma casi de milagro en la materia y los sentidos. Se trata de una que desea ayudarnos a unir a través del los que vemos separados (vistos desde la experiencia interior y la de los sentidos): el mundo del espíritu con el mundo de la materia. La sincronicidad tiene efecto indiscutible sobre el alma. ¿Pero qué papel juega el alma? Me parece que el alma es todo aquello que se encuentra entre esos dos mundos aún inconexos. Me parece que el alma es al instrumento que conseguirá el acople, ese que logrará dotar de inteligencia a toda la materia, el que logrará. ¿Esa fuerza quiere demostrarnos su poder creador o quiere que nos convenzamos de nuestro propio poder creador?
La sincronicidad funciona utilizando otro tiempo, un tiempo distinto de el que tenemos atrapado en nuestros relojes: un tiempo en el que se confunden pasado, presente y futuro. Ese parece ser al que podríamos llamar almacronicidad.por Beatriz Castillo
Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Carl Jung que se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.
¿Has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que necesitabas aparecida de la nada?, ¿o recibiste la llamada de alguien del pasado de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo aparente?, ¿o ese libro que encontraste al azar que responde a la duda que te tenía bloqueado?..... La sincronicidad nos representa en el plano físico la idea o solución que mora en la mente de la manera más fácil y sin apenas esfuerzo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo.
Hay unas condiciones óptimas de manifestación: un estado mental propicio para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos. Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar
nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente.
La fe juega en esto un importante papel, la fe en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío. Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella e invitándola a jugar en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo se agrupa.
La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos dan el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.
Pero entonces me diríais ¿y porque no vivimos permanentemente en ese estado idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos antojara? Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos, y emociones bondadosas en el corazón.
1.- El estado fluido es de muy elevada vibración y de una conexión intensa de mente y corazón, es decir, que el sentimiento es el que nos lleva a hacer tal cual cosa, es el que - valga la redundancia- da “sentido” a la vida.
El sentimiento nos conecta directamente con el alma de las cosas y el pensamiento debe de contenerlo y construir sobre él pero nunca dejar de amarlo.
Normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento por el miedo a lo desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente.
2.- El estado fluido está en permanente movimiento. Cada pieza del puzzle aparece en el preciso momento con la condición de pillarnos conscientes, despiertos, alertas y deseosos de recibirlas. Es como un juego en el que las reglas se van desvelando a medida que avanzamos. Las piezas nos vienen en forma de señales y analogías en la vida real y en forma de sueños mientras dormimos. El desentrañar el significado de esas señales es como aprender a descifrar las instrucciones del mapa del tesoro.
Las actitudes derrotistas, la negatividad que lleva al cansancio, a la rutina, a desear recibir constantemente en lugar de darse a uno mismo y a los demás, generan estados de bloqueo e inactividad. Para ver las señales hemos de hallarnos en camino.
3.- Fluir es confianza, certeza en las propias posibilidades y en las de la corriente creativa del universo. Fluir significa trabajar por ese estado positivo interior que nos mantiene protegidos y dispuestos a abrirnos a
nuevas experiencias y milagros. Mientras nuestro discurso interno (y externo) sea “creo”, “puedo”, “confío”, “busco y encuentro”, “resuelvo”, “disfruto”, “es posible” “si y además” y “me gusta”, todo irá bien sin ninguna duda.
Habitualmente los miedos, dudas y la falta de información de lo que realmente somos capaces y de nuestra verdadera misión en la vida nos bloquean y retrasan en el camino. Nos hacen mirar al pasado con resentimiento y al futuro con cierto recelo. Aparecen los que yo llamo los “isidoros” (¿y si me pasa esto o y si me equivoco?), los “esques” (es que no sé, ya lo intenté pero...), los “siperos” y “noperos”, los “nopuedos”, los “esto es imposible”, y los “es difícil”, “esto es lo que hay”, “no hay otra opción” y demás programación negativa. Si eso hay en la mente, eso es lo que se materializará.
4.- Fluir no sabe de retenciones y por lo tanto tampoco del uso de la fuerza, no es tanto vencernos sino convencernos, motivarnos y dirigirnos hacia lo que deseamos ver convertido en realidad. La reina de la fluidez, el agua, nunca se esfuerza demasiado en nada, busca siempre la salida hacia el mar.
