83 años de vida intensa
Su casa es un reflejo de su personalidad. Acogedora y de buen gusto, con cuadros y detalles de gran significado para su vida. Alicia Portaluppi Velásquez viuda de Ribadeneira recuerda que llegó a ella hace casi 40 años, convirtiéndose en una de las primeras habitantes de la ciudadela Cimas del Bim Bam Bum.
“Al principio solo vivíamos aquí los Portaluppi y los Carrión. Mi cuñado, Eduardo Carrión Toral, era el dueño de todo esto. Antes, aquí, en la parte de abajo, había un parque de distracciones maravilloso, con un carrusel de caballitos divino, una montaña rusa preciosa, otro carrusel con botecitos, quioscos con comida típica, había una piscina enorme, preciosa; la entrada costaba un sucre. Había también un zoológico, un restaurante, un hotel cinco estrellas en el que se hospedaron los primeros astronautas que pisaron la Luna...”, cuenta Alicia con una vitalidad asombrosa para sus 83 años de edad.
Recuerda que el nombre de Bim Bam Bum se debió a un concurso público que hizo su cuñado y que fue la fallecida periodista guayaquileña Chichi Puig la que lo ganó, pues fue a ella, quien vivía en Chile en ese tiempo, a la que se le ocurrió el nombre de Bim Bam Bum, en referencia a que en el país del sur había un centro de diversiones que se llamaba igual.
En el Bim Bam Bum viven algunos de sus hermanos y sobrinos, así como los Guerra, también entre los primeros habitantes. “Nos conocíamos todos, ahora no tanto, porque incluso hay tres condominios con muchas familias”, conversa Alicia, la catorceava hija de los quince que tuvieron Enrique Portaluppi, chileno, y Margarita Velásquez, manabita de Calceta.
“Mi padre vino de Valparaíso a Manta contratado por la Casa Tagua. En Manabí nacieron mis cinco hermanas mayores y luego, como mi papá era muy amigo de la familia Aspiazu, que tenía tierras en Los Ríos, lo contrataron para administrar esas haciendas, así que se fueron a Babahoyo, donde nacimos yo y el resto de mis hermanos. Así que yo soy de Babahoyo”, dice orgullosa esta mujer que siempre ha estado acostumbrada a trabajar.
“Por dos años me hice cargo de una cafetería que estaba aquí arriba. Pero he hecho de todo: tuve también una pollera con 25 mil gallinas ponedoras, era la mayor distribuidora de huevos para El Rosado, también de pollos, crié pavos doble pechuga hasta que el negocio se puso medio malo, pero he trabajado toda mi vida”, recuerda.
Antes, a los 22 años, decidió irse a vivir a Nueva York, EE.UU. “Me fui porque quise experimentar, viajé con mi mamá que se quedó un año, después fue un hermano”, cuenta Alicia, quien con mucho humor dice que aún se toma unos vodkas, “pero con moderación, porque todo exceso hace daño”.
En Nueva York, un día vio un anuncio en un diario, decidió aplicar y logró un puesto como secretaria en las Naciones Unidas. “Yo no iba a trabajar en fábrica, eso no es para mi categoría, siempre me he dado mi puesto; si tú no te lo das, no te lo dan”, dice convencida.
Fue en Nueva York donde conoció al pediatra quiteño Rubén Ribadeneira, fallecido hace 18 años. “Yo me casé a los 28, o sea casi en la percha”, dice entre carcajadas. De su esposo comenta que aprendió todo lo que sabe. “Él era un gran conversador. Nos llevábamos muy bien, él me enseñó mucho, la mayoría de las cosas que yo sé las aprendí de él, porque yo no fui a la universidad, es más, ni siquiera me gradué de bachiller”.
Tiene dos hijos: Iván, de 54 años, y Diana, de 49, así como dos nietos con los que vive.
Siempre activa, Alicia acude desde hace 25 años, casi todos los días, a Acorvol, donde es voluntaria. “Yo trabajo en conseguir recursos. No ves que tengo la edad para pedir plata ... Lo hago porque se ayuda en la educación de mucha gente, es muy lindo, es mi seguro de vida, porque la vida es para trabajarla, no es para hacerse ocioso”, dice Alicia, quien hasta hace tres años conducía su auto, ahora prefiere usar taxi. Juega canasta con tres amigas “religiosamente” dos días a la semana.
Actuó hace meses en una obra teatral dirigida por Marina Salvarezza, en la que participaron las voluntarias de Acorvol, y ahora ensaya una comedia musical.
El 9 de abril cumplirá 84 años. ¿Se los va a festejar? “¡Claro pues hermana!, a mí me encanta festejar mis cumpleaños, con lo que me ha costado llegar a ellos”.
Dicen de ella
“Alicia es maravillosa. A su edad tiene más vitalidad que todas nosotras juntas. Tiene un sentido del humor increíble, es fuera de serie, definitivamente”.
