Muchas veces tenemos miedo...
Miedo de lo que podríamos no ser capaces de hacer.
Miedo de lo que podrían pensar si lo intentamos.
Dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas.
Decimos que no, cuando queremos decir que sí.
Nos callamos cuando queremos gritar y gritamos con todos cuando deberíamos cerrar la boca.
¿Por qué?
Si sólo vivimos una vez, no hay tiempo para tener miedo.
Entonces basta.
Atrévete, olvídate de que te están mirando.
Intenta la jugada imposible, corre el riesgo.
No te preocupes por ser aceptado.
No te conformes con ser uno más.
Nadie te ata. Nadie te obliga.
Muchas veces, esperamos que las cosas sucedan, y nos olvidamos de lo más importante: creer en nosotros mismos...
Nos conformamos en vez de arriesgarnos.
Nada está escrito. Nada está hecho.
Ni siquiera lo imposible.
Todo depende de decir "puedo" ante cada desafío.
Cuando estamos decididos, tenemos más poder...
Cuando estamos convencidos, cuando de verdad queremos algo, los obstáculos son menores.
Están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas.
Los que siguen luchando cuando todo parece perdido.
Como si cada vez fuera la última.
Convencidos de que la vida misma es un desafío, sufren pero no se quejan.
Porque saben que el dolor pasa, el sudor se seca y el cansancio termina.
Pero hay algo que nunca desaparecerá: la satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpos corre la misma sangre.
Lo que los hace diferentes es su espíritu, la determinación de alcanzar la cima; una cima a la que no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo.
Tiempo sobra para los mediocres, pero tiempo falta para realizar tus sueño
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