Es muy común perdernos en luchar contra lo que queremos ver desparecer, lo que lo hace mucho más grande. Transformar el muro en escalera para lograr ver el otro lado suele ser mejor solución que darnos de cabezazos contra él.
5.- Fluir es seguir fielmente la voz de la intuición y comprometernos con ella; trabajarla hasta que sepamos distinguirla perfectamente de otras voces. ¿Y como saber lo que es intuición de la voz del Ego? Igual que el amor es el polo opuesto del temor, la intuición que viene de nuestro Ser interno es el polo opuesto de la voz del ego que nos habla. Son lo mismo, sólo que un polo es guiado por el amor y el otro por el temor.
La intuición soluciona siempre para el mejor bien de todos, habla bajito, viene en el momento oportuno y en sus ideas hay certeza y tranquilidad, nunca ataca a nadie, y se mantiene en el presente. Es el amor dentro de nosotros el que habla, lo que significa que se presenta en momentos de intensa conexión interna, cuando nos sentimos entregados a la vida. Sus soluciones son perfectas para ese momento. Suele ir seguida de un racional “que tonterías se me ocurren” y la dejamos pasar.
El ego habla alto y es repetitivo hasta la saciedad. Tiene miedo y se defiende, sus ideas suelen ser del tipo ataque o huida, repasa sin cesar el pasado y va creando expectativas de futuro. Es el que tiene miedo el que se comunica, y por tanto sus soluciones nunca son definitivas y las situaciones se repiten de nuevo. Curiosamente estamos más prestos a creer en éste otro por ser lo conocido, lo que nos lleva a perder la oportunidad de experimentar la magia de vivir en la incertidumbre. Aprendiendo a amarle, educándole en la confianza y uniéndonos a él comienza la transformación interna. La guerra debilita, ¡la unión hace la fuerza!
Para terminar me gustaría citar a Deepak Chopra:
“La incertidumbre de las cosas no despierta miedo en quien está en la conciencia de la unidad, pues está seguro de si mismo. La voz de la verdad interior dice: abrazo a lo desconocido porque me permite ver nuevos aspectos de mi mismo
Las Siete Leyes de la Sincronicidad
La sincronicidad aparenta ser la fuerza de la naturaleza que responde a la atracción del alma, cuando ha aumentado su energía, para ayudarnos a conectar los dos mundos: el mundo de la materia y el mundo del espíritu. Dentro de esa fuerza de atracción podríamos describir las siete leyes heurísticas de la sincronicidad para hablar de su aparente funcionamiento.
Primera Ley: La Causa La sincronicidad es causada por la activación de la gravedad individual del alma, consciente o inconscientemente.
Esta gravedad se activa cuando existe un dilema trascendental para la evolución del individuo que no puede ser contestado por los conocimientos disponibles, por su lógica racional. Se han descrito distintas partículas subatómicas para referirse a diferentes fuerzas y funciones. Por ejemplo, el gravitón es descrito como el que actúa en la Ley de la Gravedad. Si tuviese que describir una partícula que nace de la fuerza generada por la activación del alma, la denominaría almatrón. Esta activación del alma, con su gran emanación de almatrones, genera una gran cantidad de energía que dará lugar a la formación de una sincronicidad (tal vez a través de estos almatrones mensajeros, al igual que el ARN, mensajero del ADN en el reino de la genética).
Segunda Ley: La Condición
La manifestación de una condición coincidencia con significado, como respuesta a una dilema profundo del alma, no tendría sentido si no estuviéramos suficientemente despiertos para darnos cuenta de su existencia. El estado mas adecuado para poder identificarla es el de alerta-intuitivo. Encontrarnos que ese estado facilita la percepción de las señales que se presentarán para mostrarnos un nuevo camino. Es importante dejarse llevar por estas pistas y no ponerles trabas. Debemos dejarnos llevar por el y estar abiertos a lo desconocido (incertidumbre). Los obstáculos habituales se presentan a través de la mente lógico-racional; de nuestra interpretación de los hechos a partir del tiempo lineal, ese que creemos tener atrapado en nuestros relojes; y de la voluntad de evitar vivir algo que luego tendremos temor de contar a los demás debido al, como habitualmente nos sucede a todos con las experiencias místicas.
