Cuántas veces podemos apreciar cómo el pasado se inmiscuye en el presente como algo cotidiano, pues “Viajamos” con “una mochila” repleta de vivencias que se convirtieron en experiencias almacenadas en nuestra memoria.
En ocasiones estas experiencias anteriores nos impiden comenzar algo nuevo pues preferimos permanecer en el mundo que hemos ido creando o recomponiendo con mimo, a de alguna manera: arriesgarnos a revivir aquello que fue desagradable. Quiero decir que podemos sentir cómo ese deseo de no volver a vivir sucesos parecidos se ha hecho tan fuerte que se ha convertido en miedo.
Pensaba que si hemos aprendido y por lo tanto: cambiado desde que se produjeron aquellas experiencias no deberíamos temer a que éstas se repitan, pero no lo tengo muy claro porque si fuera cierto que de alguna manera existe ese “cuerpo dolor” como lo llamó Tolle, o como a mí me gusta imaginar: tal como un niño abandonado… es como si esa energía fuera independiente de todo lo que comprendimos sobre los entresijos que hicieron que se produjeran tales vivencias desagradables. Digamos que ciertamente aprendimos pero que el dolor sigue ahí y es el que realmente nos produce el miedo a repetir algo que nos haga sufrir.
Pero también he sentido con más intensidad estos días, que si hay algo importante en que ocupar nuestro tiempo, es en intentar liberarnos de ese deseo en negativo para poder confiar siempre en nosotros y en la vida. Quizás sea necesario también que nos liberemos en el grado que podamos de cualquier expectativa, ya sea basada en el temor como en la esperanza. Flaco favor nos hacemos y nos hacen cuando idealizamos, porque de algún modo hacemos preso a la persona de una imagen y la condenamos cuando no se parece al ideal que hemos forjado y creemos que necesitamos.
Parecen dos factores importantes a tener en cuenta, que se pueden producir en una relación: Nuestra recurrencia de revivir conductas y reacciones del pasado, más las expectativas o ilusiones que nos hacemos de futuro.
Sí… se hace muy necesario que nos liberemos y liberemos a los demás de ese yugo, si es que queremos disfrutar de un presente siempre renovado y también de las posibles facultades que hemos ido adquiriendo tras nuestras vivencias, en vez de la resistencia que producen nuestros miedos.
Incluso creo que sólo se trata de fluir con lo que se nos presenta sin tener que pre-ocuparnos de nada, porque la vida se encarga de saldar todo, y por mucho que ocultemos o no queramos ver o vivir algo; si aún no hemos limado ciertas asperezas psicológicas nos las irá presentando en cuanto pueda… y éstos son los mejores momentos para entregarse a la investigación porque si huimos de ello, de nuevo se nos va a presentar hasta que tomemos conciencia y nos liberemos de todos nuestros temores, pues este “Viaje” es el del Amor y en definitiva: “Todo lo demás… sobra”.
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