“Al principio solo vivíamos aquí los Portaluppi y los Carrión. Mi cuñado, Eduardo Carrión Toral, era el dueño de todo esto. Antes, aquí, en la parte de abajo, había un parque de distracciones maravilloso, con un carrusel de caballitos divino, una montaña rusa preciosa, otro carrusel con botecitos, quioscos con comida típica, había una piscina enorme, preciosa; la entrada costaba un sucre. Había también un zoológico, un restaurante, un hotel cinco estrellas en el que se hospedaron los primeros astronautas que pisaron la Luna...”, cuenta Alicia con una vitalidad asombrosa para sus 83 años de edad.
Recuerda que el nombre de Bim Bam Bum se debió a un concurso público que hizo su cuñado y que fue la fallecida periodista guayaquileña Chichi Puig la que lo ganó, pues fue a ella, quien vivía en Chile en ese tiempo, a la que se le ocurrió el nombre de Bim Bam Bum, en referencia a que en el país del sur había un centro de diversiones que se llamaba igual.
En el Bim Bam Bum viven algunos de sus hermanos y sobrinos, así como los Guerra, también entre los primeros habitantes. “Nos conocíamos todos, ahora no tanto, porque incluso hay tres condominios con muchas familias”, conversa Alicia, la catorceava hija de los quince que tuvieron Enrique Portaluppi, chileno, y Margarita Velásquez, manabita de Calceta.
“Mi padre vino de Valparaíso a Manta contratado por la Casa Tagua. En Manabí nacieron mis cinco hermanas mayores y luego, como mi papá era muy amigo de la familia Aspiazu, que tenía tierras en Los Ríos, lo contrataron para administrar esas haciendas, así que se fueron a Babahoyo, donde nacimos yo y el resto de mis hermanos. Así que yo soy de Babahoyo”, dice orgullosa esta mujer que siempre ha estado acostumbrada a trabajar.
“Por dos años me hice cargo de una cafetería que estaba aquí arriba. Pero he hecho de todo: tuve también una pollera con 25 mil gallinas ponedoras, era la mayor distribuidora de huevos para El Rosado, también de pollos, crié pavos doble pechuga hasta que el negocio se puso medio malo, pero he trabajado toda mi vida”, recuerda.
Antes, a los 22 años, decidió irse a vivir a Nueva York, EE.UU. “Me fui porque quise experimentar, viajé con mi mamá que se quedó un año, después fue un hermano”, cuenta Alicia, quien con mucho humor dice que aún se toma unos vodkas, “pero con moderación, porque todo exceso hace daño”.
En Nueva York, un día vio un anuncio en un diario, decidió aplicar y logró un puesto como secretaria en las Naciones Unidas. “Yo no iba a trabajar en fábrica, eso no es para mi categoría, siempre me he dado mi puesto; si tú no te lo das, no te lo dan”, dice convencida.
Fue en Nueva York donde conoció al pediatra quiteño Rubén Ribadeneira, fallecido hace 18 años. “Yo me casé a los 28, o sea casi en la percha”, dice entre carcajadas. De su esposo comenta que aprendió todo lo que sabe. “Él era un gran conversador. Nos llevábamos muy bien, él me enseñó mucho, la mayoría de las cosas que yo sé las aprendí de él, porque yo no fui a la universidad, es más, ni siquiera me gradué de bachiller”.
Tiene dos hijos: Iván, de 54 años, y Diana, de 49, así como dos nietos con los que vive.
Siempre activa, Alicia acude desde hace 25 años, casi todos los días, a Acorvol, donde es voluntaria. “Yo trabajo en conseguir recursos. No ves que tengo la edad para pedir plata ... Lo hago porque se ayuda en la educación de mucha gente, es muy lindo, es mi seguro de vida, porque la vida es para trabajarla, no es para hacerse ocioso”, dice Alicia, quien hasta hace tres años conducía su auto, ahora prefiere usar taxi. Juega canasta con tres amigas “religiosamente” dos días a la semana.
Actuó hace meses en una obra teatral dirigida por Marina Salvarezza, en la que participaron las voluntarias de Acorvol, y ahora ensaya una comedia musical.
El 9 de abril cumplirá 84 años. ¿Se los va a festejar? “¡Claro pues hermana!, a mí me encanta festejar mis cumpleaños, con lo que me ha costado llegar a ellos”.
Dicen de ella
“Alicia es maravillosa. A su edad tiene más vitalidad que todas nosotras juntas. Tiene un sentido del humor increíble, es fuera de serie, definitivamente”.
Rina De Garcés
Voluntaria de Acorvol
GRAN NOTA! SI TIENES LA OPORTUNIDAD NUEVAMENTE PREGUNTALE QUE PASO CON EL PARQUE Y ACERCA DE LOS RUMORES /MITOS SOBRE QUE UN DIA ENCONTRARON TODO TIPO DE VIDA, MUERTO A CAUSA DE UN GAS!
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