Tercera Ley: La Organizadora de las Sincronicidades
Habiendo activado la energía del alma y colocados en un estado de alerta-intuitiva sin estar esperando un resultado, algo, desde un plano superior a nuestra comprensión, comienza a organizar el evento que se materializará, casi mágicamente. Parecería que la sincronicidad ha sido producida por una organizadora, tal como lo haría una agencia de turismo al programar un viaje a la medida de nuestros requerimientos. Para dar otra imagen, podríamos compárala a un director de cine o a un novelista, organizando las escenas que vendrán a continuación y en las cuales se desenvolverá la trama general.
Cuarta Ley: La Manifestación Activada la energía del alma, aumentada la gravedad personal, con una actitud alerta-intuitiva y organizado ya el evento, llega entonces el momento de la manifestación.
Ella, manifestándose en el mundo de la materia, como en el caso de los procesos virtuales, nos produce una tremenda movilización emocional. A su vez, nos trae las que luego necesitaremos para decodificar y comprender la respuesta de lo que fue requerido por el alma.
Quinta Ley: El Significado
La sincronicidad contiene la clave para ese particular dilema del alma. Es la persona que la vivencia, y nadie más que ella misma, la que puede comprender el significado, contenido en la coincidencia, contesta algo que sería casi imposible de ser respondido de otra manera más efectiva y real. Ese tipo de respuesta tiene la ventaja, sobre un conocimiento puramente abstracto e intelectual, de que proviene de la vivencia de una experiencia. Tenemos la clara sensación de que el evento y su significado parecen estar conectados a una espacie de red o que lo diseña a medida, demostrando una tremenda inteligencia y poder sobre el mundo de la materia y conociendo, sin duda, el propósito de nuestra alma individual.
Sexta Ley: Los Efectos Sobre el Alma y su Destino
Se podría decir que, a través de la sincronicidad, la <> intenta . UN destino que la mayoría de las veces desconocemos. Todo en la naturaleza, incluso nuestra propia vida, aparenta, al igual que los saltos cuánticos de las partículas subatómicas (la única manera que tiene para cambiar de órbita). La respuesta con significado produce un salto cuántico con esa consciencia individual, lo que permite un reencuentro temporario con su sendero individual prefijado. A partir de ese reencuentro el individuo reestructura los valores para su vida. Permanecerá con mínimos cambios, casi en reposo hasta el siguiente salto evolutivo.
Séptima Ley: El Propósito de la Fuerza
La sincronicidad debe utilizar también algún medio para lograr su objetivo: el avance en la evolución de la conciencia humana. Uno de los medios que utiliza para lograr su cometido parece ser una forma de comunicación creativa que conecta a los seres, directamente, con el del espíritu de la naturaleza. Tal vez, el lenguaje que tenemos en común con los órdenes superiores. El objetivo inmediato de esa fuerza, la sincronicidad, es manifestarse a muchas personas con el fin de ser comprendidos y (el color de los espejos con los que miramos y descodificamos la realidad). Su objetivo es despertarnos para que alineemos nuestros destinos en la misma dirección que el de la evolución del universo. Hemos nacido de la naturaleza (no somos otra cosa que sus propios átomos organizados para albergar a la conciencia), y nadar contra ella solo produce sufrimiento y enfermedad. Hemos llegado a un punto de no-retorno, y peligroso si no es bien utilizado: aquí en la tierra junto con las fuerzas de la naturaleza, y hoy ya hemos obtenido el conocimiento y el poder para ejercerlo.
Resumiendo, la sincronicidad parecer ser la manera en que Él (el de la totalidad) parece manifestarse en forma casi de milagro en la materia y los sentidos. Se trata de una que desea ayudarnos a unir a través del los que vemos separados (vistos desde la experiencia interior y la de los sentidos): el mundo del espíritu con el mundo de la materia. La sincronicidad tiene efecto indiscutible sobre el alma. ¿Pero qué papel juega el alma? Me parece que el alma es todo aquello que se encuentra entre esos dos mundos aún inconexos. Me parece que el alma es al instrumento que conseguirá el acople, ese que logrará dotar de inteligencia a toda la materia, el que logrará. ¿Esa fuerza quiere demostrarnos su poder creador o quiere que nos convenzamos de nuestro propio poder creador?
La sincronicidad funciona utilizando otro tiempo, un tiempo distinto de el que tenemos atrapado en nuestros relojes: un tiempo en el que se confunden pasado, presente y futuro. Ese parece ser al que podríamos llamar almacronicidad.
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